martes, 23 de octubre de 2018

ESPECIAL DE MONTÁNCHEZ, O COMO HACER TODO LO POSIBLE PARA NO LLEGAR AL DESTINO



 Relive:

ASISTENTES
Javi Parejo
Juan Luis Capilla
Pablo Carrascosa
Paco Cidoncha
Francisco Velarde “Pancho”
Tomás David Casado
Javi Camacho
José Luis Jiménez
David Gómez
Jesús Cidoncha
Edu

Km: 71
Domingo, 15 de octubre de 2018
La última ruta de la que queda constancia de relato escrito data del 18 de julio. La desidia croniquera de esta Peña durante el periodo estival es repetitiva, pero este año está resultando alarmante, pues bien metidos ya en el otoño sigue sin haber señales de vida. Parecía que con la especial alguien iba a romper la racha, pero ni por esas, pues el señalado ha mirado para otro  lado, así que como no es de recibo que una ruta de las marcadas en el calendario quede sin crónica, haremos un apaño, a la espera de que sea el pistoletazo de salida para que domingo tras domingo salga algún voluntario o se proceda a su designación de oficio.
La primera especial de otoño es de convivencia, siendo Montánchez el destino elegido en su día, y cuyo trazado ha  sido elaborado por Javi, con el beneplácito de José Luis, que de cabrita coja ha pasado a comedor de brevas, sin necesidad de jugar la fase de ascenso,  por lo que a nadie extraña que tocará "faldeo".
Las previsiones meteorológicas son inciertas, con la presencia del huracán Leslie entrando por el oeste, aunque parece ser que por nuestro territorio sólo nos tocará de respajilón. Ello motiva que cuando nos personamos en la Plaza, cada uno vaya ataviado de forma dispar. Somos finalmente once los que nos embarcamos, contando en esta ocasión con la presencia del perrigalguillo Jesús y el invitado Edu. En torno a las 8.30 nos ponemos en marcha dirección Alico. El desagradable viento nos acompañará gran parte del recorrido y será esta inclemencia uno de nuestros enemigos de esta ruta.




 Una vez finalizada la parte asfaltada, ascenderemos al olivar de Braulio. Cuando pillamos finalmente los caminos, se agradecerán las lluvias caídas durante la semana, que permiten rodar por firmes más asentados y sin polvo. Nos dirigiremos hacia la Mezquitas y es en la bajada cuando se produce el primero de los percances que tendremos durante el recorrido. Desgraciadamente Tomás David rompe el cambio, no pudiendo los técnicos más que hacer un apaño para que pueda volver a casa. Una auténtica lástima. Durante el recorrido tendremos noticia de que una vez en el pueblo, queda con Antoñito y Andrés para ir a Montánchez con la de las ruedas finas. Y es que  siendo esta localidad nuestro  destino, cómo Tomás David no iba a estar presente de una forma y otra.
Cruzaremos la presa de Las Muelas dirección el río Aljucén, ruta que hemos realizado en otras ocasiones pero a la inversa. En este tramo Javi se percata que pierde aire en su rueda trasera, a pesar de llevar tubeless. Decide meter presión y continuar. Se rueda con ritmo alegre. Cuando llegamos a la altura del Pico del Moro giramos al sur, dirección Mérida. Y surgen las conjeturas: si Montánchez está hacia el norte...



La rueda de Javi sigue perdiendo aire y se decide parar en los restos del puente romano. Cuando la desmonta está más seca que el ojo de la Inés. Y es que donde menos te lo esperas, surge un Pablo.


 Solucionado, continuamos, ya sí con dirección norte, pero en ascenso. En un momento de la ruta giramos esta vez hacia el este y Pancho, con sorna, comenta que cuando lleguemos al Entalle, ¿para dónde tiraremos luego? En unos berrocales paramos a almorzar y reponer fuerzas para lo que nos espera. Hacemos la foto y como nos acordamos  mucho del Agüelete, nos hacemos un vídeo para enviárselo y que concluimos con un grito de ánimo: NUNCA CAMINARÁS SÓLO. Palante, que ya queda menos, PEDRO.





Continuamos hasta salir de la finca el Coto Rubio. En lugar de seguir el camino que cruza, saltamos  una valla recorriendo un tramo por una  hondanada para girar nuevamente al oeste, por una vía pecuaria en fuerte ascenso y con firme muy descarnado que propicia que Jesulete de con los tocinos en el suelo y un poco más adelante Perrineitor, que aterriza con su eléctrica. Yo mismo también me desequilibro aunque sin consecuencias. Durante varios kilómetros transitaremos encajonados entre alambradas y curiosamente cada vez alejándonos más de nuestro destino, que vamos dejando al este. “Jartitos” ya del constante ascenso, Javi se saca de la manga otro nuevo término. Intenta tranquilizarnos  al comentarnos que pronto viene una "casi bajada". Lo que viene a traducirse en otros procos de kilómetros más de ascenso. Así que cuando te hable de "faldeo" o "casi bajada", átate los machos. 





Después de transitar por varios vericuetos, muy bonitos, por cierto, por fin llegamos a Alcuéscar, localidad que recorremos hasta la carretera que va a Montánchez, pero en lugar de tomarla, la cruzamos para dirigirnos a ver un pantanillo y posteriormente otro con una presa mayor, pero cuyo embalse no contemplamos, salvo Javi, ya que aprovechamos la parada para manducar algo y reponer las escasas fuerzas que ya van quedando. Asombrosamente, Montánchez ahora queda al sur.








 Transitaremos por un tramo de caminos, siendo el recorrido digno de ver. Iniciamos la ascensión por la antigua carretera, esta vez ya sí con el objetivo de llegar por fin a nuestro destino. Es cuando Javi comenta que llevamos un retraso de dos horas sobre el mejor de los horarios previstos, lo que tira nuestra moral por los suelos y la de Pancho aún más, que va con el depósito algo más justo que el de los demás. Y es que Montánchez se le atraganta un poquillo al ahora veterano del grupo. Debo de reconocer que el ascenso por esta carretera en desuso de la vertiente norte de la sierra merece mucho la pena, con unas preciosas vista de la Comarca de Sierra Montánchez-Tamuja. Por fin llegamos a la Plaza del pueblo, donde nos esperan desde hace ya tiempo nuestras mujeres e hijos. Allí también están Tomás David, al que la compañía de Antonio le ha dejado fino, así como de Diego, que hoy se lo ha tomado en plan señorito, habiendo realizado con Esther y María Jesús la ruta senderista de Los Molinos.





Deseando ducharnos y comer, ambos menesteres los realizaremos en el restaurante La Montanera, al habernos cedido amablemente su propietario, Suso, unas habitaciones para que nos aseemos. Tras unas cervezas y refrescos, toca comer y echar un buen rato distendido en fenomenal compañía.
SE BUSCA CRONISTA
Sin más tela que cortar, hasta la próxima
Crónica Juan Luis Capilla