martes, 4 de enero de 2011

PERRIGALGOS EN LA NIEBLA



Crónica por Pedro Carrasco:

Son las nueve y un incesante goteo de Perrigalgos confluyen en el paseo. Se chocan manos, se cruzan felicitaciones y se desea a los compañeros un feliz año nuevo.
Alguien hace un recuento y le salen nada menos que veintidós “correliebres”. Si alguien pensaba que la consolidación de esta peña estaba en entredicho, en esta etapa se ha corroborado que nada más lejos de la realidad. Hoy se han sumado al grupo varios chavales, que a buen seguro pasarán a engrosar el número de miembros que cada domingo se dan cita para salir a pedalear; y eso que en esta ocasión han faltado a lista “espadas” tan asiduos y notables como Domingo, Antonio, Diego, Santi, Flore o el corredor más regular (en todas sus acepciones) del año pasado, Emiliano.


Algunos me señalan para que ponga la ruta, pero hay detractores que temen que pueda ser tan dura como en otras ocasiones. Al final, con buen criterio, se elige una más llevadera, pensando en los corredores noveles que nos acompañan. Y como suele decir Emiliano: “Como empecemos que si por aquí, que si por allí, siempre terminamos en el mismo sitio: en la cuesta de Cuadradillo”.


No hace frio apenas, pero hay una niebla alta que se espesa a medida que nos adentramos en el monte. Pedaleamos por caminos encharcados que embadurnan de barro las bicis y sus jinetes. Moqueamos como ovejas modorras y a cada rato alguien se aparta para sonarse. Alguno comenta: “Nos vamos a tener que atar un trapo en el manillar, como los cocineros”.

José Luis coge un charco por el lado equivocado y se produce el primer aterrizaje del año; no fue nada serio, pero sirve para provocar la risa del resto.

Nos cruzamos con un grupo de gente andando que nos saludan, al tiempo que cruzamos por un terreno de arenas que en verano son movedizas pero que ahora, empapadas de agua, se trocan en “hundidizas”, como apunta con tino algún Perrigalgo.


Llegamos a la pista asfaltada que va a Arroyomolinos, a la altura de la Dehesa Vera, y allí nos esperamos para reagruparnos, retratarnos, reponer energías con el plátano o la barrita…y alguno, como Andrés, defecar plácidamente. Aunque pueda parecer una impertinencia escatológica, no es nada baladí la gratificante sensación que se siente echando una buena cagada en el campo. Javi trata de captar la instantánea con una foto mientras el “cagón”, camuflado detrás de una chaparrera y con la voz entrecortada de quien hace fuerza, exclama: “¡Javi, ni se te ocurra!”

Ya de vuelta nos aplicamos al pedaleo con ahínco. Pasamos por “El quinto pino” y el posterior y duro repecho, que cada uno sube a su ritmo.

Con el terreno favorable nos lanzamos a “tumba abierta” y el grupo se disgrega. De nuevo un parón: Perrigalgos “reunidos” en los Castillejos “arrejuntados” (al revés, para que me entendáis).

Cruzamos el Canal de Orellana y seguimos por Las Monjas y Marmedra. Al paso de la “serpiente multicolor” (así denominó en su día un periodista cursi a un pelotón de ciclistas) se levantan a diestra y siniestra bandadas de grullas atronando el cielo con su peculiar graznido.

Son poco más de las doce cuando llegamos a la sede, donde nos espera una bandeja a tente y bonete de bocadillos que engullimos con una birra o un refresco.
En fin, que hemos pasado una pletórica etapa de ciclismo para abrir este nuevo año. Le deseo a toda la familia Perrigalguera un próspero año 2011. Aunque viendo cómo está el “patio”, prefiero ser más comedido y decir como el del chiste: “Virgencita, virgencita, que me quede como estoy”.

Pedro Carrasco Cuesta

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