martes, 17 de septiembre de 2019

....entre Jarones y Perrigalgos





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Las escasas gotas de lluvia caídas durante la semana presagiaban que, por fin, visitaríamos el monte en la jornada del domingo. La única cuestión a debatir era, por tanto, saber a dónde concretamente íbamos a dirigirnos. Finalmente con el café consensuamos sin demasiada dificultad nuestro destino: la sierra Bermeja, y una vez allí, dependiendo de los cuerpos del personal, decidiríamos si visitar el Bosque Encantado, los Cuatro Caños, o en fin, ya iríamos viendo.

Pasamos por la plaza, bajamos la calle “Los Muertos”, y en el cruce de la carretera veo a Pablo, como un municipal, regulando el tráfico. Tenía un coche parado a la espera de que el grupo de Perrigalgos se incorporarse a la carretera, y al ver al resto de ciclistas que se aproximaban, en este caso Jarones, a buen criterio decide continuar con su labor de regular la circulación hasta que el último ciclista rebasara el cruce.

A partir de ese momento, fuimos varios los que apostamos por no dejar de pasar la oportunidad que el propio destino nos había ofrecido, de que Jarones y Perrigalgos salieran juntos. He de confesar que enseguida empezé a sondear opiniones buscando adeptos a mi causa. Santi, Diegui, y prácticamente todos con los que hablaba se mostraban partidarios que continuar juntos la ruta, más aún cuando parece ser que los Perrigalgos tenían un destino muy similar al de los Jarones: la Sierra Bermeja.

Que satisfacción ver en verano a cerca de 30 cicloturistas por la carretera hacia el Sajonia. Una vez llegado a la pista del canal, giro a la derecha para enfilar la cuesta de Cuadradillo.

Se agradecen los trabajos de reparación y mantenimiento que se han acometido en dicho camino, permitiéndonos transitar más distendidos disfrutando de la conversación con tan nutrido grupo, hasta como siempre, iniciar la subida que logra callarnos a casi todos.



Al final de la subida, primer reagrupamiento del grupo. Ésta será la tónica de toda la jornada, reagrupamiento tras reagrupamiento cada vez que los de cabeza tiraban hacia delante, pero siempre esperando al último, constatando que las salidas de los domingos deberían ser así, un día de reunión y de convivencia, cuantos más mejor, que podamos compartir y fomentar este deporte con el resto de aficionados.

Llegados al Entalle, fotos de rigor, entre ellas al trío de la resistencia, y viraje a la izquierda dirección la Bermeja, contemplando los efectos devastadores del estío en nuestra dehesa pero aún así de singular belleza. 

Se decide dejar a un lado Cuatro Caños y la Bermeja y continuamos bajando por un camino sinuoso hacia el embalse de Las Muelas, mientras Javi, como cabeza de lanza, va espantando a un grupo de ciervos para ir abriendo paso al resto del pelotón.



En el embalse de las Muelas paramos a dar cuentas de nuestras viandas y atendemos a dos ciclistas que quieren saber cuál es el camino para ir desde allí hasta Alcuéscar, Arroyomolinos, Santa Amalia y vuelta a Mérida. Ni Capilla ni un servidor nos vimos con facultades de explicar a la extraviada pareja cual era el camino exacto para tan dilatado ringunrango. Como comentamos con Tite, este domingo seguro que comieron los buitres de Cornalvo.



Mientras doy cuenta de mi sandwich de nocilla, y hablo distendidamente con Juan Luis, veo de soslayo como Javi se acerca a nosotros con mirada picaresca, lo que me hace presagiar lo peor. Cuando llega, se confirma mi presentimiento, “aprovechando que aquí hay dos tíos sensatos....”, nos dice.  Este viene a encargarme la crónica, lo veo venir, pensé, pero acepto gustoso la invitación, habida cuenta de que se trata de una jornada caracterizada por dos hechos inéditos, primera jornada en la que Jarones y Perrigalgos han realizado juntos, y primera ruta también, muy anhelada por cierto para él, en la que mi hijo comparte con los Perrigalgos la jornada dominical de ciclismo.


Fotos de rigor, y emprendemos la marcha por la variante de la jornada, algo ya habitual en las salidas de los Perrigalgos. Hace ya unas semanas compartí, o mejor dicho, disfruté de una ruta con este grupo, para mí inédita, subir a Valdemorales por un camino que parte de la carretera de Arroyomolinos a Almoharín. Pues bien, este domingo se volvió a fraguar la costumbre perrigalga de dejar camino para coger vereda, y los Jarones, haciendo honor a su nombre, tampoco estaban ni para mostrar discrepancias, así que todos, en fila de a uno, cogimos la vereda que une Las Muelas con el Rugidero.

Le sugiero a mi hijo que se quede al final del grupo, conozco el camino y sé que hay de tirar de técnica en alguno de sus tramos así que para evitar molestar al resto, nos quedamos en la retaguardia.



