miércoles, 29 de junio de 2016

EL JERTE: ¿DÍA DE REFLEXIÓN? ¡Y UN COJÓN!




Fotos:


INTRODUCCIÖN 
Cuando el año pasado Mario y yo hicimos una avanzadilla por la “ruta 5” de las seis que tiene marcadas el Centro de BTT Valle del Jerte y propusimos al personal que podía ser una buena etapa para este año, estaba comprando muchas papeletas para que me encasquetaran la crónica. Sé de antiguo que estoy en el punto de mira cuando de relatar una “especial” se trata, y si encima ya hacía un tiempecillo que no empuñaba la pluma para dirigirme a vosotros, pues heme aquí para relatar, como Dios me dé a entender, lo acontecido en un fin de semana ya clásico de la peña, donde se conjuga en un perfecto maridaje el ciclismo del bueno propiamente dicho, con la convivencia de toda la gran familia perrigalguera. 
Ya hacía dos meses que teníamos hechas las reservas de los bungalows, magníficamente gestionadas por David, pero contratiempos de diferente índole hicieron que Andrés, Pura, María Jesús y la mujer de Toni se cayeran de la expedición. José Noca también anduvo jugando peligrosamente a la ruleta rusa, por ser componente de una mesa electoral, pero se buscó con habilidad una justificación lo suficientemente creíble que finalmente le dieron por buena. 
El personal fue acudiendo el viernes al camping con cuentagotas, siendo los extremos el Chino, David y Pedro Antonio, que llegaron a media mañana, y José Noca que se presentó sobre las doce de la noche. “Es lo que tenemos los autónomos”, arguyó. 
Haciendo inventario, Diego se ha percatado de que se le ha olvidado echar el casco y le pide a Lemos, que no las tiene todas consigo para hacer la ruta, que le preste el suyo. La ocasión la pintan calva para desmarcarse de la paliza que le espera y accede a dejárselo. Pero aunque adorna el favor como una acción dadivosa y/o altruista, no termina de colar porque todos sabemos  de sobra que el olvido de Diego le ha venido como polla al culo.  
Tarde de relax entre baño, tertulia y cervecitas frescas hasta que se congrega todo el personal para la cena en familia. Las Perrigalgas, siempre tan desmesuradas en las viandas, nos deleitan con una variada panoplia de platos con los que nos ponemos como el Quico, sobre todo los que somos de buen yantar (“jondos”, decimos en mi pueblo). 
A las doce, ya en los postres, que también son tan exquisitos como variados, alguien se arranca con el “cumpleaños feliz, cumpleaños feliz…”. Va dedicado para Antonia Mari, que cumple cuarenta y tres tacos aunque, a lo que se ve, muy bien llevados. 
Se consensua las 7:30 como hora de salida con la única discrepancia de quien todos sabemos (a mí no me gusta señalar. Jejeje). Salen a colación comentarios sobre la dureza de la ruta: que si 18 kilómetros de subida, que si rampas del 34 %, que si 1500 metros de altura…Conclusión: que el personal se escurre para la piltra y no quiere ni oír hablar de bebidas espirituosas (¡el “pelotazo” de toda la vida, vamos!). 
LA RUTA   
Contra pronóstico, no es “el que todos sabemos” el último en llegar para la salida (¡qué malo es tener antecedentes!), pero agotados los diez minutos de cortesía el grupo está al completo con los dieciocho Perrigalgos que tomamos la salida. Varias Perrigalgas (las cluecas en nuestro argot) se han dignado levantarse para vernos salir, sin faltar, faltaría más, Antonia Mari, nuestra retratista de cámara. 
Como es preceptivo, los primeros kilómetros nos los tomamos con calma transitando por un sendero pegado al río. La vereda es preciosa y sirve para los lugareños como “ruta del colesterol”, a tenor de las mujeres que van paseando ya a esta hora tan temprana. 



Poco antes de llegar a Cabezuela hacemos un giro de 180 grados a la izquierda, para tomar una pista asfaltada que se empina peligrosamente. Pronto dejamos a la derecha la “Casa de Ejercicios San José”, una suerte de centro de espiritualidad rodeado de naturaleza. “Un lugar de calma y de paz, para dejarse esculpir por Dios sin ruido alguno, donde el silencio es pacifica vigilancia en la llegada del Señor”, reza en la entrada. 




Seguimos ascendiendo por una pista zigzagueante ensombrecida por un espeso robledal y el grupo empieza a romperse, aunque los “comedores de brevas” aún no han roto las hostilidades. Llegamos a una carretera  que va “faldeando” (es una palabra de nuevo cuño que tiene su retranca en la peña) la sierra Traslasierra y que arranca desde la carretera que va al puerto de Honduras hasta el pueblo de El Torno.


