martes, 27 de septiembre de 2011

LOS PERRIGALGOS ASALTAN "LA BOLA", Y NO ES TROLA.



















Participantes
Pablo Carrascosa
Beltrán
Diego Barroso
Ismael
Juanma Barroso
Samuel Barroso
Pedro Carrasco
Santi
Agustin
Pancho
Andrés
Juan Luis
Javi
Angel Tomás
Antonio
Paco
Tomás David
Domingo
Manuel Jesús
Ivan
Pedro Cuesta
Jose Mari
Lalo
Domingo Junior
Manuel Jesús Junior



Crónica de Pedro Carrasco Cuesta
Como es por norma cada domingo, van acudiendo al Paseo (la juventud lo denomina ahora con el horrible palabro de lugar de “quedadas”), un hatajo de Perrigalgos. En esta ocasión ha habido que madrugar porque toca la etapa de La Bola, marcada de antemano en nuestro calendario particular. Se ven algunas caras nuevas, como mi sobrino Samuel o un forastero emparentado en el pueblo que, para más señas, resulta ser el fresco aquél que se pasó tres pueblos el día de nuestra caldereta con José Luis, al que llamó de forma despectiva Paquirrín. Se escapó por tablas.
Vuelve, tras dos semanas desaparecido, Agustín Shandy, que pierde el liderazgo por su absentismo en favor de Tomás David. ¡Cualquiera le baja ya del burro a este! Faltan a lista Perrigalgos ilustres como Emiliano, José Luis, Antonio Indias, Juan Carlos, el Gran Julius o Diego. En el caso de este último se va a poner una lista de recogida de firmas para obligarle, por decreto, a abandonar el fútbol; y es que sí, él padecerá las lesiones, no lo dudo, pero es el grupo el que sale damnificado, ya que se queda sin poder ver en video las incidencias que acontezcan en la etapa, y eso no se puede consentir más. He dicho.


Como en esta ocasión vamos a La Bola por unos caminos ¿…? que conoce el hermano de Andrés, y que ya han marcado la semana pasada, nos vamos con los coches hasta Miajadas, más concretamente a La Torre, desde donde iniciamos la etapa. Los maestros de ceremonia son en este caso Domingo y Andrés (casi nadie al aparato), y algunos tuercen el gesto en señal de desconfianza, por su acreditada fama de perdularios.


Ya en marcha tomamos por el camino denominado “del molino de Telesforo”. Tras unos kilómetros cruzando higuerales y majuelos con casas de campo, nos adentramos en Los Canchales. Emparedados entre paredes de piedra (valga la redundancia), el camino se troca por momentos en intrincada vereda, más propia para ganado caprino que para bicicleteros poco avezados a estos terrenos como nosotros.


Cruzamos el cauce seco del Búrdalo por un badén, justo donde se encuentra el que fuera el molino del tal Telesforo.


A la derecha, a tiro de piedra, se encuentra la presa en construcción sobre el Búrdalo, pero seguimos recto por un camino arenoso, buscando el pueblo de Almoharín. Tocamos de manera tangencial el pueblo de nuestro Presi y enfilamos entre olivares centenarios (o milenarios, quien sabe) por un camino que nos conduce a Valdemorales, al que también dejamos a la izquierda.


A partir de ahí el terreno se complica, con subidas casi constantes por un intrincado vericueto de veredas que solo acertamos a seguir gracias a los tres botes de spray rojo (pintaron todo el monte) que gastaron el par de “sorches” el sábado pasado.




Milagrosamente sin incidencias, ganamos la pista asfaltada que viene de Zarza de Montánchez. Justo ahí pincha el Triqui, que estuvo todo el santo día de “guerroso”…
Solventado el problema, ¡hala!, venga p´arriba, cada uno a su bola, para La Bola.


Son unos 5 kilómetros que forman una hilera de Perrigalgos desperdigados, subiendo cada uno como Dios le da a entender. Como no podía ser de otra manera, se producen diferencias entre los más fuertes, pero lo realmente importante y exitoso es que todo el grupo superó la prueba. En la cumbre, con el cuarto bote de spray dando la “boqueá”, Andrés y Domingo habían inmortalizado nuestra peña pintando en el asfalto: PEÑA CICLOTURISTA LOS PERRIGALGOS.






Con la satisfacción por haber logrado el reto, comemos, bebemos, reímos, nos retratamos, departimos con un grupo de ciclistas de Mérida, nos extasiamos con las bonitas vistas…y ¡hala!, p´abajo zumbando todo el mundo.














Desandando el mismo camino de ida, se producen varios percances (antes le falta la madre al hijo…) en forma de tres nuevos pinchazos y un porrazo, afortunadamente, sin consecuencias. Fue Antonio el Chino el que sale por las orejas de su burra al cruzar una hondonada, y da con sus más de cien kilos en el suelo, aunque fue visto y no visto y se puso en pie de forma inmediata, como si tal cosa. Paco, el Demontre, dice que “rebotó como granizo en albarda”.


Ya con un terreno más favorable, el grupo vuela de vuelta a Miajadas. En uno de los múltiples cruces de caminos, y a pesar de los cinco botes de spray gastados en pintar todo el monte, nos equivocamos. Andrés tira por un lado con unos cuantos, y el resto lo hace por otro, que también se confunden porque Domingo no acierta a “pastorearlos” como es debido. Y es que cuando un grupo de Perrigalgos se desmanda…
Finalmente llegamos a La Torre. Bicis al camioncillo, Perrigalgos a los coches, y vuelta a la sede, donde llegamos a la una y media. Refresco, zumo de cebada, bocatas, y a casita con la satisfacción del deber cumplido.
Hasta la próxima “correliebres”.

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