martes, 25 de enero de 2011

Los cuatro "ciclistas" del apocalipsis



Domingo 23 de Enero de 2011
Participantes:
Pedro Carrasco
Agustin Sosa
Ángel Tomás Tena
Diego Parejo

Itinerario: Medellin, Mengabril, La Serrezuela, sierra de Las Cruces, carretera del Valle, pista de vuelta a Mengabril, Medellin y carretera de Santa Amalia.

Km día: 65.30
Tiempo: 3:39:42
Vel. Med: 17.85
Vel. Max: 50.23


Comentario:
La cena del sábado ha diezmado tanto al pelotón que tan solo cuatro Perrigalgos nos hemos dado cita a las nueve en el paseo. Somos los únicos supervivientes de una noche de excesos, pero conformamos un grupo bastante completo: tenemos cronista (un servidor), cámara, encargado de colgar la crónica en Internet, y dos animosos jóvenes como representantes del futuro de la peña.
Diego me pregunta que donde vamos. Barajamos dos alternativas: la sierra de Cornalvo o la de Las Cruces. Al final nos decantamos por la segunda opción.
Arrancamos con dirección a Medellin. Como el grajo vuela bajo, hace un frio del carajo; más que capando focas, que suele decirse. Pedaleamos a buen ritmo y enseguida el cuerpo entra en calor.
Cruzamos Madellin y enfilamos para Mengabril. Tras cruzar la vía férrea, giramos a la izquierda por un camino que nos conduce a Mengabril, pueblo que cruzamos sin apenas ver transeúntes por las calles.


Seguimos con dirección a la sierra de Las Cruces. Dejamos la sierra a la derecha y nos adentramos por un paraje adehesado de suaves ondulaciones. Pronto abandonamos el camino y seguimos por un sendero que discurre por la margen derecha del río Ortigas. En pocos minutos llegamos a “La Gran Cascada” (como la de aquel chiste del indio), donde nos detenemos a tirar unas fotos.
Cuando nos disponíamos a pasar las bicicletas por encima de una alambrada, se nos presenta un hombre (creíamos que era un simple esparraguero) que nos impide el paso, con no muy buenos modales, arguyendo que se trata de un terreno privado; de su propiedad, seguramente. Nuestra intención era llegar al puente llamado “La Pared”, pero nos vemos en la obligación de volver sobre nuestros pasos y continuar por un camino que discurre bordeando la montaña. Saltamos una valla y nos adentramos en la sierra por un camino entre frondosos pinares. En un punto alto nos detenemos a tirarnos la foto de rigor y reponer fuerzas con el plátano. Las vistas son preciosas: a un lado el castillo de Magacela, al otro la sierra de la Lapa, donde está el famoso puerto de la Cabra (a ver cuando nos animamos a ir a “conquistarlo”).



Ya de vuelta bajamos a toda mecha para ganar la carretera que va al Valle de la Serena. Cuando nos disponíamos a saltar una alambrada nos interpelan dos pastores. Les decimos que somos de Santa Amalia y, tras hacerse cruces de que vengamos de tan lejos con la bici, nos preguntan si conocemos a Mera, el del estanco. “¡Anda cojones, claro que le conocemos!”, les decimos. Al parecer, llevan en arriendo una finca que tiene por aquí cerca nuestro paisano.



Ya en la carretera subimos la cuesta El Reventón, para torcer después a la izquierda camino de Mengabril. Con el viento de culo y un terreno favorable, volamos en el regreso.
Ángel Tomás da muestras de cansancio y nos acoplamos a su paso, llevándole a rueda.
Frente al Quinto Cecilio vemos a la policía de tráfico con el coche del radar, a la caza de incautos. Diego comenta: “A nosotros no creo que nos denuncien por exceso de velocidad”.



A la una menos cuarto llegamos a la sede. Alejandro nos dice que a las siete de la mañana habían llegado varios Perrigalgos con la “perpejía” (¿serán duros?).




Maricarmen se esmera con los cuatro “supervivientes” y nos obsequia con un suculento menú a base de carne en caldereta con patatas fritas, jamón, lomo… Nos “recetamos” doble ración de refrescos y cerveza y, casi merendados, nos despedimos comentando si la etapa de hoy computa o no computa. En cualquier caso, para los más quisquillosos, decir que ninguno suponemos un peligro para los que optan al premio de la regularidad.
Hasta la próxima “correliebres”.



Pedro Carrasco Cuesta.





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