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Las escasas gotas de lluvia caídas durante la semana
presagiaban que, por fin, visitaríamos el monte en la jornada del domingo. La
única cuestión a debatir era, por tanto, saber a dónde concretamente íbamos a
dirigirnos. Finalmente con el café consensuamos sin demasiada dificultad
nuestro destino: la sierra Bermeja, y una vez allí, dependiendo de los cuerpos
del personal, decidiríamos si visitar el Bosque Encantado, los Cuatro Caños, o
en fin, ya iríamos viendo.
Pasamos por la plaza, bajamos la
calle “Los Muertos”, y en el cruce de la carretera veo a Pablo, como un
municipal, regulando el tráfico. Tenía un coche parado a la espera de que el
grupo de Perrigalgos se incorporarse a la carretera, y al ver al resto de
ciclistas que se aproximaban, en este caso Jarones, a buen criterio decide
continuar con su labor de regular la circulación hasta que el último ciclista
rebasara el cruce.
A partir de ese momento, fuimos
varios los que apostamos por no dejar de pasar la oportunidad que el propio
destino nos había ofrecido, de que Jarones y Perrigalgos salieran juntos. He de
confesar que enseguida empezé a sondear opiniones buscando adeptos a mi causa.
Santi, Diegui, y prácticamente todos con los que hablaba se mostraban
partidarios que continuar juntos la ruta, más aún cuando parece ser que los
Perrigalgos tenían un destino muy similar al de los Jarones: la Sierra Bermeja.
Que satisfacción ver en verano a
cerca de 30 cicloturistas por la carretera hacia el Sajonia. Una vez llegado a la
pista del canal, giro a la derecha para enfilar la cuesta de Cuadradillo.
Se agradecen los trabajos de
reparación y mantenimiento que se han acometido en dicho camino, permitiéndonos
transitar más distendidos disfrutando de la conversación con tan nutrido grupo,
hasta como siempre, iniciar la subida que logra callarnos a casi todos.
Al final de la subida, primer
reagrupamiento del grupo. Ésta será la tónica de toda la jornada,
reagrupamiento tras reagrupamiento cada vez que los de cabeza tiraban hacia
delante, pero siempre esperando al último, constatando que las salidas de los
domingos deberían ser así, un día de reunión y de convivencia, cuantos más
mejor, que podamos compartir y fomentar este deporte con el resto de
aficionados.
Llegados al Entalle, fotos de
rigor, entre ellas al trío de la resistencia, y viraje a la izquierda dirección
la Bermeja, contemplando los efectos devastadores del estío en nuestra dehesa
pero aún así de singular belleza.
Se decide dejar a un lado Cuatro
Caños y la Bermeja y continuamos bajando por un camino sinuoso hacia el embalse
de Las Muelas, mientras Javi, como cabeza de lanza, va espantando a un grupo de
ciervos para ir abriendo paso al resto del pelotón.
En el embalse de las Muelas
paramos a dar cuentas de nuestras viandas y atendemos a dos ciclistas que
quieren saber cuál es el camino para ir desde allí hasta Alcuéscar,
Arroyomolinos, Santa Amalia y vuelta a Mérida. Ni Capilla ni un servidor nos
vimos con facultades de explicar a la extraviada pareja cual era el camino
exacto para tan dilatado ringunrango. Como comentamos con Tite, este domingo
seguro que comieron los buitres de Cornalvo.
Mientras doy cuenta de mi
sandwich de nocilla, y hablo distendidamente con Juan Luis, veo de soslayo como
Javi se acerca a nosotros con mirada picaresca, lo que me hace presagiar lo
peor. Cuando llega, se confirma mi presentimiento, “aprovechando que aquí hay
dos tíos sensatos....”, nos dice. Este
viene a encargarme la crónica, lo veo venir, pensé, pero acepto gustoso la
invitación, habida cuenta de que se trata de una jornada caracterizada por dos
hechos inéditos, primera jornada en la que Jarones y Perrigalgos han realizado
juntos, y primera ruta también, muy anhelada por cierto para él, en la que mi
hijo comparte con los Perrigalgos la jornada dominical de ciclismo.
Fotos de rigor, y emprendemos la
marcha por la variante de la jornada, algo ya habitual en las salidas de los
Perrigalgos. Hace ya unas semanas compartí, o mejor dicho, disfruté de una ruta
con este grupo, para mí inédita, subir a Valdemorales por un camino que parte
de la carretera de Arroyomolinos a Almoharín. Pues bien, este domingo se volvió
a fraguar la costumbre perrigalga de dejar camino para coger vereda, y los
Jarones, haciendo honor a su nombre, tampoco estaban ni para mostrar
discrepancias, así que todos, en fila de a uno, cogimos la vereda que une Las
Muelas con el Rugidero.
Le sugiero a mi hijo que se quede
al final del grupo, conozco el camino y sé que hay de tirar de técnica en
alguno de sus tramos así que para evitar molestar al resto, nos quedamos en la
retaguardia.
