lunes, 31 de mayo de 2010

LA SIERRA DE RENA ESTUVO RANA


Domingo, 30 de mayo de 2010

ASISTENTES:
Emiliano Andrade
Juanma Barroso
José Manuel Benitez Cano
Juan Luis Capilla
Pedro Carrasco
Pablo Carrascosa
Pedro Cuesta
José Carlos Escobar
José Joaquín Gallego
Antonio Indias
José Luis Jiménez Dorado
Julio Jiménez Parejo
Alberto López
Pedro Lozano Gómez
Gerardo Muñoz
Mario Muñoz
Andrés Nieto
Domingo Pablos
Javi Parejo
Diego Parejo
Santiago Sanchez

Salida a las 9:00 h y llegada sobre las 13:00 h.

Videos de la jornada:

Comentario:
Cuando dan las campanadas de las nueve en el reloj de la villa, una veintena de Perrigalgos se han congregado en la plaza; la mañana es clara y luminosa, con una temperatura idónea, lo que invita a salir a pedalear. Dos ciclistas noveles (Julio y Pedro) se han unido al grupo en esta ocasión.

Saludo de manera especialmente efusiva a Diego; es que hoy, por fin, he coincidido con el cámara de “cámara” de la peña y eso no pasa todos los días.

No soy persona dada a erigirme en protagonista, pero comoquiera que tengo adquirido un compromiso tácito con la peña para llevarles a conocer una ruta inédita, algunos me señalan para que hoy sea el día D.


Apenas salimos extramuros del pueblo, se produce el primer percance; ha sido José Luis el que ha pinchado y la “operación”, que se complicó, nos lleva sus buenos veinte minutos. Cuando todo comenzaba a ir “sobre ruedas”, de la rueda trasera de Pedro Cuesta sale un silbido tan característico como premonitorio; es otro pinchazo que, ahora sí, se arregla en un santiamén.
Cruzando Hernán Cortés, al doblar una esquina, la “marea verde” (así la llamó Diego) se da de bruces con un lugareño que va en su “amotillo”, y que se lleva un buen susto.

Pasamos por unos merenderos a orillas del río Ruecas y, un poco más adelante, por un circuito de motocross, lleno de jaramagos, donde al parecer hacen sus piruetas los componentes de una peña que tiene un nombre muy ocurrente. En un cartelón se lee: “Peña motorista SALTA TÚ PRIMERO”.

Se rueda a buen ritmo, charlando y riendo en grupos. De vez en cuando, casi sin pretenderlo por estar reciente en el subconsciente, alguien se arranca con la cancioncilla de Eurovisión de anoche: “Algo pequeñito, ou-ou-o. Algo chiquitito, ou-ou-o…”.

Cruzamos la autovía Don Benito-Miajadas y pronto empiezan las primeras estribaciones de la sierra de Rena. En un momento dado giramos a la izquierda, adentrándonos en la sierra por un camino estrecho y pedregoso que discurre serpenteante en subida.


Llegamos a una verja cerrada con un candado y saltamos las bicis por encima. Para entonces, y a punto de dar comienzo lo duro de la etapa, uno de los noveles ya va con evidentes muestras de agotamiento y decide acortar el recorrido. En esta ocasión a Emiliano le viene Dios a ver en forma de cuñado. Piensa, viendo las dificultades que se avecinan, que la ocasión la pintan calva y, en un alarde de “solidaridad” que le honra (espero que no se note mucho el retintín), decide acompañarle.


Con dos Perrigalgos menos, el grupo ataca una cuesta del 22% de desnivel, según dice un aparatejo que lleva Yeyín. A media cuesta, la mayoría se ve en la obligación de echar pie a tierra. Tan solo cuatro consumados escaladores logran subir, a saber: Diego, Pedrito, Andrés y Juan Luis. Fieles a la inveterada costumbre de ponerle nombre a las cuestas (La Novia, Infernal…) decido, “motu proprio”, que ésta se llame CRIMINAL.

Tras un par de kilómetros casi llanos, subimos otra cuesta más tendida, aunque exigente, y hacemos cumbre. Nos detenemos para reagruparnos y nos deleitamos con las vistas de casi todas las Vegas Altas del Guadiana.


Con las ruedas casi a rastras bajamos por un cortafuegos y volvemos sobre nuestros pasos (mejor dicho, sobre nuestras ruedas) de nuevo a la verja. Javi, picado en su amor propio por no haber sido capaz de subir la cuesta antes, lo intenta de nuevo con éxito mientras llegan los rezagados.


Transitamos entre dos sierras, camino de Villar de Rena. Bajando a toda mecha, mi rueda trasera despide una piedra que impacta en la espinilla de Domingo; le hace una pequeña herida que empieza a hincharse y le produce bastante dolor.


En el huerto Santa Inés, a la sombra de unos eucaliptos centenarios donde esperan Emiliano y su cuñado Pedro, nos comemos el refrigerio y nos tiramos la foto de rigor. Algunos llenan el bidón en la manguera de un hombre que está lavando el coche. Javi inmortaliza con un retrato el letrero de una calle con un bonito nombre: SANTA AMALIA.


Ya de vuelta, en mi calidad de “maestro de ceremonias”, dirijo al pelotón por el centro de Vivares. Mi plausible intención es que nos vean los críos del pueblo y se aficionen al ciclismo. Craso error porque el chasco es cojonudo: no vemos ni un solo muchacho por las calles. Por el contrario, sentados a la sombrita bajo unos soportales, bastones en ristre, hay una docena de ancianos que no parecen los más susceptibles para engancharse al deporte del pedal. Tal vez alguno de ellos se halla preguntado, viéndonos pasar: “¿Adónde irán tantos afiladores juntos?”

Camino de casa se rueda a buen ritmo, aunque de vez en cuando hemos de aflojar la marcha para que se reincorpore al pelotón alguna “cabra coja”, como diría el compañero Paco.

Ya en la sede, nos recetamos el montadito y el refresco que nos vienen como anillo al dedo (mi amigo Miguel Minaya el Colorao, más irreverente, diría como polla al culo). Se ultiman los detalles para el día de caldereta del próximo sábado y, parafraseando a Emiliano, los mochuelos se retiran satisfechos a sus respectivos olivos.
Por Pedro Carrasco

1 comentario:

  1. PARA EL DIA DE CAMPO CONTAR TAMBIEN CON PACO CIDONCHA, FATIMA Y DOS PEQUES

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