jueves, 4 de mayo de 2017

Y AL FINAL, LLOVIÓ




ASISTENTES
Tomás David
José Antonio Puerto “Noca”
Juan Luis Capilla
José Luis “Petete”
Diego Nieto
Toni Nieto
Juan Nieto
David Gómez

Km: 50
Domingo, 30 de abril de 2017
Último domingo del mes un mes de abril atípico en cuanto a lo climatológico se refiere. Temperaturas excesivamente altas, y escasez de lluvias, sin embargo, este fin de semana ha caído la tan necesaria agua, aunque hoy ha amanecido nublado y con temperatura fresquita, pareciéndome a priori que no va a caer una gota, motivo por el que me pertrecho con la térmica, pero me quedo el chubasquero en casa.
Cuando llego a la Plaza, el número de domingueros vuelve a ser escaso, al igual que la semana anterior. Coincidimos en la llegada Tomás David y yo, sumando en total 8 perrigalgos. Y es que entre comuniones, labores del campo, eventos varios y jaronería, se está quedando la plantilla en cuadros. Jose Noca, con guasa, comenta que si ya me encuentro allí deben ser las nueve y pico, por lo que toca empezar a moverse. Justo en ese momento se presenta un trío compuesto por Paco Cidoncha, Manolo Cordero y el Canito, pero estos, parece ser quieren hacer la guerra por su cuenta y no tienen intención de acompañarnos en la ruta. A pesar de nuestra insistencia en ir todos de la mano, el Cano se muestra especialmente pertinaz y reacio a la invitación, por lo que sólo nos acompañarán un trecho del recorrido.
En esta ocasión el escribiente propone la ruta, pues quiero mostrar un recorrido con tramos inéditos, salvo que Pedro Carrasco me corrija, lo cual entraría dentro de lo probable. Iniciamos la andadura habitual por la EX 206. Cuando salimos del pueblo, se nota el frescor del día, justificando las prendas de abrigo que llevo, pero pasado el Búrdalo, caen unas gotitas, que me hacen fruncir el ceño y acordarme del chubasquero que no he echado en la mochila, aunque todo parece ser algo pasajero, salvo Petete, que va mascullando todo lo contrario. Una vez en la pista del canal, el trío se desvía por Cuadradillo para realizar su particular itinerario, mientras que nosotros torcemos por Alico, dirección al Confesionario. Cuando llegamos a este punto, me acuerdo de nuestras primeras salidas y la dificultad que suponía el ascenso a esta cota. ¡Qué tiempos aquellos!.

 Hay que subir un tramo de la cuesta del Borril y llegados a una puerta que se encuentra a la izquierda, nos detenemos para saltarla y es aquí donde comienza el primero de los tramos que este invierno, en una salida en solitario, emulando a nuestro Pedro Carraco, dediqué a abrir nuevas rutas. Es un recorrido de unos tres kilómetros que transcurre entre cerros y que resulta especialmente bonito, por la abundancia de encinas, aunque la hierba, muy alta, ya empieza a dar signos de sequedad, tornándose su coloración en amarillenta. Y es que el monte al igual que necesita poco agua para explotar en tonalidades, la ausencia de la misma provoca que rápidamente se apague perdiendo en atractivo. Este recorrido nos conducirá a la casa de los Lomos. En el alto propongo realizar otras variantes que descubrí esta Semana Santa, pero Tomás David, a riego de que pudiera sorprendernos el guarda al que conoce, se postula por el trazado inicial, momento en el que Petete, de manera absurda, da con los lomos en el suelo si consecuencia alguna, o séase, “Petetazo”.  


Continuamos dirección a la segunda casa de esta finca (la de los caballos) para descender y cruzar el arroyo. A nuestra derecha se avista el cerro en el que se encuentra el tinado del MentIdero. Nosotros nos dirigimos a la izquierda, para que nos ubiquemos, al lugar en el que David Liviano encontró aquellos sabrosos boletus. Es aquí, donde realizaremos el segundo de los nuevos tramos. En lugar de saltar la puerta, seguirnos por un camino que transcurre paralelo a la valla, y que nos conducirá al camino de la casa de Cerros Verde, aunque previamente, habrá que sortear una pequeña dificultad de la que pongo en preaviso a mis compañeros. 


Un cuestón de unos treinta metros pero con una pendiente que debe ser prima hermana de aquella de Guadalupe. Todo metido, culo prieto, piernas para que os quiero y cada uno como pueda. Te queda temblón. Recuperado el aliento, nos incorporamos al camino que nos conducirá a la casa que da al embalse de Cornalvo y es justo cuando llegamos arriba y abandonamos el “socuello” cuando un airazo del oeste nos sorprende por su fuerza. Aprovechamos para, al resguardo de la casa, avituallar y descansar un rato. En estas, Petete, emulando más a Roberto Brasero que a Mónica López (por el físico me refiero), nos diserta las razones por las que considera que nos va a llover, sí o sí en el trayecto de vuelta. Y mientras, yo, sólo pienso en el chubasquero que no he echado y en que el agorero falle más que la pitonisa Lola.  

Nos ponemos en marcha bordeando el pantano dirección al Rugidero, eso sí. con el aire de culo y en lugar de subir por la cuesta de las Mezquitas, nos volvemos al pueblo por Cuadradillo. Justo cuanto tomamos el camino, comienzan las primeras gotas finas, que irán incrementándose paulatinamente.



 Pete, improvisado hombre del tiempo, acertó de pleno, al final nos mojamos y yo sin chubasquero. Llegados al camino del canal, vemos por nuestra derecha que se aproximan Paco y Manolo, de vuelta de su periplo, pero con la ausencia del Cano. Y es que éste, tras subir la cuesta de Cuadradillo (implacable juez que coloca a cada uno en su sitio), decidió que por hoy ya había pedaleado bastante, regresando al pueblo y dejando a sus parteners compuestos y sin novio.
Juntitos y en buena compaña a Santa Amalia, y a pesar de la “calaúra”, para Moniato que nos vamos a mojarnos por dentro con una refrescante cervecita.
Sin más tela que cortar, hasta la próxima.
 
Crónica
Juan Luis Capilla

1 comentario:

  1. La crónica, mini siempre, de diez.
    Conozco el tramo que dices Juanlu, pero no os he llevado porque cuando yo estuve me topé con el dueño y me invitó amablemente a abandonar la finca. Pero sí que es un tramo muy bonito.
    El grupo se nos desmorona y al final tendrá razón el Triqui con lo de la JERARQUÍA.

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