lunes, 28 de junio de 2010

El Sexto Sentido (Ruta Nocturna)




sábado 26 de Junio de 2010

Asistentes a la ruta:

Jose Mari Almaraz

Emiliano Andrade

Juanma Barroso

Juan Luis Capilla

Pablo Carrascosa

Paco Cidoncha

Pedro Cuesta

Moisés López

Alberto López

Pedro Lozano

Gerardo Muñoz

Andrés Nieto

Domingo Pablos

Javi Parejo

Diego Parejo

Francisco Velarde

De la Peña Los perdíos

Javi (averia)

El compañero de Pancho

Tiempo empleado: 3 h. 8 m.25 sg.

Velocidad Máxima: 45,8 Km/h.

Velocidad Media: 15,7 Km/h.

Parciales: 41,20 Kms

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Primer y único video:
http://www.youtube.com/watch?v=y-ZbrvIA-4Y

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Recorrido:

Plaza de España, Sierra Primera, Finca “Plaza de Armas”, camino del Búrdalo, Ctra Ex206, Puente del Búrdalo, Las Monjas, carretera vieja de Madrid, Venta la Guía, El Confesionario, Cuesta del Barril, Mesa del Capitán, Cuesta la Novia, Cruce del Sajonia, Ctra Ex -206, Plaza de España.

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Comentario:

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Por Emiliano Andrade. Caras de sorpresa entre la gente que disfrutaba de una agradable noche de verano, en este entorno privilegiado de nuestra Plaza de España, que a la par que nuestro compañero Pedro Carrasco, también gusto denominarla “El Paseo”.

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En esta ocasión y debido a la poca precisión, con la que fue fijada la hora de salida, el goteo de bicicleteros en nuestro habitual punto de partida, se prolongo bastante, hasta que llegados a un punto decidimos hacernos la foto oficial de la marcha nocturna.

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La instantánea quedo un poco deslucida por un fuerte reflejo que aparecía en las mismas, sabiéndose a la postre, que era a causa del chaleco reflectante de Domingo, el cual a falta de luces, pensaría él: “Si yo no veo, al menos que me vean”.

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Conseguimos juntarnos 16 más 2 de la Peña los Perdios de Don Benito, que hicimos un total de 18 intrépidos y valientes con ganas de afrontar una nueva andanza, aunque “sin lanza en astillero, ni adarga antigua, pero con rocín flaco y sin galgo corredor...”

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Entiéndase la quijotada, y permitidme nombrar como rocín flaco a nuestra cabalgadura, ya que en esta ocasión se demostró que el día, o mejor dicho la noche, se trataba del dominio de la montura, e intentar mantenerse sobre ella y no tanto del ritmo y velocidad del pedaleo.

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Nada más salir por el camino de la Sierra del Depósito o Sierra Primera, comienzan los vicisitudes propias de una ruta nocturna con un grupo no muy bien pertrechado, para los serios inconvenientes de la oscuridad.

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En resumidas cuentas los equipos de iluminación constaban principalmente de luces que no funcionaban, luces que se desarmaban debido a las vibraciones y hasta algún bicicletero sin luces, y un largo etcétera de escasez de recursos para las andanzas nocturnas.

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Vamos, toda una serie de problemas que antes de llegar al puente del Búrdalo ya eran cuantiosos los daños, y que ha duras penas se pudieron subsanar.

Como vamos pudiendo el grupo rueda en dirección a la finca de las Monjas y nos vamos dando cuenta que la noche de luna llena, alumbra más bien poco, ya que la luna aun permanece muy baja en el horizonte y con una tonalidad anaranjada, a lo que hay que sumar un cielo algo nuboso. Resumiendo, de todo un poco, como en botica.

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¡Vamos! como se suele decir: ¡¡Todo en contra del bicicletero!!.

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Al menos en el grupo hay un potentado luminícamente hablando, es Javi “Avería” de Los Perdíos, que parece que lleva la iluminación de su montura con grupo electrógeno incorporado.

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Llegados a la antigua carretera de Madrid comienzan las dificultades del terreno, comienza las irregularidades, piedras y bancos de arena que con la iluminación que llevábamos no conseguíamos descifrar hasta que los teníamos encima, sin apenas tiempo de reacción.

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Llegados a la Venta la Guía, ya habíamos tenido que reagruparnos y pasar lista por si las moscas. En la bajada de la venta se produjo el primer incidente en cuanto a caídas, con un enganche de Domingo con el reloj de pulsera de Pedro, terminado ambos en el suelo y a la busca del maltrecho reloj.

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De aquí en adelante pedales de plomo y vista fija en el rodar de las bicicletas.

La luna, lunera con poco intensidad lumínica y nosotros empeñados en que es luz suficiente, decidimos apagar nuestras luces (si es que tenemos y/o teníamos alguna) y dejarnos iluminar por la luz de luna.

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Seguimos con pedales de plomo y los ojos como mochuelos intentado atisbar alguna piedra, bache u obstáculo en mitad del camino, y en la noche solo se escucha el silencio, el rodar de las bicicletas y las continuas voces de aviso:

“piedras”, “charco””arena””cuidado”,etc, etc de los que delante del grupo van haciendo camino al rodar, y sirviendo de vigías al resto de componentes que más prudentemente, detrás se dejan llevar por las indicaciones, avanzando entre dudas.

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Llegados al Confesionario nos reagrupamos para afrontar la cuesta del Borril, que la ascendimos como siempre, cada cual como pudo.

Una vez en las Mesas del Capitán paramos para tomar la barrita y hacernos la foto de rigor, saliendo esta de un color parduzco, creo yo que por eso del color de los gatos por las noches.

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El descenso de la cuesta la Novia se realiza de forma ordenada y enfilando el grupo totalmente alineado el descenso, pero una vez en el camino del Cuadradillo, Pablo se le ocurre ponerse a beber, acabando entre las zarzas de la cuneta, y Alberto se le sale la cámara debido a un llantazo y bajando la cuesta del Cuadradillo, Pancho también pincha.

Cuando nos queremos dar cuenta son casi las dos de la mañana y todavía nos falta bastante terreno que recorrer, por lo que se decide rodar por la carretera del Sajonia hasta el pueblo. En el mismo Sajonia nos encontramos con el coche la Guardia Civil y el grupo por lo tarde del horario comienza una loca carrera hasta el pueblo con velocidades de 40 km/h.

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Entramos en el pueblo por nuestra habitual entrada por la calle José Gutiérrez y paramos en el quiosco de Mª Carmen y Alejandro, que nos tenían preparado un pequeño regalo en forma de rodajas de chorizo, salchichón y queso que cayeron al pelo junto con algunas cervecitas bien frías.

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Y después de cervecita y rodajita de chorizo cada mochuelo a su olivo, nunca mejor dicho.

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P.D: El titulo viene a cuento por la necesidad de utilizar los cinco sentidos: visión, oído, olfato, gusto y tacto, en esta jornada, ya que sin el empleo de todos u cada uno de ellos, incluido el gusto de la tierra que alguno probó, a duras penas hubiéramos conseguido hacer el recorrido, por eso creo que en esta ocasión, contamos con un sexto sentido para completar la jornada de pedaleo.


1 comentario:

  1. Excelente crónica Emiliano.Las fotos perfectas y la organización como siempre destacable.Lástima que los videos necesitaran algo más de luz,pero de todas formas enhorabuena por esa agradable compañía y a todos aquellos que habéis hecho esto posible.
    Un saludo Javi(Averia)

    http://losperdios.jimdo.com

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