 La cruzamos y seguimos subiendo mientras que poco a poco el grupo se estira. La élite, a la que acompaña Pablito y Antonio que andan como un tiro los canallas, empieza a “hacer sangre”. El grupo intermedio es más numeroso, y cierran el pelotón Luis, que sube a su ritmo de martillo pilón, y Pablo, que se aviene a acompañarle, aunque su sitio natural esté entre los que comen brevas. 



El asfalto se troca en cemento y los robles dejan paso a los cerezos, mientras las rampas se vuelven más exigentes con tramos que superan el 15 % de desnivel. Nos reagrupamos sobre los mil metros de altitud, recuperamos el resuello, comisqueamos algo y seguimos subiendo. Al poco de reanudar la marcha el Chino y David se percatan de que se han quedado olvidadas las gafas donde habíamos parado. El Chino baja a buscarlas, pero pronto nos da alcance para incorporarse a su lugar en el grupo cabecero.  


David Liviano, o el “hombre que susurraba a las brevas”, ha vuelto a su estadio natural respecto de la demostración de la semana pasada y transita en el grupo intermedio. Es éstas, surge Alfonso como un nuevo espécimen que merece un sesudo estudio. Yo lo calificaría con el apelativo de “ablanda-brevas”, y la definición quedaría tal que así. ABLANDABREVAS: Dícese del Perrigalgo que se acerca con sigilo a la jiguera (léase élite), toquetea las brevas y vuelve al grupo de las cabras renqueantes.  

Jorge y Diego han formado un tándem tan cojo como bien avenido y suben a un ritmo pausado. En un momento determinado el cemento da paso al camino de tierra. Es una altura donde los bancales de cerezos terminan, y solo los arbustos más resistentes a la climatología advera son capaces de proliferar.  
Toni y yo formamos un dúo momentáneo y me comenta, viendo la cumbre, que ya queda poco de ascensión, pero esto no deja de subir. 

Volvemos a esperar para reagruparnos a la sombra de uno de los pocos robles que hay en el lugar y nos tomamos un descanso, charlando de manera distendida. Jorge dice que cuando se acabó el cemento, Diego le dijo que ahora se suavizaría la pendiente. Craso error. Entonces ambos convinieron en que, a lo peor, las perras habían llegado justo hasta allí. Diego está en plan gracioso y dicharachero y, viendo a Luis con la cremallera del maillot bajada, propone una cuestación para una “reducción de pecho”. Luis encaja la broma con su innata elegancia, y a otra cosa. 



Cuando arrancamos de nuevo, Javielillo informa de que nos quedan unos doscientos metros de subida. Ahora transitamos por un camino pedregoso, entre arbustos y helechos y cruzamos regatos que bajan desde las cumbres. Al poco de pasar junto a una gran balsa de agua el camino se nivela. Hemos ganado los mil quinientos metros de altitud, la altura máxima de la ruta, y volvemos a detenernos para reponer fuerzas. Cuando llega Luis le vemos el brazo y el maillot embadurnados de negro y Pablo confiesa el percance: ha sufrido un revolcón, afortunadamente sin consecuencias.  




Iniciamos un descenso vertiginoso con unas magníficas vistas del valle y la presa del Jerte y Plasencia al fondo. Algunos bajan de forma temeraria y rozan el costalazo saliéndose casi por la cuneta, mientras otros extremamos las precauciones. 





Yo pensaba que “el tío de la marra” era vernáculo solo de nuestra tierra, pero se ve que en todos sitios tuestan jabas. Y tuvo que ser mi Juanito el que sufrió su furia. En un momento dado se nota las piernas acalambradas, y ahí que le vemos “jondeao” en mitad del camino. Los fisioterapeutas de cabecera de la peña se aprestan a hacer su labor, al tiempo que una horda de paparazzis se lanzan como lobos a captar la instantánea y una vaca contempla la situación, en lo que conforma una situación tan rocambolesca como bucólica. Espero que los cabronazos, que me han tomado estos años como conejillo de indias y tomado como paradigma de un calambrazo en toda regla, actualicen su archivo con un ejemplo más reciente. Jejeje 




Ya por carreteras más anchas, y siempre bajando, pasamos por la población de Rebollar, para continuar por caminos siguiendo los hitos con la frecha roja que marca la ruta 5. Entre campos de cerezos, y arroyos, fuentes y chorreras  (es que éste paraíso es el “valle del agua”) el grupo, que ahora sí encabeza Luis como tantas veces, llegamos al camping. 



