jueves, 3 de marzo de 2016

LA COVATILLA: PERRIGALGOS EN LA NIEVE





https://youtu.be/F80gkD7IPpI
            https://youtu.be/FihtmfT6bAE
            https://youtu.be/qM7WnEeMW8c
            https://youtu.be/Fo-RXBgberU
            https://youtu.be/-hymwZPFc48
            https://youtu.be/Y58Y6NsP_oQ
            https://youtu.be/CH-wfzgfT9g
            https://youtu.be/sIMV6jsdTOs
            https://youtu.be/CdgLqkwNY_Y
            https://youtu.be/ScmTzK8L6M0
            https://youtu.be/w-vE4B6yzac
Regreso al grupo tras mi percance justo para la especial de La Covatilla y, cómo no, enseguida me pone Javielillo deberes, cumpliéndose la máxima de los que reaparecen.
Un año más nos aprestamos a pasar un fin de semana en Béjar, una experiencia que, a base de ganar adeptos año tras año, se ha convertido en clásica por derecho propio. Como en la última edición pasamos más frio que capando focas, se decidió retrasar este año la fecha con el propósito de tener una temperatura más benigna. Craso error. Y es que el fin de semana elegido ha sido, de largo, el más frio y desapacible, nevada incluida, de lo que llevamos de invierno.
El número de personal movilizado ronda los sesenta componentes que van saliendo del pueblo con cuentagotas, cada uno dependiendo de los horarios laborales que tengan. Los que salimos a las tres y media acertamos de pleno, pues llegamos justo cuando arreciaba el temporal, granizada y posterior nevada incluida. Los que llegaron después se encontraron con la carretera de subida al albergue completamente nevada, con los contratiempos y hasta peligro que ello acarrea. Al final, con mejor o peor suerte, todos llegamos con bien al destino. Para entonces la nevada era de campeonato, para solaz y contento de la chiquillería, que se lo pasa a lo grande.


El albergue juvenil Llano Alto es un vetusto edificio que fue en su día un sanatorio para tuberculosos. La verdad es que aquí el aire como sano es sano. Al parecer, cuentan los lugareños que ahí se oyen sicofonías y ocurren cosas paranormales, y dice la leyenda que en sus pasillos y recovecos se oyen susurros y lamentos, así como chirriar de puertas y ventanas sin motivo aparente. Bueno, la verdad es que el lugar da un poco de repelús. A primera vista se me vino a la cabeza la película de terror El Resplandor por su semejanza con aquellos larguísimos pasillos donde Nicholson acojonó a toda una generación con aquella cara de loco peligroso. Pero al final, y tras pasar dos noches entre esas paredes, yo solo pude escuchar la escandalera de los muchachos y, más de madrugada, los recurrentes resoplidos de algún roncador de los que estamos bien surtidos en la peña.
Una vez instalados tomamos posesión del recibidor. Instalados en una charla distendida, disertamos sobre la posibilidad cierta de no poder hacer mañana la ruta, a tenor de cómo pinta la cosa. Y es que el espesor de la nieve va subiendo y las previsiones para mañana sábado no son nada halagüeñas. Luis es el más “porculero” y no deja de sembrar cizaña y de intentar ganar adeptos para su causa, que no es sino la de abortar la salida.


Todos sabemos que aquí  está prohibido consumir bebidas alcohólicas y hacemos tiempo hasta que la responsable (una vieja carcunda emparentada con la señorita Rottenmeier ) termine su horario a las diez y nos deje vía libre. Cuando se va desplegamos una panoplia de licores de todo tipo que van desde la humilde ginebra que bebe el menda, hasta el elitista Cardhu que trasiega Diego.
LA RUTA
Tal y como habíamos acordado, a las ocho y media nos juntamos en el recibidor para sopesar si salimos o no. Es verdad que hace mucho frío y hay mucha nieve, pero no es menos cierto que el viento está en calma y, de momento, no parece amenazar nevada. La balanza está bastante nivelada entre los valientes y los “guevones”, y se barajan distintas opciones de rutas más cortas. En esas, vemos pasar un grupo de ciclistas que se han aventurado a salir y ese parece ser el aldabonazo para decidirnos a secundarlos.
Al final once intrépidos Perrigalgos tomamos la salida jaleados y…retratados por nuestras mujeres, que han tenido a bien acompañarnos en la salida. Con pies de plomo iniciamos la marcha por un paraje nevado que se asemeja a una postal navideña. 



