jueves, 21 de febrero de 2019

UN PASEO ENTRE CASTAÑOS…




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Ruta marcada en rojo en el calendario, una ruta que después de un montón de años seguidos que venimos haciendo hace que se convierta en clásica, más concretamente la clásica de la covatilla. Esta ruta es especial no sólo por lo que hacemos con las bicis sino también porque nos pegamos un fin de semana increíble rodeados de amigos y de familia. Pero vamos a relatar más o menos lo acontecido en la jornada perrigalguera.
Dan las siete y media de la mañana y poco a poco se van viendo perrigalgos por los pasillos. Después de un tira y afloja con el horario del desayuno se opta, casi por imposición, que la hora sea las ocho y media de la mañana,  en el salón del albergue nos vamos reuniendo hasta que por fin nos juntamos los nueve valientes que vamos a disfrutar de una jornada de pedaleo maravillosa. Este año no subiremos la covatilla, tampoco subiremos las plataformas. Este año mi hermano Javi nos ha preparado una ruta por caminos y pueblos que se antoja dura a la vez que bonita, y es que, con las nuevas tecnologías ya podemos saber lo que nos espera sin haber hecho la ruta antes, nada menos que un desnivel positivo de mil doscientos cincuenta metros y por caminos, ahí es nada, pero bueno si es dura pero merece la pena bienvenida sea.

Sobre las nueve y pico y después de la foto de rigor, como siempre realizada por nuestras señoras e hijas, nos disponemos a bajar del albergue hacia Béjar. La temperatura es más  propia de principios de primavera que de invierno lo que nos hace dudar de la equipación que llevamos pero a la altura que estamos y bajando los primeros tres kilómetros no nos sobra nada. La bajada a Béjar como siempre la hacemos en un pis pas, alternando carretera con caminos. Una vez en Béjar y casi sin apenas dar pedales nos desviamos a la derecha y comenzamos una subida de unos tres kilómetros con pendientes de un 12% que hace que me entre flato y es que, para que os hagáis una idea, si el cuadraillo se nos atraganta con doce kilómetros en las piernas imaginaos esto…



Una vez todos reagrupados y pensando ya en si quitarnos algo de ropa nos disponemos a bajar hasta Palomares, un pequeño pueblo pegado a Béjar en el que llama la atención un gran campo de rugbi. Ya vamos buscando caminos hasta pasar por debajo de la autovía y comenzar a subir  entre castaños y entre muros de piedras de un metro de altura hasta llegar a Valdesangil. Atravesamos el pueblo y continuamos por esos caminos, eso sí, caminos mas generosos en lo que a desnivel se refiere.




 Atravesamos la autovía otras dos veces y nos dirigimos a otro pueblecito llamado La Calzada de Béjar. Los caminos que nos llevan allí son estrechos y repletos de hojas secas de los castaños, nos llamó mucho la atención los caminos y un Renault fuego que nos transportó treinta años atrás en el tiempo. Durante todo ese trayecto nos observaban tranquilas vacas de todos los colores, blancas, marrones, negras y como decía Pancho de chocolate de tres sabores.





Cuando llegamos a La Calzada de Béjar una pareja de ancianitos, a más de uno la viejecita nos recordó a la del anuncio de la fabada, nos ofreció un trago y al decirle que no que estábamos con el deporte nos soltó “ no hombre si yo os decía que ahí tenéis una fuente, que os habíais pensado que os estaba ofreciendo una copa de vino??” que salao el hombre, pues nada mas que por eso foto con nosotros.

En este pueblo se respiraba una tranquilidad que hacía pensar que estaban al margen de todo lo que pasa fuera de sus fronteras, sin tanta tecnología y solo con levantarse cada día sus lugareños a buen seguro son muy pero que muy felices. La austeridad de su plaza en la que llamaba la atención la campana del balcón del ayuntamiento o la cortina con el flequillo cortado te hace pensar lo poco que valoran lo material.


Dejamos ya este pequeño pueblo y comenzamos a subir por veredas que nos hacen de ir de a uno, seguimos con el mismo paisaje, castaños pelados, muros de piedra y vacas, muchas vacas.
Una vez arriba y desechando la opción “recorte” vemos un chozo en perfectas condiciones, con lo que decidimos parar a echar unas fotos y ya de paso dar buena cuenta de nuestros desayunos variados, plátanos, barritas, panteras rosas…



Después del merecido desayuno continuamos por lo que parece ser lo mas alto hasta que damos con el campo de futbol mas curioso que mis ojos han visto, un campo de futbol en la mitad de la nada, sin ningún tipo de medidas reglamentarias a excepción de las porterías que si parecían tener sus medidas y con unos futbolistas un poco atípicos aunque no tanto visto lo visto durante la mañana, un montón de vacas ocupando los puestos de portero, defensas y delanteros, que curioso, supongo que esas porterías las pondrían un grupo de pastores para matar el aburrimiento.


De ahí al siguiente pueblo,  que no es otro que Montemayor del Rio, tenemos una bajada peligrosísima como ya nos avisa un cartel al inicio, un kilómetro y medio entre rollos que nos hicieron recordar a los locos suicidas del descenso en el Piornal, y que hizo que llegáramos con unos dolores de manos y de piernas exagerados, eso si, unas vistas del pueblo y de su castillo preciosas. 




