Como
bien digo, en el título, el viernes nos disponemos a salir para Béjar para
realizar el ascenso a la Sierra de Béjar, La Covatilla, por tercera vez.
Después
de la ruta de los ríos como primera especial de 2.014, nos disponemos a hacer
la segunda del calendario. Una ruta muy bonita, pero la gente por distintas
circunstancias, no acaba de arrancar y nos encontramos por tercer año
consecutivo los mismos jinetes que casi todos los años.
El
viernes por la tarde me dispongo a salir con la familia, llegando al Albergue
Juvenil Llano Alto todavía con bastante luz solar. Fuimos llegando unos tras
otros, completando la lista con Pablo, que llegó justo para la cena. La noche
del viernes al sábado estuvimos los veinte de Santa Amalia solos y teníamos el
cortijo como nuestro.
Después
de la cena tuvimos una velada muy amena compartiendo risas, chascarrillos y
unos cubatitas, eso sí, sin pasarse, que al día siguiente tocaba la ruta
cicloturista.
Nos
comenta Juan Luis, que estaba un poco harto del ascenso a la Covatilla, que qué
nos parecía si subíamos a la segunda plataforma de Candelario llamada El
Travieso. Pablo y yo, que somos de buenos contentos le dimos la razón y a por
ella que vamos.
A
las 8:00 h de la mañana toca el despertador y arriba. Me asomo a la ventana
para ver el tiempo que hace y me encuentro un día más propio de primavera que
de invierno. Cosa atípica en estas latitudes ya que nos encontramos a unos mil
y pico de metros.
No
tengo más remedio que ponerme el traje de invierno, porque no tengo otra cosa,
pero no hubiera venido mal alguna prenda más ligerita. Como "el gato
escaldao del agua fría huye", el año pasado pasamos muchísimo frío y hemos
venido preparados para ésto.
Bajamos
a desayunar a las 8:30 h, que aunque no es hasta las 9:00 h., el lisensiado la
noche antes lo habló con las encargadas del comedor para que nos abrieran antes
y disponernos a salir a las 9:00 h. ¡Es que este chico está en todo!.
Como
siempre esperando a Juan Luis, salimos a las 9:10 h dirección a la Presa de
Navamuño por un camino forestal, por la margen derecha del río llamado Cuerpo
de Hombre. Asombrados por tanta belleza llevamos un rodar tranquilo entre fotos
y abrir y cerrar cancelas. Oyendo, hasta llegar al pantano, el sonido de las aguas
bravas, que bajan por el río Cuerpo de Hombre y que nos acompañan hasta la
Presa de Navamuño.
Este
camino es muy transitado por senderistas y para no abrir las cancelas tienen en
el margen derecho un sistema con un hueco entre cuatro palos de punta para
pasar las personas, pero como dice Pablo, Lucas tiene que abrir porque con la
barriga no cabe.
Después
del primer cuestón llegamos a la Presa de Navamuño, una presa pequeñita,
comparándola con los pantanos que tenemos en Badajoz.
Un
paisaje idílico, un chalet al lado de la presa propio para un pescador,
recolector de setas, de espárragos, etc. y para pasar un fin de semana con la
mujer de otro.
Cogemos
una carretera entre pinos y carrascas bajando unos cuantos kilómetros hasta
llegar a Candelario. Nos cruzamos con varios ciclistas subiendo. El día invita
a salir y se ve mucho jaleo de bicicleta
por la zona.
Una
vez llegamos a Candelario, nos topamos de golpe con la carretera que conduce a
ambas plataformas, avisando que hay 10 Km. a la plataforma del Travieso y 7 Km.
a la plataforma de Candelario. Nos disponemos a subir entre pinares y el
discurrir de arroyos que debido al deshielo producido por las altas
temperaturas de los úñtimos días son un bello panorama.
Dando
pedales y a la vez haciendo fotos con Candelario al fondo, nos espetamos en la
primera plataforma con 7 Km, de ascensión. Hecemos la primera parada y
aproverchamos para echar una meá y comernos la barrita. Entablamos conversación
con unos senderistas que se estaban colocando los atuendos para echarse a la
montaña y disfrutar de un bonito día de senderismo con las últimas nieves en
los sombríos.
Trás
estirar un poco y pegarnos unos cuescos, nos vamos a por los tres últimos
kilómetros de ascensión, que ya se van haciendo duros, a más altura, más
porcentaje.
Esta
plataforma normalmente está plagada de coches de la gente que viene a disfrutar
de la nieve con sacos y trineos hasta la próxima temporada que ya va quedando
desierta debido a la falta de nieve.
Dirección
para El Travieso es terreno desconocido para los tres, porque siempre que hemos
estado aquí , la carretera estaba cortada por la nieve.
Una
vez coronado el Puerto, nos encontramos con una plataforma cubierta de coches y
la gente jugando en las últimas manchas de nieve, que van aguantando a los
rayos de sol.
Ni
cortoso ni perezosos ponemos la doble tracción y nos metemos con las bicicletas
para comernos el plátano y hacernos unas
fotos. Pasado un rato nos disponemos a bajar y ahora sí, hay que abrigarse y
volverse a poner las prendas que nos hemos qitado subiendo. Son 10 Km. de
bajada muy rápidos y te puedes acarrear una pulmonía ya que estamos chorreando
de sudor.
