lunes, 21 de diciembre de 2009

Pedaleando sobre carámbano


Veáse el agua del bidón congelada (-2ºC más o menos)



( domingo, 20 de diciembre de 2009 )

Asistentes a la ruta:

José María Almaraz Luna
Emiliano Andrade Rodríguez
Florencio Benítez-Cano
Juan Luis Capilla Camacho
Pablo Carrascosa Sánchez
Paco Cidoncha Carrascosa
Antonio Indias Fernández
José Luis Jiménez Dorado
Domingo Pablos Bautista
Javi Parejo Jiménez
Diego Parejo Jiménez
Santiago Sánchez Díaz[1]
Francisco Velarde Dorado

[1] Al llegar a la Cuesta del Cuadradillo se volvió a casa.

Tiempo empleado: 2 h. 52 m. 29 sg.
Velocidad Máxima: 51,100 Km/h.
Velocidad Media: 16,7 Km/h.
Parciales: 48,060 Kms

Forma caprichosa

Recorrido: Plaza de España, Carretera de Cáceres, Sajonia, Canal de Orellana, Camino de Cuadradillo, Camino de los Castillejos, La Cuesta Infernal, Pista de Arroyomolinos, La Parrilla, Canal Principal de Orellana, Sajonia, Carretera de Cáceres, Plaza de España.

Comentario:
Mañana tremenda fría. Había caído una pelona de muy señor mío. Los charcos tenían una espesa capa de carámbano, tanto es así que a Domingo se le ocurrió la idea de que le pusiéramos a esta ruta el título que encabeza este escrito.
Así y todo salimos trece de la Plaza de España, abrigados a conciencia, quien más y quien menos con varias prendas sobre su cuerpo, ya fueran pantalones, chaquetas, calcetines, etc. y así y todo cada cual se quejaba de los pies o de las manos, o de la nariz o de las orejas o de lo que le venía en ganas.

Hasta el Sajonia fuimos muy tranquilos, excesivamente tranquilos, y ya en las primeras rampas del Cuadradillo Santi se volvió para casa sin saber por qué, ya nos enteraremos.
Después del Entalle, que le quedamos a mano izquierda, comenzaron a aparecer los charcos de agua, y como quiera que alguno que otro se tiraba por el medio de dichos charcos, el carámbano crujía de manera estrepidente pues había capas que pudieran ser de siete u ocho milímetros de espesor.


Pancho posando
Del arroyo que hay a mano izquierda del camino, salieron a correr, cruzando dicho camino, y adentrándose en la espesura del encinar varios guarros, pero el último que pudimos ver nos confirmo que no eran guarros comunes sino jabalíes, que se adentraban en la espesura como alma que lleva el diablo.



Luego pensábamos tirar por el Camino de los Castillejos Reunidos, pero la cancela estaba cerrada, y tuvimos que seguir hacia delante y tirar por la Cuesta Infernal para incorporarnos de esta manera a la pista asfaltada que viene de Arroyomolinos de Montánchez.
Pobre corderillo

Pero antes pudimos ver una imagen desgarradora propia de un buen reportaje de National Geographic. Un zorro maldito, que por otro lado son depredadores y han de alimentarse, salió a la tira cuando nos vio, y pronto pudimos observar que ya había adquirido su presa y posiblemente iba en busca de otra. Un corderito apareció ante nuestra vista, en el camino, muerto y con las entrañas vacías.




Instinto maternal
También pudimos ver, en esta mañana fría de diciembre, el nacimiento de varios corderillos, uno de los cuales nos parecía muerto, pero no era así. La madre había huido al vernos, y en cuanto pasamos, se acercó de nuevo a él para limpiarlo y prepararlo. Vaya mañanita que habían elegido aquellos pequeñuelos para nacer, y nosotros, con tanto equipo térmico y tantas prendas de abrigo, llevábamos más frío que vergüenza.
Al llegar al cruce de la Cuesta Infernal, de nuevo varias indecisiones y por fin varios de los componentes del grupo se lanzaron a subir por la Cuesta Infernal, al tiempo que unas voces nos anunciaban que a Juan Luis Capilla se le había roto la cadena, así que tuvimos que parar para repararla.

Averia de Juan Luis

Enderezado el entuerto proseguimos la marcha y mucho de los componentes del grupo consiguieron subir la endiablada cuestecita.
En la entrada de los Castillejos hicimos la parada de rigor, el comisqueo y la foto. Javi puso, como siempre, la cámara sobre el sillín de la bicicleta para hacer la foto automática, y ésta se cayó rodando la cámara a la cuneta, así que la calenturienta mente de Pablo Carrascosa, nos indicó que en la foto saldría una hormiguita gritando: “Que se me viene encima”.

Pensábamos tomar un camino que conocía Paco Cidoncha, pero al llegar la altura de la Parrilla, hubo cambios de planes y nos fuimos a ver el castillo, la casa de la Parrilla donde estaba antiguamente el balneario. Unos cuantos nos paramos a la altura de un precipicio, y siguiendo a Emiliano, fuimos a ver un par de coches que estaban hundidos en las azuladas aguas del averno, no sabemos si por accidente o porque alguien los había robado y los había tirado allí.


Castillo de la mina de la Parrilla
Creo recordar que ya no hubo más contratiempos ni peripecias hasta llegar a la altura del Canal de Orellana, donde se pedaleó de manera más firme y ligera y de este modo llegamos a la sede donde nos tomamos unos buenos montaditos, a los que nos tiene acostumbrado el amigo Alejandro.

Hasta el próximo domingo que será el último de este año.

Salud y felicidad
Flore

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