miércoles, 11 de agosto de 2010

¡¡¡ AL AGUA PERRIGALGOS!!!


Domingo 8 de Agosto de 2010

Participantes:
Andres Nieto
Pablo Carrascosa
Domingo Pablos
Pedro Carrasco
Diego Parejo
Javi Parejo
Juan Luis Capilla
Juan Carlos Muñoz
Jose Mari Almaraz
Pancho Velarde
José Luis Jiménez

Cuando dan las 9 en el reloj de la iglesia, once Perrigalgos nos hemos dado cita en el paseo; las “holiday” hacen estragos en estas fechas en el grupo y hay mucha gente “de veraneo”, como se decía antaño.

La mañana está nublada, si bien el hombre del tiempo pronostica para hoy un día de bochorno con una temperatura rondando los 40 grados; vamos, que no habrá que tirar de pelliza.
Entre unos cuantos conforman una ruta por los caminos del monte, con un recorrido que estiman en unos 50 kilómetros.

Apenas salimos del pueblo con dirección al Sajonia, nos ponemos a rebufo de un tractor y rodamos casi sin esfuerzo a más de 30 kms/h. Pero pronto se aparta por un camino a la izquierda, y volvemos a la cruda realidad del esforzado pedaleo.
El grupo es bastante homogéneo en cuanto a fuerzas y subimos la cuesta del Cuadradillo a bloque. Nada más copar la cuesta, José Luis Dorado se vuelve para casa aduciendo no sé muy bien qué.

La decena restante rueda a buen ritmo y ascendemos otra dificultad orográfica, que en nada tiene que envidiar a la del Cuadradillo.

Pronto el terreno se vuelve más liviano y ahora el grupo se estira rodando a 40 por hora entre encinares y envueltos en una nube de polvo. Javi encabeza el pelotón y de vez en cuando grita: “¡Arenas movedizas!” Y entonces extremamos las precauciones, afianzando las manos al manillar, al pasar por los traicioneros bancos de arena.

Al poco desembocamos en la pista asfaltada que va a Arroyomolinos, a la altura de la Dehesa Vera. Decidimos ir a comernos el tentempié a una pequeña presa que hay a un kilómetro, más o menos.

Reponiendo fuerzas sentados en unos merenderos, Andrés dice: “ Hoy estoy solo en casa. Mi mujer se va a la piscina todo el día; así que os propongo tomar unas cervezas “ancá” Moniato después de ducharnos”. La mayoría del grupo, con cierta retranca, conviene en que mejor iría a la piscina que a la sede.

Tras recuperar el resuello y tirarnos la foto volvemos a la pista, sorteando privadas de vaca, y enfilamos para el pueblo.
Antes de llegar al canal de Orellana, decidimos coger el camino viejo, pasar por la venta La Guía, y volver de nuevo por el Cuadradillo.



Ya en el canal, sudorosos y polvorientos, alguien propone darnos un baño, Dicho y hecho. Cuando algunos están en el puente dispuestos a saltar, se presenta el guardacanal y nos ilustra sobre la prohibición de bañarse. Pablo trata de convencerle y le quita yerro al asunto, diciendo que solo va a ser un momento. Entonces el interfecto nos espeta, muy en su papel: “No, si el problema no es que os “ajogueis” alguno; lo malo es que tendríamos que cortar el agua del canal”.



El surrealismo del comentario sería digno del mismísimo Kafka. Al final, cuando arranca con el coche, hacemos caso omiso y nos tiramos al agua, retozando juguetones como si fuéramos muchachos.



De nuevo en marcha, nos aplicamos con afán al pedaleo y pronto llegamos al pueblo, tras una etapa sin más incidentes. Traemos 55 kilómetros en las piernas y venimos cansados, sudorosos, polvorientos, bañados… y felices. ¿Hay quien dé más? ¿No? Pues que calle para siempre.

Pedro Carrasco Cuesta

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