Debido
a mi peso, llego el primero a la plaforma de abajo y me paro a esperar. Viene
Pablo y dice que Juan Luis se ha parado a coger agua en una fuente. Cuando
llega seguimos hacia abajo y justo en Candelario dice el "pajarete"
que se había olvidado la botella en la fuente en la que había parado a coger
agua, maldiciendo su mala cabeza.
Atravesamos
el pueblo por el centro para a las afueras coger una carretera que nos
conducirá a Navacarros, un pueblecito típico de la Sierra.
Candelario
es un pueblo precioso, que carece de tuberías y discurre el agua de la sierra
por canales que van calle abajo. Sus casas tienes una contrapuerta con un gran
postigo para que, en caso de nevadas, no llegue la nieve a la puerta. Balcones
de madera con sus calles empedradas, plagado de casa rurales y restaurantes
típicos de la sierra.
Subimos
por la calle central serpenteando por entre los peatones, que están allí, de
visita, en tan bello pueblo.
Al
salir del pueblo, cogemos un tramo de la ruta que va a la Garganta del Oso.
Allí nos deleita un asno con una rebuznada al completo, de principio a fin, con
su silbido final y todo, asombrándonos por la poca frecuencia de esta canción
asnal.
Paraje
muy bonito, cómo no, de Candelario a Navacarros, entre carrascos, fresnos y
gargantas que bajan bramando de la sierra. En cada garganta una fotito y
"palante".
Llegamos
a Navacarros y ¡zas! directamente a la plaza. Claro que al ser un pueblo tan
pequeño, tienen el centro del pueblo y poco más. Salimos sin detenernos y nos
topamos con la carretera que va del Barco de Avila hacia Béjar. Todo esto para
saludar al amigo Cubino, que se lo merecía. ¡Dicho y hecho!.
Ahora
queda la subidita de 4 Km. hacia donde estamos hospedados, Llano Alto, lo dice
la palabra. Para arriba a por el final de la ruta. En mitad del camino se
encuentra la plaza de toros más antigua de España. Una vez arriba nos estaban
esperando nuestras familias y compañeros (Chiqui y José Joaquín) , que acababan
de llegar de una ruta de senderismo, en compañía de todas las mujeres y los
niños. Ruta maravillosa desde Llano Alto a Candelario, según nos cuentan.
Ducha
y a comer, que nos lo hemos ganado. Un ratito de siesta y a esperar a Yeyí y su familia, que iban para pasar el
domingo en la Covatilla disfrutando de la nieve.
Sábado
por la tarde, de paseo en Béjar, cervecita, cena, cubatitas y a la cama que el
domingo toca nieve y hay que madrugar.
Domingo
por la mañana, llegamos a la Covatilla y los que esquían a por los apaños y los
que no esquiamos a escusear y a disfrutar del espléndido día que tuvimos.
Llevamos muy buen fiambre, neveras y pan calentito. Cogimos una mesa al aire
libre para comer como si estavieramos en San Isidro. Lo que no tuvimos en
cuenta es que el sol con el reflejo de la nieve, nos estaba achicharrando sin
piedad y acabamos todos quemados como un cangrejo.
Empiezan
a salir valientes al ruedo y dice Isa, la mujer de José Joaquín, que ella iba a
probar a esquiar. Vestimenta necesaria y para la pista, porrazo va, porrazo
viene, no paraba de caerse y para fuera. Los del tendido, lógico, no parábamos
de reír, pero al final reto conseguido y nuestra Isa esquiando y nosotros
mirando. Al tío Yeyín, se le pasó por la mente que quería probar a ver que tal
se le daba a él eso de esquiar. Dicho y hecho, botas, esquís, bastones y cuerpo
estufa al ruedo con el maestro Pablo. ¡No he reído tanto en mi vida!, se pegó
más de cuarenta porrazos. Se levantaba, se volvía a caer, pero el tío con dos
cojones aprendió a esquiar.
Resumiendo,
un fin de semana de convivencia con muy buen rollo. Muy buena gente, muy buena
coordinación, se ha disfrutado, se ha hecho deporte y, eso sí, los muchachillos
han acabado como muerto. Un fin de semana inolvidable.
Hasta
la próxima perrigalgos, espero que el
próximo año se anime alguien más, que hay risas para todos.
Crónica Paco Cidoncha
hola Javi,gracias por estar ahí,gracias por tu comentario y gracias por tus rutas.Esta ha sido fantástica yybonita con ganas . un fin de semana completito y bueno ,seguir gozando de todo lo que os rodea,os lo merecéis..!!!
ResponderEliminarEspléndida cronica Paco, he pasado un rato muy agradable leyendola y me alegro de que fisfrutarais el fin de semana.
ResponderEliminarAh, y a los esquiadores decirles que esta bien aprender de todo, me imagino el buen rato que habeis pasado viendo la evolución del aprendizaje, os lo habeis merecido.
Paquito muy bien narrada esa aventura, ya estas entre los mejores en lo que ha crónicas se refiere. La fotos preciosas le entran gana uno de hacer la ruta. El año que viene intentaré ir.
ResponderEliminarPaco, eres un demontre, entre comillas, de la pluma. No te has quedado nada en el tintero ¡Sí, Señor!.
ResponderEliminarRuta preciosa y convivencia fabulosa. Mención aparte, el espectáculo ofrecido por "Dieguito Fernández Ochoa", que a falta de pedales, se aventuró con los esquíes. Memorable.
Lo dicho, a ver si se anima la gente para el próximo año.
Exquisita crónica, con sus puntitos de humo y todo... preciosos parajes.
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