miércoles, 27 de febrero de 2013

La Covatilla con frío y viento no es dura, es durilla




Videos:

primer video:
 http://youtu.be/5fFD16G-tj4
segundo video:
 http://youtu.be/Z2UBFL7CSOU
tercer video:
 http://youtu.be/l17PsiYKuQo
cuarto video:
 http://youtu.be/v4K92PJoKyk
quinto video:
 http://youtu.be/0SiKoPaflUI

Crónica Diego Parejo

Si empiezo la crónica con la subida a la Covatilla me dejaría en el tintero un montón de anécdotas que por desgraciadas merecen la pena ser contadas, a si que como prisa no hay y tarde no es pues os las cuento….
Todo empieza el año pasado cuando nuestros anfitriones Juan Luis, Pablo y Paco deciden llevarse las bicis a Béjar aprovechando que suelen pasar un fin de semana en esas tierras en familia con los niños. Las sensaciones son buenas y a mí me ponen los dientes largos, con lo que me propongo no perderme la cita de este año y me preparo a conciencia saliendo todos los fines de semana, empresa nada fácil para mí, bien es sabido el diploma que me gané este año con total merecimiento, “premio jarana”, y más de un domingo me costó tela, pero bueno, también es cierto que soy un poco cabezón y lo que me propongo suelo cumplirlo, o por lo menos lo intento.
Este año además de nuestros anfitriones nos acompaña Jose Carlos, el sobrino de Paco, que han traído engañao al igual que a mí y que sufriría en sus carnes la dureza de la prueba. El viernes partimos hacia Béjar y el día es malo pero mal se iba poner sobre todo cuando estamos a un paso de llegar a nuestro destino, cuando una señora tormenta nos coge en el puerto de Béjar, los limpias no daban abasto, los coche casi parados en la carretera, algún  que otro coche en el otro carril haciendo trompos y Paco que iba delante mía le perdía por momentos….una autentica odisea. Por fin doy con Paco y juntos llegamos al albergue. En el trayecto de Béjar a Llano Alto, albergue en el que pasamos el fin de semana, nos cae una nevada y subimos con mucha precaución porque el coche no agarraba bien y de vez en cuando se deslizaba de un lado a otro.

 Por fin llegamos a nuestro destino pero Juan Luis y Pablo no llegan. La espera se hace interminable y decidimos llamar para ver que pasa. Malas noticias, el coche de Juan Luis se ha averiado y están averiguando el tema de la grúa, que mala suerte, mal llevamos el fin de semana. Por fin solucionan el tema y nos reunimos todos en el albergue a dar buena cuenta de la cena y posteriormente a organizar la ruta de la covatilla. Del albergue deciros que está situado en un marco incomparable, en un alto con unas vistas preciosas, grande, muy grande, totalmente acondicionado, limpio, con buena comida y prácticamente para nosotros solos, que más podemos pedir….bueno y después de contaros todo esto, que yo creo que ya  os he situado, voy a ponerme ya con el día siguiente, que como siga así no termino…

El reloj suena a las ocho, aunque despertarme como que no, ya que en la habitación de al lado esos locos bajitos que son los hijos de los anfitriones están de juerga desde las seis y media de la mañana y es que hasta en eso hemos pagado la novatada. Desayunamos y nos disponemos a salir a nuestro destino, la moral de la tropa está por las nubes, salimos fuera y “pumm” frío a manta y un aire que me hace dudar de lo lindo, vaya día que hemos alquilao. Engrasamos las bicis y primer contratiempo de la mañana, la válvula de una rueda de Jose Carlos está rota y hay que cambiar la cámara. Arreglado el problema nos montamos en las bicis para irnos y segundo contratiempo, esta vez tiene mala pero mala pinta….los piñones de Paco están girando como locos y la bici no anda, madre mía, esta es gorda…. El amigo Paco ante la imposibilidad de arreglar el entuerto nos invita a proseguir la marcha sin él a lo que accedemos a regañadientes, es injusto, con la ilusión que teníamos todos, maldita la hora…
A la mitad de la bajada nos paramos y decidimos llamar a Paco e intentar convencerle de que lleve la bici a un mecánico, decidimos ir nosotros a buscar una tienda de bicis que nos han recomendado y que resulta ser del hermano del afamado ciclista Cubino. Kike, que así se llama el hermano de Cubino, se desvive con nuestro compañero y hace lo posible y lo imposible por que Paco pueda subir a la covatilla. Se le ha roto el núcleo de los piñones o algo así, es que yo de eso no entiendo, y en la tienda el mecánico y él no dan con el casquillo, y es que hasta esa pieza está por dar la castaña (yo creía que eran todas iguales). Mala cosa, nos venimos abajo, pero Kike no está dispuesto a permitir que nuestro Paco no suba con nosotros y ni corto ni perezoso se va a su almacén y viene cargado con una rueda, le ponen sus piñones, su disco de freno, su cámara y su cubierta y problema resuelto, como dice Paco, gente buena hay en todos lados el caso es dar con ella y nosotros en ese aspecto tuvimos mucha, pero que mucha suerte. Desde aquí y de parte de mis compañeros y mía darte las gracias por tu profesionalidad , tu dedicación y tu compañerismo, te vendremos a visitar cada vez que vengamos, no cambies nunca….

