Km:
45
Domingo,
10 de abril de 2016
Teniendo en cuenta la altura de película a la que
nos encontramos y sin visos de crónica a la vista, con el fin de que esta
semana no quedemos huérfanos de relato, emulando a David Liviano, me voy a
marcar un doblete de crónicas, sin que sirva de precedente.
La mañana pinta muy nublada, con tintes de que el
agua nos espera a la vuelta de la esquina, sin embargo, si la semana pasada no
me amilané, esta vez no va a ser menos. En esta ocasión, cuando llego a la
plaza, me encuentro un gran número de perrigalgos dispuestos a dar pedales
contra viento y marea. José Luis anda por allí mirando los traseros de unos y
otros (yo fui uno de los agraciados), pues parece ser, la badana de su culote
cubre sólo una parte del lugar de su cuerpo donde la espalda pierde su digno
nombre, léase “culo”, lo cual achaca a un defecto del traje, asunto este de la
equipación que parece no haber concluido aún, y del cual ya di sobradas cuentas
la semana pasada.
No parece prudente realizar una ruta larga a riesgo
de que la lluvia nos sorprenda alejados del pueblo, por lo que se propone
realizar algo corto, lo que conllevará que lo que venga de menos en trayecto,
irá demás en intensidad. Cuando nos disponemos a salir, caen las primeras
gotitas, y ya a la altura de los pisos, algunos nos detenemos para ponernos los
chubasqueros. Si en ocho años que llevamos saliendo semana, tras semana, nos
habrá llovidos tantos domingos como dedos tiene una mano, este año el agua se
está cebando con nosotros. Ante la persistencia, se decide reagruparse en el
Sajonia para tomar una decisión.
Como el perrigalgo es obstinado, por regla
general, una vez en el tajo no se amedrenta, por lo que el empuje de unos cuantos
arrastra al resto y la ruta sigue su curso, salvo Lalo, que ha considerado más
prudente la vuelta a casa.
Al igual que la semana pasada, subiremos el Borril,
tras haber pasado previamente por el Confesionario. Bajamos la cuesta de las
Mezquitas, pero tomando la variante que nos enseñó Pedro Carraco hasta el
arroyo Fresneda.
En uno de los descensos, me llama la atención cómo el
temerario Chino va sorteando perris de izquierda a derecha, recordándome esas
pelis americanas de persecución de coches. Ya en el arroyo, decidimos subir
hasta la vieja casa de las Mezquitas, lugar en el que pararemos a avituallar.
Comienza a llover con fuerza y decidimos resguardarnos en la cuadra, cuya
cubierta se encuentra vencida, y a más de uno no le ofrece muchas garantías.
Hecha la foto, a pesar de que continúa cayendo algo de agua, decidimos reanudar
la marcha, dirección Valdelayegua.
En el cortijo del Castillejo, como vamos
bien de tiempo, se decide continuar por la cuesta de Pedro Cuesta, hasta el
camino de los Castillejos Reunidos. Antonio Indias, no es de la misma opinión y
se vuelve por el Entalle.
Cuando vamos a inicia la bajada dirección
Cuadradillo, alguien avisa a Javi Parejo de que su rueda pierde líquido. Nuevo
pinchazo de una rueda con tubeless y van ya unos pocos. Ello motiva que Diego
Parejo, el hermanísimo del damnificado, realice una adaptación libre aquella
pegadiza canción veraniega de los noventa, “Sopa de Caracol”, interpretada por
la Banda Blanca, con el cachondeo que ello conlleva.
De Cuadradillo al pueblo todo sigue su curso normal,
con el habitual desfogue del tramo hasta la pista del canal, y ya en Santa Amalia,
a por ese ratito de relax en C´a Moni que también siente en buena compañía.
A diferencia de CR7, a mí no me motivan los hattricks,
así que para la semana que viene que vaya saliendo nuevo cronista.
Sin más tele que cortar, hasta la próxima.
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Crónica Juan Luis Capilla |
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Muy buena crónica Capi, como siempre!! Como dijo uno:"No hay dos sin tres.. " y visto lo visto el personal está perro con la pluma, cosa que no tenía que ser tan costosa con todos los que estamos, pero en fin, me temo que esto será pan de cada día. De todas formas, gracias maquina!! LALO
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