Si programamos un día en el
calendario para hacer una ruta con agua en abundancia, cataratas y torrentes
desbordados, no hubiéramos sido capaces de acertar con él. Hoy ha sido el día
justo, sí, sí, ni ayer ni mañana. Ya os podéis imaginar cómo estaba el campo,
con el agua caída en todo el mes de marzo y lo que queda…
Ruta programada para el 18 de marzo
en el calendario de la peña, la clásica a Guadalupe, que además coincide con el
décimo aniversario de la peña cicloturista amaliense.
Poca afluencia de personal este año
debido a la climatología, coincidencia con otros eventos o simplemente que la
gente no ha tenido ganas de pegarse una soberana paliza.
Después de tiras y aflojas y de
mucho observar lo que iba a hacer el tiempo, nos echamos la manta a la cabeza y
nos juntamos una manita, cinco perrigalgos con ganas de pasar un buen día
pedaleando.
Decidimos salir una hora antes que un domingo ordinario,
debido a que tenemos por delante 100 Km. que recorrer. Además, este año, toca
el itinerario por camino, que decidimos hacerlo por la vía verde, que une
Villanueva de la Serena con Logrosán.
Salimos de la plaza a las 8:00 h. en punto, en una mañana fresca,
un poco atípica, ya que es el primer año que hacemos esta ruta con ropa de
invierno riguroso, con bragas y demás aperos.
Sopla una ligera brisa del Oeste, lo que nos viene como
anillo al dedo. Carretera N-430, dirección Hernán Cortés, giramos a la izquierda,
a la altura del río Ruecas, para coger la pista de los italianos, que nos
conduce hasta Rena. Aquí nos encontramos la que será para nosotros nuestra
senda, sin abandonarla en ningún momento, que nos conducirá hasta Logrosán.
Un poco abandonada en algunos tramos, en los que hay que ir en fila india debido a
las zarzas, que poco a poco se va adueñando de la vía.
Pasamos por
el puente del río Gargáligas, el cual viene desbordado.
Continuamos hacia
Palazuelo entre risas y charlas, con una vía, en algunos tramos, con charcas y
muy pesada, donde se van clavando las estrechas rueda de las bicicletas. Según
los garmineros con un desnivel positivo
entre un uno y un y medio continuo, lo que quiere decir que no hay ni una
cuestecita abajo.
Según vamos
avanzando, observamos los campos de frutales y barbechos anegados, a la vez que
vamos saludando a los esparragueros, que nos vamos encontrando en el camino.
Primera parada para reponer fuerzas, la próxima estación de
Madrigalejo. Unos kilómetros antes observamos en la lejanía unos puntos en el
camino, que se van observando cada vez más cerca, resultan ser cuatro ciclistas
de Don Benito, pertenecientes a la peña ciclista más antigua de dicho pueblo.
Haciendo llamarse “A onde vamos”. Los adelantamos y volvemos a coincidir, de
nuevo, en la parada de Madrigalejo, donde paramos a repostar.
Ya llevamos la mitad de la ruta, reanudamos el pedaleo con
una recta por delante más larga que un día sin pan. Empieza a cambiar el paisaje
dejando atrás las parcelas de regadío y dando paso a la dehesa, que ya nos
acompañará hasta el final.
A unos 10 Km de Madrigalejo nos llevamos el susto del día. El
linceciado engancha el cuerno del manillar en una zarza de la orilla de la vía
y con tó lo grande que es, al suelo que va. Alfonsito que venía a rueda, nos
deleita con un superman, saltando por encima del licenciado y quedan bicis y
jinetes en el suelo hechos un ovillo. Con unos raspones, sin más daño,
continuamos hasta Logrosán.
Llegamos, parada de repostaje, sobre las 12:00, con 72 km. a
la espalda y de salimos de Logrosán hasta Cañamero, donde abandonamos la vía
verde para continuar por camino. Primer arroyo, que nos encontramos, como es
lógico viene crecido y cruzamos dando pedales debajo de agua. Calaítos hasta
las orejas y para Cañamero, será la
tónica predominante, pues toca cruzar cinco arroyos más. Subimos la cuesta del
polígono de Cañamero y en este punto abandonamos ya los caminos. Tomamos la
carretera sin soltarla hasta la Villa de Guadalupe.
Solventando el primer escollo del día, nos vamos acercando al
segundo, que es la cuesta de Puertollano, la cual subimos al paso de Diego, que
va mostrando ya signos de cansancio. A continuación, nos toca una buena bajada
hasta salir de la carretera para enlazar con la trocha, que nos conduce, por
fin, a Guadalupe. Con su túnel y su viaducto, que con el agua acumulada parece
un acueducto. Diego nos comenta, que está más cansao que un perro y que la
última cuesta de tierra la va a subir andando. Pues no, señor, que con dos
cojones se la mamó montado, pero con graves consecuencias: “o me dáis un masaje
o yo no soy capaz de dar un pedal más”. Fisio preparado y masaje al canto,
reanudando, otra vez, los 500 metros, que nos quedan para la plaza.
Allí
estaban las señoras esperando en una terraza. Un Guadalupe como jamás lo he
visto, sin gente, semidesierto, con cuatro gatos en los veladores. La asuencia
de gente no nos quitó el deseo que hacer un bautismo colectivo en la fuente,
bautizándonos cada uno a sí mismo y de este modo, conmemorar el décimo
aniversario de ésta peña.
Cargamos las bicis y a las duchas, al Prado, donde comemos un
arroz caldoso y caldereta.
Ha sido un placer el haber hecho la décima edición a
Guadalupe con vosotros, espero que el próximo año se anime el personal y no se
pierda este clásico.
Nos vemos en la mochila.
Buenísima crónica Demobtre. Juanlu, buena racha llevas con los costalazos.
ResponderEliminarA ves si es verdad que Diego me da el relevo y se encarga él de salir en las revistas de los calambrazos. Yo ya he estado en servicio una década y me merezco pasar a la reserva
Demontrazo bien narrado, lástima que no fuese más gente a la clásica de Guadalupe, envidia sana pero en todos los sitios no se puede estar, la próxima espero no faltar. Posdata Javi Camacho limpia el objetivo de tu móvil ya que con el pedazo reportaje que hicistes se ven todas empañadas debe ser la misma marca que la de Don Pedro que dan pena verlas jjjj. Me alegro de que disfrutarais de la ruta.
ResponderEliminarPaco excelente cronica y eso q no querias escribir mucho al final has hecho un pedazo de relato sobre la fotos una pena con el buen fotografo q mala camara. Haber si para la mochila hay mas adeptos a la causa.
ResponderEliminarQue pedazo de crónica Paco, has plasmado muy bien todo lo acontecido en el día, solo se te ha olvidado decir que yo me hubiese vuelto en bici al pueblo...
ResponderEliminarTe superas crónica a crónica. Un relato acorde con la ruta, que a pesar de ir poquitos, todos muy bien avenidos. Un disfrute total el recorrido por la vía verde y esos caminos de las Villuercas. Regatos, arroyos, ríos, montes exuberantes, agua, mucha agua y, sobre todo, excelente compañía, que con arrojo y pundonor conseguimos que no se truncara la clásica de las clásicas y Guadalupe, un año más, fuera visitada, en esta ocasión, por una comitiva perrigalga, conmemorando el X aniversario de esta Peña. Hay tradiciones que no se deben perder. Un auténtico placer.
ResponderEliminarSobre mis cíclicas fases de costalazos, pues que estoy como un burro viejo, y que espero tarden en volver.