lunes, 5 de octubre de 2009

Ruta a Guadalupe


Asistentes a la ruta:

Emiliano Andrade Rodríguez
Florencio Benítez-Cano
Juan Luis Capilla Camacho
Pablo Carrascosa Sánchez
Paco Cidoncha Carrascosa
Pedro Cuesta Flores
José Carlos Escobar Dorado
José María Garrido Parejo
Pablo Gallego Casillas
Antonio Indias Fernández
Alberto López Fuentes
Moisés López Calle
Gerardo Muñoz Lozano
Juan Carlos Muñoz Tapia
Andrés Nieto Cortés
Domingo Pablos Bautista
Javi Parejo Jiménez
Diego Parejo Jiménez

Invitado de honor:
Antoñito Nieto Herrera

Coche de apoyo:
Pedro López Fuentes
Y su primo, el de Valencia.



Faltan a esta ruta:
José María Almaraz Luna
Juan Manuel Barroso Morcillo
Jesús Beltrán Simón
Pedro Carrasco Cuesta
Pedro Dorado Mera
José Luis Jiménez Dorado
José Joaquín Gallego García
Mario Muñoz Tapia
Marcos Nieto Dorado

Transporte:
Camioncillo Almacenes Carrascosa
Domingo, 4 de octubre de 2009

Tiempo empleado: 5 h. 01 m.40 s.
Velocidad Máxima: 63 Km/h.
Velocidad Media: 22,5 Km/h.
Parciales: 105 Kms.

Recorrido: Plaza de España, Calle José Gutiérrez, Carretera de Cáceres, Nacional Cuatrocientos Treinta, Hernán Cortés, Ruecas, Valdivia, Gargáligas, Acedera, Obando, Guadalupe.
Comentario:
Una jornada estupenda de pedaleo y de cicloturismo, con el aliciente inesperado de recibir de Fray Guillermo Cerrato Chamizo, Rector del Santuario de Santa María de Guadalupe, la CREDENCIAL GUADALUPENSE, por haber peregrinado a Guadalupe en este Año Jubilar Guadalupense, a pesar de que como bien diría Andrés pocos méritos hemos hecho para recibirla, ya que ni siquiera escuchamos misa, salvando el esfuerzo del pedaleo, que para unos ha sido un simple paseo y para otros, en cambio, ha sido un poco más penoso.
La mañana amaneció estupenda, con un poco de fresco, para que algunos Perrigalgos nos pusiéramos una doble prenda o los manguitos para no pasar frío a primera hora, y a medida que subía el sol y calentaba algo más cada cual se iba despojando de dichos complementos.

Dieciocho Perrigalgos salimos de la Plaza, una vez que José Mari nos hiciera la foto de salida con la perrita incluida, a pesar de que han salido un poco oscuras pues aún no había amanecido del todo. Por cierto que a la perrita le han salido los ojillos brillantes como si de dos luciérnagas se tratara.

Diecinueve Perrigalgos llegamos a Guadalupe, luego de que un Perrigalguillo se incorporara al grupo en el último tramo, a partir del puerto y que nos llevara a “carajo sacao” con una bicicletilla tan pequeña.


El grupo pedaleó con una homogeneidad placentera durante los primeros kilómetros y a un ritmo nada despreciable que marcaban los jefes de fila, en este caso Domingo y Flore, hasta que ocurrió el primer percance que a pesar de todo no hubo que lamentar, pues todo se quedó en el susto. Por el repecho que hay antes de llegar a la Encomienda, pasado el cruce de Rena, Antonio Indias se nos cayó de la bicicleta por mirar para atrás, haciendo el “afilador”, y se dio un buen costalazo, que como digo fue más el ruido que las nueces, afortunadamente.

De nuevo tiramos muy bien hasta la primera parada que hicimos para el avituallamiento, que fue en el cruce de Obando, donde nos comimos casi todos los plátanos de Canarias y barritas energéticas y donde bebimos Acuario sin miedo y rellenamos las bombonas de agua.

Con las energías recobradas, seguimos pedaleando de manera uniforme hasta el kilómetro quince aproximadamente, donde el desnivel se hace un poquito más pronunciado, y el grupo se fue estirando poco a poco. Por fin, dos kilómetros después, en el cruce de Logrosán, comienza lo verdaderamente empinado del recorrido, tres o cuatro kilómetros más o menos, donde cada cual subió a su ritmo.

