martes, 21 de septiembre de 2010

EL CUERPO EN LA SIERRA DE RENA Y LA CABEZA EN GUADALUPE.


Domingo, 19 de septiembre de 2010


Comentario:

Como es por norma ineluctable, a las nueve se congregan en el paseo los Perrigalgos para la ruta dominical. En esta ocasión nos hemos juntado la nada despreciable cifra de 18 unidades. Y es que, como van remitiendo los rigores veraniegos, con lo que llevan aparejado (vacaciones, calores extremas, polvo, abreojos, algunos con fobia al asfalto…), van acudiendo “a careo” todos los que hacen “cordones” de vez en cuando.
La ruta elegida es la sierra de Rena, un recorrido del que este humilde escribidor fue descubridor, y que volvemos a reeditar de nuevo.
Al pasar por la residencia de mayores San Miguel, llega hasta nuestro olfato el apestoso olor de las peladuras de tomate que han echado junto al camino. La gente comenta con gestos de repugnancia el insalubre pestazo. Y el cachondo mental de Javi comenta: “Yo creo que las han tirao aquí pa que se mueran los viejos, si no es imposible”.
Por un híbrido de caminos de tierra y pistas de asfalto, pasamos por Hernán Cortés y llegamos a la falda de la sierra de Rena. Giramos a la izquierda por un camino pedregoso que discurre entre chaparreras y enseguida estamos al pie de la cuesta Criminal, como fue bautizada en su día por algún Perrigalgo ocurrente.

José Carlos y Antonio, conscientes de su precario estado de forma, deciden obviar la dificultad montañosa y esperarnos a la sombra de un magnífico ejemplar de eucalipto, junto al huerto Santa Inés. Los demás hacemos la intentona de subir en la bici (muchos son los llamados y pocos los elegidos) con menor o mayor suerte.





La cuesta no tiene más de 100 metros y una pendiente del 16 % de desnivel. Pero su hándicap es que tiene piedras sueltas, así que para tener éxito hay que juntar potencia y técnica, cualidades que solo aunaron en esta ocasión tres Perrigalgos, a saber: Capilla, Pedrito Cuesta y Javi. En su infructuoso intento por subir, Yeyo no solo se para en la mitad, sino que se cae panza arriba, como si de un galápago se tratara, y tuvo dificultades para darse la vuelta.



Tras un kilómetro bordeando la sierra por un camino llano, llega la segunda dificultad. Ésta es más larga y con un porcentaje del 10 %, y cada cual la asciende como Dios le da a entender.







En la cima espera el premio en forma de vistas magníficas, que alcanzan gran parte de las Vegas Altas y que son un deleite para la vista y los sentidos, a poco que se sea sensible con la naturaleza, como lo son por norma los componentes de esta peña.







Iniciamos el descenso y, como siempre, el grupo se parte en dos: los valientes y los acojonados. En el huerto Santa Inés, reunidos con el par de “sorches” que esperaban allí, nos retratamos y, cruzando el Villar, retornamos pasando por Vivares y Valdehornillos.

Capilla y Emiliano han copado los dos primeros premios en el certamen de fotografía que patrocina la asociación “Amigos de Santa Amalia”. A cuenta de ello se me ocurre una copla:

En esta peña hay de todo,
carpinteros,maquinistas,
y por si eso fuera poco,
tenemos dos retratistas.


Al llegar al pueblo, Javi propone que pasemos por el campo de fútbol de La Mesta, donde está su hermano Diego, jugando un partido con sus jugadores, de los que es el entrenador, Su propósito es “juchearle” y que sienta envidia (sana) por no haber podido acompañarnos, como era su intención.

En la sede, con los bocatas y las birras en ristre, se decide la ruta a Guadalupe del próximo Domingo. Que si la vía verde, que si la carretera… Al final se decide que iremos por carretera. ¡Y qué más da! El caso es que nos lo vamos a pasar como los indios; o esa es nuestra intención, por lo menos.

Pedro Carrasco Cuesta.

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