Los primeros momentos son de asombro y deleite por la contemplación de la estampa de un camino impoluto y sin mácula, jalonado de robles desnudos con las ramas llenas de nieve. Pero suele decirse que la nieve se disfruta un momento  para pasar a sufrirla sin solución de continuidad. Y pronto nos ocurre lo propio cuando nos acucian los primeros problemas, como la imposibilidad de calzarse las calas, las ruedas a rastras atascadas de nieve o las subidas, donde hemos de echar lie a tierra (a nieve quería decir) y andar varios kilómetros hasta llegar al embalse de Navamuño.




 Se trata de una presa sobre el río Cuerpo de Hombre que abastece a una treintena de poblaciones de la comarca de Béjar.



Unas veces montados y otras andando llegamos a una carretera que baja hasta Candelario, pero que no ha sido limpiada por los quitanieves. Antes de continuar nos despojamos por un momento de cualquier prejuicio y ahí nos vemos revolcándonos en un mullido manto de nieve de más de un palmo y lanzándonos  bolas de nieve como chiquillos.



 Una foto del grupo y nos lanzamos para abajo, tomando las precauciones necesarias para evitar cualquier percance. Ya en Candelario, que presenta otra estampa de ensueño, sopesamos qué hacer y decidimos subir a la Plataforma, toda vez que la carretera se encuentra limpia de nieve. Son siete kilómetros de ascensión que hacemos en plan relajado, aunque el grupo se parte en dos. Y es que un grupo de Perrigalgos no sería tal sin alguna que otra cabrita coja. Arriba nos calentamos en la cafetería con un colacao mientras esperamos a los rezagados.


Bajamos para abajo y en un santiamén volvemos a Candelario, para continuar camino de la meta, a la que llegamos a la una y media con una treintena de kilómetros recorridos y la satisfacción por lo exitoso de una etapa que tenía muchos condicionantes adversos.


Nos cuentan que el grupo de senderistas formado por las Perrigalgas y pastoreadas por Joaquín, Nico, Javi y Chiqui, haciendo las veces de “mansos”, también han culminado su aventura con éxito y han disfrutado de una experiencia que les quedará en la retina para siempre.
Nos damos una reparadora ducha y nos tomamos unas cervecitas que sacamos directamente de la “nevera” (léase el seto nevado que está junto a los aparcamientos). 

Después de comer, los unos de “jondean” en la galguera a dormir la siesta, y los otros nos bajamos a Béjar a ver el derbi entre el Real Madrid y el Atlético, un partido que terminó con victoria para los colchoneros y del que prefiero pasar de puntillas por no recrearme en la suerte y herir sensibilidades, que los hay muy susceptibles. Ya de vuelta nos enseñan las fotos de los camastrones que han dormido la siesta (Juanlu, el Demontre, el Chino…) y que han sido pillados en brazos de Morfeo, en lo que se podría denominar como una acción punible en el código penal como un flagrante allanamiento de morada. Ahí queda eso.


El descanso del Guerrero

El grupo se divide de nuevo y mientras unos se recrean zascandileando por el albergue, otros nos vamos a Candelario a tomar unas copichuelas por un pueblo con enjundia, tocado por méritos propios con la varita mágica del turismo.
Tras la cena, de nuevo se congrega el personal en el recibidor en una distendida sobremesa, presidida por el desenfado, donde no hay lugar para la menor disputa o disensión. Estamos en un ambiente relajado y no nos apercibimos siquiera de la prohibición de tomar alcohol. El güisqui, el ron y la ginebra pasan de mano en mano como si tal cosa. En un momento dado el responsable que atiende en la recepción se nos acerca y nos espeta, lacónico, a quemarropa, señalando las botellas con el dedo índice enhiesto: “Tengo que dar parte”. El personal ni se inmuta y nos viene a las mientes aquel otro menda del Jerte que nos “amenazó” con los aspersores. Y es qua, a este paso, corremos el riesgo de ser declarados peña “non grata” en media Extremadura. ¡Cuánta incomprensión… y cuánto pamplina suelto!


