martes, 1 de marzo de 2011

NOS EQUIVOCAMOS, NOS CONFUNDIMOS, NOS DESPISTAMOS…


Participantes:
Agustín Sosa
Pedro Carrasco
Ángel Tomás Tena
Tomás David Casado
José Luis Jiménez
Javi Parejo
Manuel Jesús García
Pablo Carrascosa
Carlos Mateos García
Andrés Nieto
Domingo Pablos
Juan Luis Capilla
Paco Cidoncha
Juanma Barroso
Manuel Barroso
Jesús Beltrán
Gerardo Muñoz “Lalo”
Santiago Sánchez
Francisco Velarde “Pancho”
Emiliano Andrade
Diego Parejo
Moisés López
Diego Tapia
José Antonio García
Alberto López
Antonio Aparicio
David Barroso
Alejandro Castaño
Teodoro Martínez “Tite”
José María Almaraz
Diego Barroso
Km 70
Vel. Med. 16.75
Vel. Max. 58.6
T. Empleado 4:02:30
Videos:



Crónica de Pedro Carrasco Cuesta
Con el abandono del patriarca Flore se produjo en la peña una carestía de cronistas que quedó subsanada la semana pasada, y de qué manera. El hallazgo fue tan inopinado como satisfactorio con la salida a la palestra del Gran Julius. Al final hay fumata blanca y hoy proclamamos a voz en grito: ¡¡¡HABEMUS CRONISTA!!!
Tras esta introducción, vamos al grano. Nos damos cita en el “paseo” nada menos que treinta y un Perrigalgos; creo que es el techo en la breve pero intensa historia de la peña.
Los “pájaros” carpinteros (Diego y Javi) hace semanas que andan empeñados en que vayamos a la sierra del Parque Natural de Cornalvo, y me señalan como guía de la ruta por haberla hecho en una ocasión en solitario. Algunos ponen reparos por tratarse de una etapa larga, pero al final nos liamos la manta a la cabeza y tiramos p’alante.

Nuestro cámara titular, Diego, cede los trastos por un día a Lalo. El argumento es tan plausible como obvio: él nunca sale en los videos, como le ha preguntado, inocente, su hijo el “Gordito”, como le llama cariñosamente.
Aunque la mañana es fresca, algunos Perrigalgos se han atrevido a desnudar sus piernas, que aparecen blanquitas tras el periodo invernal.
Camino de Torrefresneda el grupo rueda compacto por la carretera, deseoso de tomar el camino y adentrarse en el encinar. Se cruza con nosotros un furgón de la Guardia Civil que nos pita a modo de saludo; no sé si se trata de un mal fario, por muy Benemérito que sea dicho cuerpo.
A punto de abandonar el asfalto se produce el primer altercado. A Paco y al Capi se les traban sus manillares y caen a plomo todo lo largos que son. Alguna magulladura, algunas risas, bueno, lo corriente (Capi, si ya opositas al premio “avería”, para el que eres un firme candidato, deja para otros el de los “costalazos”; no pretendas ser el novio en la boda, el niño en el bautizo y el muerto en el entierro, coño).
Pronto tienen que entrar en acción los “canceleros” (Pablo queda exonerado de servicio por hoy) cuando cruzamos la finca El Calaverón. Llegamos al vetusto cortijo de Campomanes y torcemos a la izquierda por una pista asfaltada. Cuando la dejamos, nos adentramos por un vericueto de caminos a izquierda y derecha. Hasta tres veces tenemos que volver sobre nuestros pasos por coger el equivocado.


Una alambrada nos salva de media docena de perros que nos ladran con aviesas intenciones. ¡Y eso que se trata, según dicen, del mejor amigo del hombre! ¿Y qué somos si no los ciclistas?
En la enésima equivocación de camino, el Capi recibe una llamada y tiene que volverse a casa. Como la etapa va cobrando tintes de alargarse y tenemos a tiro de piedra la sierra Bermeja, a la que hay que ascender, varios Perrigalgos deciden sumarse al Capi. La escisión alcanza a doce miembros, por lo que el grupo que decidimos seguir adelante se reduce a diecinueve.





Subimos un tramo por un cortafuegos con la bici de cabresto (me he vuelto a equivocar de camino, para variar) y nos comemos el refrigerio. Posando para la foto de rigor algún guarro se tira un cuesco y todos reímos la gracia. Las vistas a nuestras espaldas son magníficas, con la augusta ciudad de Mérida al fondo. Ascendemos el último tramo hasta la cumbre, e iniciamos un pronunciado descenso que nos lleva a la entrada al Parque de Cornalvo.
Ya de vuelta cruzamos un bonito paraje de encinares y alcornocales por la finca Ena del Huevo. Enfilamos por el Rugidero, camino de las Mesas del Capitán, que es la ruta que se considera más corta. Algunos Perrigalgos están fundidos y Alejandro, un Perrigalguillo que es hijo de la Dami, viene con mareos.
Pablo decide quedarse en Alico, en la casa de campo de su suegro. Pongo la radio que llevo y nos enteramos de que el C D Santa Amalia le ha “metido los pelos p`dentro” por uno a cero al Ciudad de Plasencia. ¡Olé sus güevos!
Por un terreno favorable recorremos el último tramo y a las dos llegamos a la sede con setenta kilómetros en las piernas. La etapa ha resultado excesivamente larga y dura, y con el hándicap de no haberla concluido todos juntos. Pero qué se le va a hacer; también con rutas accidentadas se escribe la historia de la peña.
Como corolario, deciros que voy a salir con la bicicleta de carretera algunas semanas y desempolvar mis acendradas rutas en solitario. El cabrón de Pablo, casi extenuado, dice con marcado retintín que le parece una fenomenal idea.
Hasta la próxima, “correliebres”.

3 comentarios:

  1. no se puede esperar mas de vosotros,eso de liarse la manta a la cabeza es de verdaderos valientes y a mas suponiendo la gran dureza de la ruta.extremadura es tierra dura !!!!tener muchos cuidado con los perros,a mi ya me mordio uno en la pierna iendo en bici ..no veas que daño me hizo el cabron!!! jamas lo olvidare..seguir asi bikers que este es un mundo muy bonito para compartirlo con mas peña.salud extremeños!!!

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  2. javi,gracias por hacerte seguidor de ginetas bikers.aqui os dejo mi logo para que veais que yo tambien os sigo y con mucho placer.para mi los extremeños son especiales ya que tengo a toda la familia ahi...saludos y quien quiera ya sabe, que nos siga si son extremeños mejor!!!!

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  3. ahora solo falta que nos enlaceis ,yo os tengo como enlace para que todos mis amigos os conozcan ya seria la bomba para que toda extremadura nos conozca.

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