Por fin una vez solucionado el entuerto nos disponemos a realizar la ruta, son las once menos cuarto y todavía no hemos dado ni un pedal, y encima tenemos que intentar llegar antes de las dos para poder devolverle la rueda a Kike, madre mía, a la covatilla y con prisas…..
Cuando me dijeron lo de la subida a la Covatilla pensaba yo que era subir el puerto y ya está pero nada más lejos de la realidad. Ya en el mismo Béjar empezamos a subir y a subir y ya no lo dejamos hasta que llegamos a nuestro destino. También es verdad que los primeros diez kilómetros son más suaves pero eso no quita que te vayan calentando de lo lindo. En este tramo vamos rodando los cinco reagrupados, yo creo o por lo menos yo, reservando fuerzas ante la subida al puerto, que ante lo desconocido da un poquito de respeto. Las piernas van cogiendo temperatura, cosa complicada debido al frío, pero que nos vendría de perlas para la ascensión. Pasado el poblado de La Hoya ya va dando el tufillo del puerto y a muy pocos kilómetros pillamos el desvío de la Covatilla. El grupo va bien, bueno no, va muy bien con lo que decidimos parar donde están las máquinas quitanieves y reponer un poquito las fuerzas. Foto de rigor y pa´lante.


 El primer kilómetro de esos diez que tiene el puerto es de tanteo, es decir, muy suave con nuestro plato del medio, piano, piano. Es aquí donde nuestros compañeros Pablo y Juan Luis empiezan a poner nieve de por medio. De repente una pequeña bajada y ¡¡zas!! plato chico y pa´rriba, ya no lo quitaría en todo el camino. Paco, Jose Carlos y yo vamos más o menos al mismo ritmo durante buena parte de la ascensión, a los otros dos los vamos perdiendo poco a poco… Estas rampas son bastante duras, las podemos comparar con la Bola o con el Cebreiro, pero lo que realmente hace dura esta subida es el mal tiempo, el viento y el frío.

Paco se nos va yendo poco a poco y yo voy siguiendo como puedo la estela del chaval. Hay que ver como vamos gateando, herradura tras herradura, desnivel tras desnivel, y es que se me vienen a la cabeza los ciclistas profesionales, son super hombres, atacando en puertos donde yo me veo negro para pasar de seis por hora, ¡que bien se ve desde el sofá!. Poco a poco vamos subiendo y viendo desde arriba unas vistas preciosas, paisajes blancos tan inusuales por nuestras tierra que lo hace mucho más bonito, las curvas van quedando abajo y nuestra meta mucho más cerca…Cada vez me cuesta más seguir a Jose Carlos con lo que decido reservarme y subir a mi ritmo. Ya queda poco, el frío se hace cada vez más fuerte y mis dedos ya lo van notando, que frío, una subida tan dura y yo sin sudar. La última rampa de la subida es la más dura, mi cuentakilómetros marca cuatro con ocho, la mínima de la ascensión,  pero es corta y ya veo como el chaval llega a la cima. Lo que me queda es llano aunque parezca mentira, me recreo y pienso para mí “ este ya cayó”, que alegría, que satisfacción sientes cuando consigues tus objetivos, somos unas máquinas. Una vez allí me reuno con el chaval y vamos a buscar a los anfitriones. La gente se nos queda mirando como diciendo “hay que estar muy loco…”.





