Antes de empezar a contar
nada, destacar por enésima vez la labor,
que ha desempeñado nuestro sherpa de la peña, D. Pedro Carrasco con su ruta
hacia la cumbre más alta accesible por carretera de Extremadura y máxima elevación de Los Montes
de Toledo con poco más de 1.600 m. de altitud.
Última ruta especial de
2.015, como dice el título de la crónica, el tercer año, que visitamos estos
parajes tan duros, pero atractivos a la vez. Espectaculares por su colorido y
belleza.
Salimos a las 7:00 h. desde la plaza, coincidiendo
con el cambio de horario de invierno. Nos viene bien, porque hemos dormido una
horita más a pesar del madrugón.
Bici a los coches y
dirección a Cañamero, punto de partida para la ruta. Aparcamos los coches en la
calle del hotel Ruiz. De ese punto sale la carretera dirección a Navezuelas y
comienza la ruta de Isabel La Católica, pintoresco camino muy transitado por
senderistas, que conduce a Guadalupe.
Mañana fresquita y agradable
para el pedaleo. Partimos unos metros cuesta abajo, que pronto empezarán a
subir. Pedaleo tranquilo por una carretera alquitranada, con un 5% ó 6% de
desnivel hacia arriba. Tan sólo destacan
los jóvenes borreguillos, que son los que tienen ganas de machacarse a primera
hora, quizás ignorantes de lo que les espera.
Después de unos 7 Km.
aproximadamente, llegamos a una rotonda, que indica Navezuelas 14 Km.
Reagrupamos para esperar al personal, que viene más rezagado. Mientras,
mantenemos conversación con un señor, que está buscando una ruta para un grupo
de personas, que se dirigían hacia Guadalupe.
Enfilamos la carretera de
Navezuelas picando hacia arriba, cómo no. Después de un par de kilómetros de
subida, llegamos a una altiplanicie con unas vistas envidiables. Aprovechamos
para hacernos unos retratos y esperamos
a Diegui, que comienza a mostrar signos de flaqueza. Una mala tarde la tiene
cualquiera.
Continuamos entre castañares
y carrascas. Las cunetas estaban llenas de castañas, arrastradas por el agua y
la fuerte pendiente del terreno, ¡vamos, como
aquí los tomates cuando caen de los remolques a las cunetas! Seguimos y la carretera ahora pica hacia abajo,
¡alegría para el cuerpo!, pero por poco tiempo. Pronto divisamos Navezuelas y
giramos a la derecha. Nos encontramos con una pista de hormigón que nos
conducirá hasta la cima. Ésta, repleta de rampas con fuertes pendientes entre
un 12% y un 22% de máxima. Es una ascensión en la que se van observando los
cuatro puntos cardinales según vas dando la vuelta al cerro. Momento único e
inolvidable, de fuertes sensaciones debido a la dureza del terreno, ya que el
ascenso no tiene tregua.
Sobre los 3 Km. de ascenso
paramos a coger aire y descansar un rato, porque las lumbares están a punto de
reventar. Aprovecho y con Tomás intentamos arreglar el cambio de mi bici,
porque va en el piñón 9 y no me deja cambiar al 10, que alguien llegó a decir,
en su tiempo, que no valía para nada, pero, en estas circunstancias se echa de
menos. Intento fallido y para arriba con el 9 (ajo y agua).
Sobre el Km. 5 desaparece la
rampa de hormigón y cogemos a la derecha por la carretera que viene de
Guadalupe, con pendientes más suaves. Continuamos los 2 Km. que nos queda para
alcanzar la cima. El último medio kilómetro es durísimo, por una carretera
desgajada de alquitrán con muchos baches y gravilla suelta, que cada vez hace
más difícil la llegada. Topamos con la última rampa de cemento, como una pared
de unos 50 metros. Llegamos a la base militar dejando todas las bicis
desparramadas en el helipuerto.
Diegui viene muy tocado, le
observamos desde la cima, unos ratos andado y otros pedaleando. Al final,
consigue alcanzar la cima con vómitos y calambres.
Desde el helipuerto se
divisa media Extremadura, ¡impresionante! Todo un espectáculo y sobre todo
después del esfuerzo. Una vez allí arriba, aprovechamos para comernos los
bocadillos y demás viandas, merecido nos lo tenemos.
Debido a la altura y al
fuerte viento que sopla tenemos, que abrigarnos, cada uno con lo que tiene.
Blanquito, que es más arrecio que un galgo, se pone, en el pecho, un pedazo de
corcho blanco, que parece un Pokemon.
Al llegar el último número
nos hacemos la foto, en el punto geodésico. Pedro nos advierte de las bajadas y
que no nos tiremos a tumba abierta, la carretera está en mal estado y pueden
venir coches de frente. Nos avisa, también, que vayamos atentos por si queremos
ver el pozo de Las Nieves, que se encuentra a unos 3 km. de distancia.
A tumba abierta no
bajábamos, pero íbamos como si el diablo nos fuera escupiendo el culo, ni pozo
de Las Nieves ni nada. Paramos en el único incidente del día, Salva, el chaval
de Palazuelo, lleva toda la vida llorando por tener un buen reventón y lo ha
conseguido. Tiene la cubierta de atrás con un rajón de unos 5 centímetros. Hay
que realizar una operación tipo “morcón matancero”. Aplicamos un manchón por
dentro y con la cámara reventada hacemos una tira de goma ,abrazamos la
cubierta tipo Juanillo “el alcalde”. Ja, ja, ja … ¡qué buen rato de risas y
cachondeo! Rueda apañada y para abajo.
Volvemos a reagruparnos en
la carretera que va de Talavera a Guadalupe, en la Ermita Del Humilladero, la
visitamos y de ahí, a por el último tramo hacia Guadalupe. Bajamos por una
vereda de unos 4 Km. hasta la Villa, de uno en uno, preciosa.
El chaval del morcón y
Diegui, bajaron por la carretera, que va paralela a la vereda. Una vez allí,
paramos en la plaza, a los pies del Monasterio de Ntra. Sra. de Guadalupe.
Siempre está a reventar de peregrinos llegados de todos los lugares.
Alfonso ve a su señora y queda
para llevársela de vuelta después de su peregrinaje, el tío ha matado dos
pájaros de un tiro.
Algunos aprovechamos para
visitar a la Virgen y a por el último tramo, que se hace tarde.
Salimos de la Villa por la
trocha del puente de la vía. Siempre, que paso por él me impresiona la altura que tiene. Subimos a Puertollano y reagrupamos
para decidir si cogemos camino o carretera para ir a Cañamero. ¡Cómo no! Los
perrigalgos, deciden camino. Diegui va por la carretera debido a su cansancio y
malestar.
Prueba conseguida, llegamos
a Cañamero donde estaban los coches, a cargar y “ancá” la madrina a repostar.
Daros a todos la enhorabuena
y creo que hemos escalado la subida más dura de todas las realizadas por la
peña cicloturista amaliense.
¡He dicho!
![]() |
Crónica Paco Cidoncha |