Algunos compañeros volvieron para atrás para ayudar y animar a los que venían algo más retrasados. Cuando conseguimos reagruparnos de nuevo, volvimos a pedalear más o menos al mismo ritmo para salvar la recta “pestosa” que tan poco le gusta a nuestro compañero Domingo, pero que en este caso, se hace mucho más llevadera porque casi no se percata uno de ella con la charla y la compañía.

Yo me había adelantado porque tenía ganas de pedalear, con el fin de volver de nuevo con el grupo, pero me encontré un grupo de jinetes con sus respectivos caballos y unas buenas “jacas” que venían de Navalvillar del Pela, y habían parado a tomar un pequeño refrigerio.

Por entonces andábamos ya por los setenta kilómetros más o menos y algunos compañeros se les iba haciendo algo más pesada aquella marcha. Unos se defendieron bien con los ánimos y ayuda de otros. A Juan Carlos hubo que prestarle alguna ayuda facultativa pues se le sobrecargó ligeramente el cuadricep y casi no podía dar pedales.
Por fin los expertos en masajes consiguieron que pudiera reanudar el pedaleo, hasta llegar al Puerto, porque a partir de allí la cosa fue mucho más llevadera, con una bajada formidable y un tramo de Vía del Tren, hasta llegar a Guadalupe. Nos reagrupamos de nuevo en la calle, para llegar todos juntos a la Plaza de Santa María de Guadalupe, en medio de una ovación de aplausos de las familias qua allí nos esperaban.



Besos, abrazos, saludos y fotos, muchas fotos hasta que conseguimos colocarnos para la foto del grupo en las escalinatas del Monasterio.


Luego nos fuimos a las duchas para el aseo personal, y una vez que terminamos comenzamos a desfilar camino de la Piscina Siloé, donde habíamos de merendar. Pensaban echar las bicicletas en el camioncillo en la explanada donde paran los autobuses, pero yo me dejé de caer y me fui con la bicicleta hasta el restaurante, y poco después todos los demás siguieron mis pasos apareciendo por allí en bicicleta, pues se percataron que no había que dar pedales.



Nos tomamos unas cervecitas en la barra, y seguidamente pasamos al comedor, que es el mismo bar, con unas separaciones prefabricadas con sencillez y buen gusto a base de unos lienzos de colores colocados sobre unos marcos de madera que hacen de biombos.


El menú no estuvo nada mal, una paella muy rica, para mi gusto a pesar de no ser yo paellero, y una carne en salsa o caldereta que estaba buena, pero posiblemente pecara algo en los guisos un tanto fuertes.

También el comedor hicimos bastantes fotos y repartimos las Credenciales que todo el mundo agradeció tanto, pero especialmente Diego y Javi, que por fin se sacaron en parte la espina de no haber recibido la Compostela en su Primer Camino de Santiago.


Acto seguido regresamos a casa cada cual por libre, quedando en reunirnos de nuevo en la parada del autobús para bajar las bicicletas.
Se habló de parar o no parar por el camino, y al final se decidió que no se paraba y que íbamos directos a la parada antes dicha.
Alberto, Moisés, Lalo y yo llegamos los primeros y estuvimos esperando un rato prudencial, hasta que alguien nos dijo que había adelantado al camioncillo por el cruce de la Encomienda, así
que ya no tardaría mucho.


Pero nos equivocamos de lleno, porque tardaron de lo lindo, pues al parecer habían parado en algún lugar y nos tuvieron esperando una hora larga.
Esperemos que un hecho de estas características no se vuelva a repetir, pues bien es sabido de todos, que este grupo cicloturista se caracteriza precisamente por el compañerismo y el respeto a todos sus componentes.
En esta ocasión nos encontramos seis matrículas ante el asombro de aquellos que les cuesta trabajo creer que puedan perderse tantas matrículas de los coches.
Matrículas: E 4711 FZW, E M 7801 ON,
E 8212 DZY, BA 4019 AB, otra incompleta:
E 3795 y una de moto con el piloto rojo incluido: E 8747 FSV.

Flore

2 comentarios:

  1. Pedazo de Ruta que nos marcamos.
    Haber cuando se animan los que aún no la han hecho. Merece la pena.

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  2. Esta ruta, aunque larga, es de las más bonitas.

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