En el restaurante nos tomamos un chocolate que nos sienta de lujo, hablamos, nos reímos y empezamos a prepararnos para el peor descenso de la historia. Tenemos pánico a la bajada y no precisamente por la pendiente, es la primera vez en mi vida que no quiero bajar. Nos ponemos periódicos debajo de la chaqueta y ¡hala! pa´bajo. Los dos primeros kilómetros de bajada sencillamente son horribles, no me siento las manos, el dolor es insoportable, Paco que va delante mía se para, tira la bici y se agacha metiéndose las manos en la entrepierna. Jose Carlos, Juan Luis y yo nos paramos, Pablo ya va por el quinto pino, y yo asustado le pregunto qué le pasa creyendo que era la espalda. Paco ni corto ni perezoso, no solo no me contesta, sino que con su forma tan peculiar de decir las cosas suelta “ ¡las maaaaaanos, las maaaaaaanos!!! ¡¡¡esto no me ha pasado a mi nunca!!!! Jajajajajajajaja nos partíamos de risa todos menos él, pero bien es verdad que estábamos todos igual que él. El resto de la bajada aunque con frío la hacemos ya mejor y llegamos al cruce donde nos espera Pablo. Paco coge el teléfono y llama a Kike como puede, le comenta nuestra posición y nos dice que nos espera para cambiar la rueda a Paco. Estos diez kilómetros pasan volando, todo para abajo, es aquí donde pillo la máxima, setenta y cuatro kilómetros hora, ahí es ná y nos plantamos en Béjar en un plis plás. Paco, Jose Carlos y yo vamos a la tienda de Kike Cubino mientras que Pablo y Juan Luis acometen la última y dura subida hasta el albergue y es que son tres kilómetros y pico que nosotros nos saltamos a la torera, otra vez será…



Ya en la tienda nos espera nuestro héroe Kike que con esa simpatía nos recibe y nos cambia la rueda. Para colmo no le quiere cobrar nada a Paco pese a la insistencia de éste y es que este hombre se ha ganado unos amigos para siempre….Seguro que Paco te tendrá presente en sus oraciones, gracias máquina.
Por último ya montamos las bicis en el coche y nos vamos al albergue a dar buena cuenta de la comida y la ducha y sobretodo con la satisfacción del reto cumplido.




Al día siguiente nos vamos todas las familias a pasar el día a la Covatilla, a la nieve pero eso….eso ya es otra historia.
Un saludo y espero que se os haya hecho amena la crónica….haber si el año que viene se animan más perrigalgos!!!!!

5 comentarios:

  1. menudo dia ,pero al final salio del todo medio bien...gran nevada y mejor pasarlo en familia .un buen fin de semana redondo..!!

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  2. Diego, la has clavado. Con todo el material que había, no te has quedado nada en el tintero. Como dices, una cosa es contarlo y otra vivir, con esas condiciones climatológicas tan adversa, la subida a la abominable cumbre de las nieves (La Covatilla): 20 km de ascensión, los últimos 9 al 8% de media, pendientes del 19%, -4º C., aunque con sensación térmica de -10º C., rachas de viento de más de 50 km/h. Ánimo perrigalgos, el año que viene más.

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  3. Estoy de acuerdo con Juanlu en que la crónica es excelente, aunque no la haya vivido, afortunadamente, a tenor de lo mal que lo pasarteis con el frio. ¡ Leyendo el relato me daba frio hasta a mí!. Y es que la palabra Perrigalgo es sinónimo de masoquismo.
    A lo peor al año que viene me lio la manta a la cabeza y me arranco, aunque solo sea por que no seais vosotros solos los locos.

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  4. Pedro te cojo la palabra, el año que viene os teneis que animar, por muy duro que sea merece mucho la pena, aunque yo se que por lo duro no es porque si lo he hecho yo.....

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  5. Aqui, sentado en el brasero y he sentido el frio. Buena crónica y buena ruta. Que pena de forma pérdida. Enhorabuena por tan formidable ascenso y con condiciones tan adversas.

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