EPÍLOGO 
Con la satisfacción del deber cumplido nos damos un baño reparador en el río entre risas, y nos “recetamos” unas cervezas bien frías que nos vienen al pelo, antes de merendar todos juntos en lo que sería una repetición de la noche del viernes. Tras la sobremesa unos se tiran a dormir la siesta, otros a tomar un café, otros a la piscina, en fin… 
El parte médico arroja varias incidencias. Las hijas de Manolo y David tuvieron que ir a urgencias, algún dolor de barriga que otro, Pedro Antonio con migrañas, un amago de accidente que quedó en el susto cuando la hija de Juanlu se cae al otro lado de la represa en el río… 
El domingo cada cual de lo toma a su gusto con una gran variedad de actividades que van desde el senderismo, pasando por el pádel, ciclismo, piscina, o simplemente relax y descanso.  
Tras la comida en la cafetería unos apuran las horas hasta el final, y otros enfilan para casa tras pasar un fin de semana inolvidable que todos queremos repetir. 
PD: Mi mujer me acaba de dar el disgusto más grande de mi vida. Ha caído en la cuenta de que se ha dejado la botella de Larios enterita en un armario del bungalow. ¡Madre mía, qué desastre! Y pongo fin a este relato mientras me cago en todos los santos que almuerzan. 
Hasta la próxima, “correliebres 

Crónica de Pedro Carrasco Cuesta

8 comentarios:

  1. Don Pedro espectacular crónica como espectacular fin de semana que hemos pasado deseando volver el año q viene. la ruta preciosa y light 😃😃😃😃😃 . Lo del ablanda-brevas no llegue ni de cerca a la elite como todos sabemos.😭😭😭😭

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  2. Como siempre D. Pedro es un gusto leer sus relatos"" no estuve alli pero parece que lo vivi"" seria el comentario justo. Con respecto al sitio y a la compañia a sido un placer y espero seguir el priximo año yendo a la cita. O sea que ya hay comebrevas, ablandabrevas y los que quieren comer brevas.....������������

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  3. Pero Pedro como quieres que no asignen crónicas si tienes un don con la pluma!!! Una crónica acorde al fin de semana que hemos pasado, lástima que la ruta al ser tan light nos haya sabido a poco...en fin, el año que viene mas dura.

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  4. Con un hormigueo en los pelos de la nuca, que me indican indefectiblemente que estoy leyendo algo que vale la pena, que me implica, que me emociona.
    La mirada, la originalidad, la fidelidad a los datos, la honestidad, el estilo cuidado y maleable,el decir algo nuevo y decirlo bien y de una forma nueva.
    POR FAVOR DON PEDRO SIGUE ASÍ.
    GRACIAS.

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  5. Don Pedro, usted está en el punto de mira, en lo que la redacción de crónicas de especiales se refiere, porque es quien mejor sabe y puede relatar jornadas como las disfrutadas en el Jerte, por tanto, no te ha de extrañar, y lo justificas con la soberbia redacción de lo acontecido, siendo para mí, el culmen, la inigualable definición del ABLANDABREVAS, que ni el mismísimo Luis Piedrahita.
    Otro año más, el fin de semana disfrutado en estos bellos parajes del Valle del Jerte resultó excepcional. Ruta preciosa, a la par que “durilla”, convivencia fabulosa, con un lunarcillo que espero y confío quede en el olvido, en definitiva, con ese regusto que invita a tener unas ganas tremendas de no perderse la cita del año que viene.

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  6. Ah, se me olvidaba. De parte del que todos sabéis y nadie quiere señalar, si os parece, este domingo ponéis otra especial y salida a las 6:30 horas, con la fresquita.

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  7. Enorme y divertida crónica Don Pedro, no se podía esperar otra cosa, un placer leerla y vivirla de nuevo. Ya tenemos susurrador y ablanda brevas, pero seguro que esto no para aquí, que pase el siguiente... Exigente y preciosa ruta, como siempre que nos adentramos por el Valle del Jerte. Como podréis comprobar en la élite ciclista me afano por entrar sin demasiada suerte, pero en conocer centros de salud y farmacias nadie me supera; ¡¡para cuando alguna especial individual!!
    Gran fin de semana y deseando que llegue la próxima ruta Jerteña.

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  8. Que decir que no te han dicho, eres el maestro,siempre nos tienes una sorpresa en cada crónica, en cada ruta, en todo, es una suerte tenerte entre nosotros, cuanto nos enseñas, lo del apeleativo Ablandabrevas quedará registrado en el diccionario de Literatura española ya mismo, jjjjjj.En cuanto a la ruta preciosa, exigente, divertida, como bos tienen acostumbrados esa zona de nuestra Extremadura, el año que viene más y mejor.

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