En una bajada y subida
pronunciada, donde muchos echamos pie a tierra, veo a Pablo en lo alto de un
montículo, sobre su montura, recio, observando las pericias de cada uno para
acometer con mayor o menor éxito la subida. Por un momento me recuerda a Toro
Sentado cuando observaba las carretas de colonos en el lejano oeste antes de
dirigir el ataque de los guerreros sioux, Por cierto, el jefe de los siuox al
final me confesó que no suspendería a nadie, que todos aprobaban en la subida
aunque sólo fuese, como dijo él, para que no se repitiera el curso. Bromas
aparte, he salido con los dos grupos y cada uno de ellos tiene forma distinta
de trazar las rutas, los perrigalgos son más partidarios de trazados técnicos,
los jarones de rutas rodadoras, pero todo perfectamente compatible como pudimos
comprobar este domingo.
Realizada la variante perrigalga
de la mañana, y llegado al Rugidero, que por cierto no tiene ni una gota de
agua, enfilamos dirección a las Mezquitas, giro a la derecha y subida a las
Mesas del Capitán.
Una vez allí, se decide bajar por
El Borril. Durante este bajada ocurre una de las pocas incidencias de la
jornada. Cuando bajamos El Borril, observamos que falta personal, así que “los
4 ó 5 que tienen eléctricas” deciden subir de nuevo para comprobar qué ha
pasado. Finalmente vuelven todos y nos confirman lo que ya por desgracia ha
dejado de ser digno de reseña en las crónicas, Juan Luis Capilla ha pinchado.
Seguimos hasta El Confesionario,
donde Javi nos mostró, como ya hicieran otros antes, cómo bajarse rápidamente
de una bici. Lástima que nadie estuviese lo suficientemente rápido como para
inmortalizar el momento.
Desde allí hasta el camino de
Alico y de nuevo a la pista del Canal de Orellana. A mi hijo, a partir de ahí,
le cambió la cara. “Ay, qué agustito. Dónde va a parar!” decía eufórico cuando
comenzamos a rodar por el alquitrán.
Antes de llegar a cruzar la A-5,
nueva parada de Capilla. Su rueda trasera volvía a perder aire y había que
inflarla. La operación se realiza con una celeridad asombrosa, todo milimetrado
y ajustado al tiempo como si de una operación militar se tratase. No salgo de
mi asombro al ver tanta diligencia y rapidez, pero al mirar al frente veo la
respuesta a mi interrogante. Noca y Javi han dado la vuelta para ver qué pasa,
y si no logran terminar la tarea antes de que lleguen, fotografiarán la escena
que servirá de escarnio eternamente para el pobre Capilla.
Lo siento Juan Luis, me hubiese
gustado mantener la discreción, pero en estas jornadas en las que apenas hay
incidentes, un “pinchacito” se convierte en el notición del día. Ya te
compensaré en la siguiente crónica.
Ya en la carretera, a un paso
ligero pero sin forzar la máquina para evitar que se descolgaran del todo los
más rezagados, llegamos hasta los merenderos del río Búrdalo para volver a
inflar de nuevo la dichosa rueda. De allí hasta la plaza, donde la madrina,
esta vez a Jarones y Perrigalgos nos obsequió con un agradecido aperitivo.
Pletórica jornada de pedaleo con
Jarones y Perrigalgos en perfecta sintonía, demostrando una vez más la práctica
del deporte como nexo integrador, creo que todos hemos disfrutado de la
convivencia. En definitiva, un placer de mañana dominical, como siempre muy bien
hallado entre los Perrigalgos, y espero y deseo que, aunque sea ocasionalmente,
con motivo de efemérides, rutas especiales, o ciertos acontecimientos, se
retome la buena costumbre de plasmar por escrito lo vivido estos inolvidables
domingos por la mañana.
Crónica Manuel Del Río |
Un perrigalgo en la diáspora.
Jornada histórica para cicloturismo amaliense, en la que Perrigalgos y Jarones (tanto monta), en perfecto maridaje, rodaron juntos completando una ruta por zona de monte. Como ya conoces la manta, no te sorprendió la sutileza del Sioux y aceptaste el envite. Nadie de los presentes más capacitado que tú para plasmar sobre el papel este hito. Enhorabuena.
ResponderEliminarPor lo que a mi persona respecta, lo que para el cronista ha dejado de ser digno de reseña, para el que escribe no deja de ser un auténtico tártago. Y es que he retornado a los orígenes, en las que domingo sí, domingo también era protagonista de algún percance, lo que aprovechan estos canallas para guasearse de la decana de las monturas del grupo y de paso del jinete, cuando debiera ser objeto de respeto y consideración.
En fin, que ha sido un auténtico placer poder disfrutar de esta jornada de convivencia cicloturista, que no debiera ser la última.
Sabia que lo harías genial y no me he equivocado, buena jornada la del domingo, por fin tu hijo y algún Jaron más comprobó que los Perrigalgos no son tan fieros como los pintan. Nuestro Licenciado que vamos a decir que la pone a un metro y botando así como no vamos a meternos con él, eso si siempre con mucho respeto.
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