En una bajada y subida pronunciada, donde muchos echamos pie a tierra, veo a Pablo en lo alto de un montículo, sobre su montura, recio, observando las pericias de cada uno para acometer con mayor o menor éxito la subida. Por un momento me recuerda a Toro Sentado cuando observaba las carretas de colonos en el lejano oeste antes de dirigir el ataque de los guerreros sioux, Por cierto, el jefe de los siuox al final me confesó que no suspendería a nadie, que todos aprobaban en la subida aunque sólo fuese, como dijo él, para que no se repitiera el curso. Bromas aparte, he salido con los dos grupos y cada uno de ellos tiene forma distinta de trazar las rutas, los perrigalgos son más partidarios de trazados técnicos, los jarones de rutas rodadoras, pero todo perfectamente compatible como pudimos comprobar este domingo.

Realizada la variante perrigalga de la mañana, y llegado al Rugidero, que por cierto no tiene ni una gota de agua, enfilamos dirección a las Mezquitas, giro a la derecha y subida a las Mesas del Capitán.




Una vez allí, se decide bajar por El Borril. Durante este bajada ocurre una de las pocas incidencias de la jornada. Cuando bajamos El Borril, observamos que falta personal, así que “los 4 ó 5 que tienen eléctricas” deciden subir de nuevo para comprobar qué ha pasado. Finalmente vuelven todos y nos confirman lo que ya por desgracia ha dejado de ser digno de reseña en las crónicas, Juan Luis Capilla ha pinchado.


Seguimos hasta El Confesionario, donde Javi nos mostró, como ya hicieran otros antes, cómo bajarse rápidamente de una bici. Lástima que nadie estuviese lo suficientemente rápido como para inmortalizar el momento.

Desde allí hasta el camino de Alico y de nuevo a la pista del Canal de Orellana. A mi hijo, a partir de ahí, le cambió la cara. “Ay, qué agustito. Dónde va a parar!” decía eufórico cuando comenzamos a rodar por el alquitrán.

Antes de llegar a cruzar la A-5, nueva parada de Capilla. Su rueda trasera volvía a perder aire y había que inflarla. La operación se realiza con una celeridad asombrosa, todo milimetrado y ajustado al tiempo como si de una operación militar se tratase. No salgo de mi asombro al ver tanta diligencia y rapidez, pero al mirar al frente veo la respuesta a mi interrogante. Noca y Javi han dado la vuelta para ver qué pasa, y si no logran terminar la tarea antes de que lleguen, fotografiarán la escena que servirá de escarnio eternamente para el pobre Capilla.

Lo siento Juan Luis, me hubiese gustado mantener la discreción, pero en estas jornadas en las que apenas hay incidentes, un “pinchacito” se convierte en el notición del día. Ya te compensaré en la siguiente crónica.

Ya en la carretera, a un paso ligero pero sin forzar la máquina para evitar que se descolgaran del todo los más rezagados, llegamos hasta los merenderos del río Búrdalo para volver a inflar de nuevo la dichosa rueda. De allí hasta la plaza, donde la madrina, esta vez a Jarones y Perrigalgos nos obsequió con un agradecido aperitivo.

Pletórica jornada de pedaleo con Jarones y Perrigalgos en perfecta sintonía, demostrando una vez más la práctica del deporte como nexo integrador, creo que todos hemos disfrutado de la convivencia. En definitiva, un placer de mañana dominical, como siempre muy bien hallado entre los Perrigalgos, y espero y deseo que, aunque sea ocasionalmente, con motivo de efemérides, rutas especiales, o ciertos acontecimientos, se retome la buena costumbre de plasmar por escrito lo vivido estos inolvidables domingos por la mañana.
Crónica Manuel Del Río
Un perrigalgo en la diáspora.

2 comentarios:

  1. Jornada histórica para cicloturismo amaliense, en la que Perrigalgos y Jarones (tanto monta), en perfecto maridaje, rodaron juntos completando una ruta por zona de monte. Como ya conoces la manta, no te sorprendió la sutileza del Sioux y aceptaste el envite. Nadie de los presentes más capacitado que tú para plasmar sobre el papel este hito. Enhorabuena.
    Por lo que a mi persona respecta, lo que para el cronista ha dejado de ser digno de reseña, para el que escribe no deja de ser un auténtico tártago. Y es que he retornado a los orígenes, en las que domingo sí, domingo también era protagonista de algún percance, lo que aprovechan estos canallas para guasearse de la decana de las monturas del grupo y de paso del jinete, cuando debiera ser objeto de respeto y consideración.
    En fin, que ha sido un auténtico placer poder disfrutar de esta jornada de convivencia cicloturista, que no debiera ser la última.

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  2. Sabia que lo harías genial y no me he equivocado, buena jornada la del domingo, por fin tu hijo y algún Jaron más comprobó que los Perrigalgos no son tan fieros como los pintan. Nuestro Licenciado que vamos a decir que la pone a un metro y botando así como no vamos a meternos con él, eso si siempre con mucho respeto.

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