jueves, 16 de agosto de 2012

EN EL CASTILLO LA ENCOMIENDA, NOS COMIMOS LA MERIENDA




Crónica Miguel Andrade.

Domingo 12 de Agosto 2012

-18 Asistentes (como diría Pedro Carrasco en el Hoy… buena entrada en el Municipal)

En el mismo sitio y a la misma hora, desde hace ya varios años, se dan cita ciclistas amalienses y foráneos, digo foráneos porque hoy nos acompaña Iñaki, y un pariente de Tato, incluido éste, que desean pasar una buena mañana de pedaleo, a los 10 minutos de la hora señalada, retraso provocado por el que os habla, partimos hacia el Castillo de la Encomienda, fortaleza del siglo XIV que todos hemos admirado desde el exterior pero que ninguno, o al menos eso creo, ha tenido el placer de pisar. Previa cita a través de mi hermano Emiliano con los guardeses del edificio hoy nos permitirán visitar el interior de la fortificación.

Puestos en ruta, salimos por la C/ Ramón y Cajal, el itinerario escogido transcurre casi paralelo a la N-430, sin intenciones de pisar dicha carretera, debido a la peligrosidad que conlleva. Salimos del pueblo por la pista del canal secundario que sale de la Cooperativa Amalia de Sajonia con dirección a Valdehornillos a la altura de la charca de “Los Mellis” giramos a la derecha por una pista limitada por bonitas eras de arroz a ambos lados, pedaleamos hasta una pista asfaltada giramos a la derecha y escasos metros nos incorporamos a otro camino, dejamos el Cerro el Guijo a la derecha, pedaleamos unos kilómetros y poco antes de llegar a Hernán Cortes, primer incidente de la mañana, el joven Ángel Tomás pincha sus dos ruedas.





Resuelto el problema cruzamos el pueblo, saludando como se debe a todo el que nos encontramos al paso, le conozcamos o no, qué más da. Salimos por la carretera paralela a la N-430 llegamos hasta el río Ruecas donde nos detenemos para solventar el segundo incidente dominical, pinchazo de Julio, reanudamos la marcha y circulamos em paralelo al afluente del Guadiana hasta llegar a Ruecas, mejor dicho a su cementerio, pasamos por debajo de la autovía y continuamos la marcha hacia Rena, situada casi a la falda de la sierra del mismo nombre y que según me comentan Pablo Carrascosa y Emiliano, hace unos años ya han subido con la bicicleta de montaña y desde la que se tienen unas inmejorables vistas de las Vegas Altas del Guadiana (apuntaros esa ruta para repetirla próximamente..)

Salimos de Rena, dejamos su vetusta estación de ferrocarril a la izquierda y cruzamos la vía verde con dirección a Valdivia por una pista de canal secundario, pedaleamos alegremente cuando detrás de una sierra aparece nuestro destino, cruzamos la carretera nacional a la altura del Cortijo Santa Cruz, y enlazamos con la carretera de Villanueva de la Serena, rodamos un par de kilómetros y nos plantamos en la verja que acceso al camino que sube al castillo.



Casi detrás de la verja, nos espera Benito, el guarda del lugar, ha bajado desde lo más alto para recibirnos y abrirnos la cancela, nos da los buenos días y mientras Emiliano le saluda emprendemos el ascenso, es una cuestita corta, con un primer tramo de grava y uno final hormigonado, son las 11 de la mañana y “a las puertas del castillo nos comemos el bocadillo”, mientras Emiliano sube andando, acompañado por el bonachón de Benito; su esposa Joaquina nos recibe en la puerta y nos ofrece la entrada, con la precaución de no hacer mucho ruido pues los propietarios están en la vivienda habilitada en lo que en su día sería alguna dependencia del castillo.



La entrada da directamente al patio de la fortaleza, un amplio espacio adornado con macetas, naranjos, piedras de molino, etc.. con un fabuloso solado empedrado, charlamos brevemente con los hospitalarios guardeses.



Benito, haciendo de improvisado guía nos mueve por las distintas estancias, subimos unas escaleras exteriores y nos muestra la capilla, que conserva una bonita bóveda.





Seguimos subiendo hasta el pasillo de guardias, donde se conservan las almenas defensivas, disfrutamos de unas excelentes vistas de la zona, Valdivia, Villanueva de la Serena, y el Guadiana; nos hacemos la foto de rigor con “nuestro guía”.







Mientras el grupo vuelve al patio, los rezagados visitamos los dos torreones de la fortificación, que están en excelente estado de conservación, mantienen sus solados de ladrillo de tejar y cubiertas con estructura de madera y teja curva; paro ya de describir que me enrrollo. Terminamos la visita donde comenzamos, en el patio principal, allí charlamos de nuevo con los Benito y Joaquina, que nos desean una feliz viaje de regreso y nos ofrecen su casa para lo que necesitamos, por poco nos sacan un café con magdalenas, derroche de amabilidad.





Emprendemos el camino de vuelta, con ciertas dudas sobre el itinerario a coger, Andrés tiene prisa y propone volver por la N-430, el grupo no está muy convencido de la idea y Tite propone volver por el Torruco y por el Tordo, es decir, dirección Don Benito, ésta es la propuesta aceptada, cogemos la carretera de Villanueva de la Serena, Andrés y Pedro Antonio, deciden realizar la vuelta más rápida y tiran por la nacional, el resto pasamos el nuevo puente del Guadiana, Domingo, Emiliano y Pablo cruzan el río por el viejo puente, nos reagrupamos en el cruce del Torruco, donde pincha Juan, se resuelve el tema con rapidez y tiramos dirección Don Benito, rodamos con alegría, como viene siendo habitual y nos plantamos en el calabazón Polígono San Isidro, giramos la rotonda del Hostal Karmen y nos desviamos hacia La Veguilla, poco habíamos andado cuando un servidor pincha sus dos ruedas, doble cambio de cámaras y zumbando dirección Medellín, llegamos casi a la depuradora y giramos a izquierda, Tite detiene el grupo para explicar el peculiar cultivo de cacahuetes que contemplamos a la izquierda de nuestra dirección.



Llegamos a Metellinum con algún pequeño problema de orientación, resuelto con el sistema más fácil jamás inventado, “preguntar al primero que veas”; rodeamos el castillo y cruzamos el puente medieval, enfilándonos cada uno a su ritmo hasta Santa Amalia.



Frente a la gasolinera como de costumbre, se reagrupa el personal y todos juntos hacemos entrada triunfal hasta la sede, donde amalienses y foráneos degustamos los bocadillos y bebidas correspondientes. Son las 13:15 y traemos 68 km en las piernas.

2 comentarios:

  1. es dificil que a estas alturas y epoca, sea facil encontrar fortalezas que aun resistan el paso del tiempo;Raro tambien encontrar moradores en el interior de un castillo que a poco seria algo muy inusual en nuestros tiempos; de buena gana yo tambien lo haria con los tiempos que corren,sin duda una ruta preciosa,los castillos me encantan.salud para disfrutar de vuestra Extremadura,campeones..!!!

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  2. ¡Ya pinchais las ruedas hasta de dos en dos, anda que...! ¡Por dónde coño os habreis metio!
    Nada Perrigalgos, que me perdí la ruta por asuntos "funerarios". ¡Con las ganas que tengo yo desde hace años de conocer el castillo de La Encomienda!
    Espero que que Benito y Joaquina nos den una "segunda oportunidad". Un saludo.

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