Poco a poco se fueron reuniendo
en torno a las nueve de la mañana distintos perrigalgos para emprender una ruta
que, en principio, se presagiaba tan expectante como incierta en cuanto a su
itinerario se refiere. Después de proponer varias alternativas, entre ellas por
supuesto se barajó Las Cruces, se volvió a imponer la jerarquía del grupo
y se terminó optando en una asamblea por
transitar por el monte. Y es que a las cabras, cojas o no, siempre les acaba
tirando.
A un ritmo tranquilo y con el
frescor de la mañana, el grupo enfila la carretera dirección al Sajonia,
charlando distendidamente. Aprovecho para compartir una agradable conversación
con el amigo Capilla intercambiando banalidades sobre nuestros respectivos trabajos
y me pone al día de la idiosincrasia de este grupo de cicloturistas al que esta
mañana tengo el placer de acompañar.
Tras la agradable conversación,
el grupo gira hacia la derecha en lo que ellos dicen llamar la subida a
Cuadradillo. A partir de ese momento el
camino, ya de tierra, empieza a picar un poco hacia arriba, y viendo a mis
compañeros, no puedo evitar que me surja una de las primeras incógnitas de la
jornada, el porqué un perrigalgo se empeña en mantener la misma velocidad en
llano que en subida. Tomamos esta nueva vía a unos 25km/h de media, la misma
que habíamos traído desde la salida, con la diferencia que antes era buen firme
y prácticamente llano.
A la altura de una casa de campo,
el porcentaje de la subida aumenta de forma considerable, por lo que el grupo
irremediablemente se disgrega quedando el pelotón en una hilera de jadeantes
ciclistas, que cada uno, como puede y a su ritmo, logra coronar sin mayor
problema.
Pasado Cuadradillo, no puedo
evitar ver de soslayo una subida de un camino que dejamos a la izquierda y creo
que el grupo lo denomina, “de la novia”, que aunque de corta subida, tiene una
rampa con un desnivel propio del Angliru que podría romper a más de uno. Es
inevitable que en mi pensamiento surja una sensación de alivio por no haber
subido por ahí.
El grupo compacto rueda
prácticamente en fila india o en fila de a dos, debido al estado del camino que
no permite otras opciones, en dirección al Entalle. Como consecuencia de esta
hilera de ciclistas, y ante los escobazos que recibíamos de estas plantas que
bordean la vía, en un giro del camino, entre escobazo y escobazo, este que les
escribe pierde la referencia del ciclista que le antecede y opta en una
bifurcación por un camino en el que rápidamente, el resto de perrigalgos que le
siguen, le advierten del error. Ya perdido todo contacto con el grupo de
cabeza, y constatado que esa dirección nos conduce a las denominadas Mesas del
Romeral, el segundo pelotón intenta buscar el camino correcto que ha seguido el
primero, no ya sin haber realizado un pequeño esfuerzo extra que, desconociendo
lo que nos resta de etapa, temo nos puede llegar a pasar factura al final.
El pelotón principal, como no
podía ser de otra manera, nos esperó en una curva del camino agazapados debajo
de una encina, y es que el sol a esa hora ya empezaba a calentar de forma
considerable.
Reunido de nuevo el grupo
retomamos el que era nuestro objetivo inicial, el embalse de las Muelas.
Entrado en el Parque Natural del Cornalvo, el camino ya conocido en lo que a mí
respecta por mis salidas desde Mérida, se me antojaba ya distendido y sencillo,
el firme es bueno hasta llegar al Rugidero y luego giro a la derecha para coger
una pista asfaltada hasta llegar al embalse.
Nos las prometíamos así de
felices cuando veo que el primer perrigalgo que encabeza el grupo gira a la
derecha dirección a la casa de la Mezquita. En este punto, surge el segundo
dilema de la jornada, porqué el perrigalgo abandona un buen camino para
encaramarse por veredas más propias del transitar cuadrúpedo que de ciclistas.
Sin llegar a comprenderlo, enfilamos una subida por un terreno seco, con un
firme en mal estado como consecuencia del pisoteo en invierno del abundante
ganado vacuno del lugar, cuesta arriba, más de 30 grados y ya con 20 km en las
piernas. Oigo desde atrás a Jesús Beltrán avisarme de algo, “.... hierros”, no
logro entender la frase completa pero no hace falta que lo repita para
comprender el contenido de su aviso, me advierte que cambie desarrollo y
conserve fuerzas para la subida, pero ya era tarde. Molinillo y para arriba.
Subida a la Mezquita, iniciamos
el descenso al objetivo de esta jornada, el embalse de las Muelas, en el que
los perrigalgos volvieron a sorprenderme una vez más, cada uno en su montura, y
en fila de a uno, atravesaron el embalse sobre el muro de la presa. Con mi bici
de la mano, muy despacio, pasito a pasito, mirando al suelo pero sin apartar la
mirada para no ver la altura, consigo pasar en último lugar tan penoso trance,
y es que mi miedo a las alturas me han llegado a tensar más las piernas que el
esfuerzo del pedaleo.