Cuando la mayoría se retiran a dormir, nos quedamos unos cuantos (Andrés, Demontre, Juanlu, Pablo y yo) (siempre le pasa lo mismo a los mismos) a echar la “arrancaéra”. Y se produce de manera espontánea uno de esos escasos  momentos donde se está a gusto, y el maridaje con el alcohol eclosionan en unos instantes sublimes donde no anda lejos el nirvana. Nos enfrascamos en una sesuda disertación sobre la darwiniana teoría sobre la evolución de las especies, tomando a modo de símil la metamorfosis de un chimpancé que evoluciona hasta convertirse, por arte de birlibirloque, en un gorila de lomo plateado. Es una alegoría que no entenderán los que no estuvieron en el ajo. En fin, qué más da.
Al día siguiente recogemos los bártulos y el personal enfila hacia La Covatilla. Es el día de los niños, donde se lo pasan como los indios. Y es una de las razones por las que ésta especial se ha convertido en clásica. 
Hasta la próxima, “correliebres”.
Crónica Pedro Carrasco












5 comentarios:

  1. LA CABRITA COJA (José Luis )3 de marzo de 2016, 16:21

    Que decirte y como calificarte ante tal relato y descripción de todo lo acontecido y vivido este fin de semana. Verdad es que todo lo vivido y visto durante estos dias quedarán grabado en nuestras memorias por siempre. Esperiencia inarrable la cual solamente se puede vivir para poder hacerse una idea. Don Pedro me quito el sombrero ante la facilidad que tienes de poder narrarnos y hacerme reir conforme voy leyendo. Sobre la consolidación de esta ruta dentro de las especiales decir que cada vez el numero de afluencia de personal va en crecimiento y animo que los que no han experimentado esta ruta por lo menos se atrevan en años proximos. Un placer y al mono del lomo gris decirle que la vida es para disfrutar y no se tan renegado. Lo mismo es que tuvo un mal día y está mal follao.

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  2. Espectacular cronica Don Pedro y una narracion de lo acontecido que me queda con mas envidia sana de no haber podido ir, la proxima no se me escapa, espero que halla sido inborrable en la memoria de los participantes.

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  3. Magistral, Pedro. Mejor no pueden ser relatadas las vivencias disfrutadas durante este fenomenal fin de semana. La ruta por esos preciosos parajes completamente nevados que parecen sacados de una postal navideña, sinceramente no tiene calificativos suficientes para ser descrita (hay que vivirla, sin más), aunque por momentos me pareció más, una sufrida expedición al ártico, o una secuencia de la película “El Renacido”, que una ruta perrigalguera. Si a ello le unimos, el buen ambiente, la camaradería, risas, anecdotario, fichajes que suman, qué más se puede pedir. Pues que año tras año nos sigamos juntando para ir añadiendo gratas experiencias dignas de ser recordadas.
    Estoy contigo, abuelete, que el hilarante remate del sábado noche, fue de escándalo. Curioso, que como ocurrió en el Jerte, siempre viene precedido de un incordio de tío.
    En cuanto a los usurpadores de la intimidad, simplemente anunciarles que llevo toda la semana preparando la querella. En breve tendréis noticias. Vaya unos Tiacos.

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  4. Pedro enhorabuena por tu relato, la mejor pluma para el mejor fin de semana.
    Lo que hemos vivido con la bici difícilmente se repetirá, fue simplemente increíble, solo al alcance de unos locos perrigalgos dispuestos siempre a pasar buenos ratos rodeados de la mejor compañía. Como esto siga aumentando en número pronto tendremos que echar las sillas de camping porque el aforo del salón de cubatas ya estaba petado.
    Pues nada lo dicho, hasta junio en Navaconcejo, siempre y cuando no nos toque en una mesa electoral, que esto pinta muy mal....

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  5. Don Pedro siempre digo que para rutas buenas, buena pluma y tu lo bordas. La verdad que al final hubo suerte, hemos andado sobre nieve otro elemento no explorado por los Perrigalgos. Ruta bonita y compañia inmejorable. La verdad es que tenemos un grupo muy sano con el que da gusto pasar un fin de semana donde sea, esta ruta es otra clásica como la de Navaconcejo. Hasta la próxima

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