Aquí nos llevamos la grata sorpresa de conocer su castillo, un castillo perfectamente conservado y con un restaurante en su interior que hace que merezca mucho la pena visitarlo como hicimos por la tarde con nuestras familias. En este pueblo son los cestos de madera hechos artesanalmente con madera de castaños su especialidad, llenando muchos hogares de España de este típico cesto que utilizamos para el pan o los colines entre otras cosas.



Después de una buena visita y habiendo arreglado el pinchazo de Pancho bajamos hasta el rio Cuerpo de Hombre y seguimos a su vera durante un gran trayecto. El camino es mas bien una vereda en la que vamos de a uno, un tramo espectacular, rodeados de sombra y con un firme muy irregular, haciéndonos bajar de nuestras monturas en más de una ocasión. Es aquí donde nos llevamos el susto del día cuando nuestro Luis no es capaz de chafarse de las calas y se tuerce la rodilla. Ante este inconveniente le decimos a mi hermano que si hay otra alternativa pero estamos justo en un hoyo y solo hay una manera de salir de allí, subiendo…



El susto quedó en eso, un susto, con lo que emprendemos la marcha y con menos ropa ya encima nos disponemos a hacer los quince kilómetros de ascensión que nos quedan hasta Béjar. El cansancio se va haciendo latente en nuestras piernas con lo que decidimos subir por la carretera en vez de hacerlo por el camino, sin duda la opción menos bonita pero si la mas llevadera y sobretodo la mas rápida, y es que se va acercando la hora de comer y ya conocemos el nivel de jedionderia de los responsables del albergue.




Poco a poco vamos llegando Béjar y acometemos los últimos y temidos tres kilómetros y medio que nos separan del albergue, una subida que ya está como de mas pero que no hay mas remedio que hacerla, con lo que todos arropaditos subimos y completamos una ruta maravillosa, sin duda la mas bonita de todas las que hemos hecho por esas tierras. 


Con la hora pegada al culo y sin tiempo ni para echar una cerveza, cosa totalmente imperdonable, nos vamos a comer con nuestras familias y a prepararnos para pasar lo que queda de fin de semana, y sin mas que contar me despido, chao chochines y hasta la próxima!!!
Crónica Diego Parejo


4 comentarios:

  1. Pues si esta clásica esta muy bien la única pega es que no damos con la tecla para que nuestro peques disfruten de un día de esquí en condiciones si no es por falta de nieve es por exceso, esperemos correr mejor suerte el año que viene. Con respecto a la ruta allí hay un amplio surtido de posibilidades, este año hemos descubierto Montemayor del Río, un pueblo con encanto y poco visitado y que nosotros hemos tenido la suerte ver tanto desde lo más alto hasta desde dentro con visitas a todo lo que nos ofrecía, del recorrido que hablen otros por para mi a estado de diez. 😜

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  2. El Compadre se desenvuelve igual de bien con la pluma que en la bici. Estás que te sales Yeyín.

    Otro año más de disfrute y diversión en la anual convivencia de Béjar. Fin de semana súper aprovechado, al contar con unas condiciones climatológicas inesperadas para esta época del año. Haciendo honor al nombre de nuestra Peña, hemos llevado el CICLO-TURISMO a su máxima expresión.

    Rutón de los que permiten disfrutar la bici de montaña, por unos parajes de ensueño y con la grata sorpresa de descubrir la maravillosa localidad de Montemayor del Río. Javi, la ruta más que de 10 fue “cum laude”. Enhorabuena al ponedor de recorridos.

    Y por la tarde, toda la jarca a patearnos este preciso pueblo con todo su encanto. Lástima que otro año más no hemos podido deleitarnos con la muchachada en las pistas de esquí. Pero como no hay mal que por bien no venga, aprovechamos el día en preciosas localidades como Béjar, Hervás o Granadilla.

    Ha sido un placer pasar un fin de semana inolvidable con todos los integrantes del clan. Yo ya me he apuntado para el año que viene.

    Por último, enhorabuena a Fati por todo el trabajo realizado un año más para que tengamos techo donde cobijarnos (y a Paco, por su apoyo moral)

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  3. Enhorabuena a los Parejo Brother's. Uno por su relato y dar vida en forma de narración a la ruta que nos marcamos y al otro por su dedicacion y entusiasmo en la ponencia de buscarnos rutas siendo esta una de las mas virgueras que hemos disfrutado. Repecto al fin de semana vivido y como ha expresado el licenciado hemos vivido unos dias aprovechados al máximo aprovechando el tiempo primaveral que hemos tenido para hacer de todo. Ciclismo, turismo, cultura, etc. con una compañia de 10.
    El punto negativo lo han saboreado los mas jovenes y mochuel@s que no han podido disfrutar de la nieve. Otra cez sera.
    Y a Fatima y marido por su dedicacion y aguante para que todo saliese a pedir de boca.

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  4. Enhorabuena buena al compadre pedazo de cronia te marcas buena pluma, y pedazos de fotos tuvo q ser espectacular la ruta

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