Avituallamiento en el mirador de
aves, fotografía de rigor y regreso a casa por Cornalvo por caminos que, debido
a los abundantes bancos de arena y a la velocidad a que se transita, nos pone
los pelos de punta a más de uno cuando al ver zigzaguear nuestras monturas,
menos mal que sin consecuencias. No se habían colocado los atributos en su
sitio natural cuando, como consecuencia de la bajada del Calaverón, vuelven a
ocupar el sitio que deberían ocupar las amígdalas.
De vuelta al asfalto, ya en la
vía de servicio de la A5, el pelotón agrupado marcha a buen ritmo camino de
Torrefresneda. Allí, un primer grupo formado entre otros por Capilla, Pablo,
Pablo Jr. y Paco, optan por acortar la etapa por la pista de Caballeros. Vaya
desde aquí mi más sincero reconocimiento al vástago de Pablo, que con 11 años
lo de ayer es toda una epopeya. El resto continúa y sube por el Cerro Pelao hacia la pista del
Canal de Orellana.
En el repecho de subida una
avería mecánica hace parar a todo el grupo hasta que los técnicos logran
solventar el problema y continuar el recorrido, circunstancia que, el actual
líder del llamado Grupo B, Francisco, más conocido por la afición como Burete,
decide sacar partido del incidente para romper la carrera y aprovechando el
parón obligado del grupo, marchar en solitario poniendo tiempo de por medio. La
falta de sistemas de comunicación en el equipo, impidieron avisar al líder de
que fue su gregario de lujo el perjudicado por la avería.
A partir de entonces,
la carrera se rompe en distintos grupos y Burete consigue llegar al
avituallamiento de la madrina conservando 15 minutos de adelanto sobre el
pelotón principal. Tras la línea de llegada, en declaraciones a este blog, el
líder del Grupo B, esgrimía razones de profesionalidad para haber dejado tirado
a su gregario, “cuando uno es profesional, y la carrera viene lanzada, -
decía - uno debe pensar en los intereses de la carrera, es lo que
separa el ciclismo profesional del aficionado, hay que saber sacar tajada de
todos los lances de la carrera”.
El director del Grupo B ha evitado hacer cualquier tipo de declaración
al respecto para no agravar aún más la crisis interna que parece haber hecho
mella en el equipo. Fuentes consultadas por este blog han desvelado que el
Triki ha comenzado ya a mover fichas para posicionarse como nuevo líder del
Grupo B. Y la cuestión que ahora se plantea para futuras etapas, es si los
gregarios después de visto lo ocurrido el domingo acatarán la disciplina de
equipo y ayudarán a su líder cuando la carretera se ponga de nuevo hacia
arriba, o por el contrario le abandonarán a su suerte.
Bromas aparte, ha sido un placer
compartir la mañana del domingo con los perris, espero y deseo que sean muchas
más, y, un saludo especial a los perris de mi quinta del 69, Juanlu, Paco,
Juanma, y no sé si alguno más, que ya atravesando el ecuador de la cuarentena,
estamos demostrando que nos queda muchos pedales que dar.
Manuel A. del Río |
Manuel, además de ser bienvenido al equipo perrigalguero, te doy la enhorabuena por tu crónica. Con este botón de muestra pasas a engrosar la élite de los muchos y buenos literatos con que cuenta nuestra peña.
ResponderEliminarYa iras comprobando cómo tiran al monte los Perrigalgos; pero al monte monte, y por lo más dificil.
Yo hice una ruta de 87 kilómetros por Las Villuercas de las que hacen afición. Os cuento. Salida de Logrosán, Berzocana, Solana, Cabañas del Castillo, Roturas, Navezuelas, Cañamero y Logrosán.
No quiero poneros los dientes largos pero, como diría el ínclito Jesulín: "En dos palabras: In Presionante"
Manuel. Como dice d. Pedro creo q t has graduado "cum lauden" en la cronica perrigalgera. Enhorabuena.
ResponderEliminarBuena crónica Manuel, has superado con creces la prueba como cronista.
ResponderEliminarLeyéndola he disfrutado tanto que hasta la ruta se me ha hecho corta.
BIENVENIDO Manuel no has podido entrar mejor en la familia Perrigalga, muy bien descrita algunas de nuestras peculiaridades, ya deacubriras más. En fin espero recuperarme pronto para poder acompañaros. Un saludo
ResponderEliminarMadre mia esto es un fichaje y no el James Rodriguez ese!!! Enhorabuena por esa pedazo de crónica que seguro que será la primera de muchas!!!
ResponderEliminarMenuda entrada. Con esta crónica, has adquirido el título de relatador relevante de rutas. Vete preparando!.
ResponderEliminarTe has quedado algún quinto por ahí, como Puerto y Andrés, que aunque maruchino y del Atleti, es de esa fabulosa añada. Anda que no nos queda guerra por dar!
Pedro, ve apuntado las rutas, porque me da la impresión que este otoño-invierno nos vamos a jartar.
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