Fotos:
ASISTENTES
Tomás David
José Antonio Puerto “Noca”
Antonio Aparicio “Chino”
Diego Nieto
Nico
Paco Cidoncha
Jesús Cidoncha
Manolo Cordero
Pancho
José Luis Barroso “Petete”
Javi Parejo
Javi Camacho
Juan Luis Capilla
Pablo Carrascosa
Andrés Nieto
Antonio Nieto
Pablo Carrascosa “Jr.”
Alfonso Merino
José Luis
Óscar
Pablo
Km:
54
Domingo,
13 de diciembre de 2015
He estado haciendo
recuento de las crónicas realizadas en este ejercicio y esta será la cuarta, es
decir, a una por trimestre, como el IVA. Me había comprometido la semana pasada
y lo prometido es deuda.
Una vez concluido el
saturado periodo de especiales que hemos tenido en los dos últimos meses, desde
hacía ya algún tiempo se venía demandado, como en años anteriores, una jornada dedicada
a las migas en estas fechas en las que nos encontramos tan propicias para
disfrutar de este tradicional plato de nuestra tierra, concretándose finalmente
el evento para este domingo. De los preparativos se encargaron los diligentes
Paco y Manolo, apuntando al personal y haciendo acopio de todo lo necesario.
Enhorabuena por vuestro buen trabajo.
Cuando llego al Paseo
(término que he desempolvado de mi vocabulario gracias al fabuloso relato que
el Maestro Pedro Carrasco tiene publicado en la revista LACIPEA y que aprovecho
para invitaros a que lo leáis, especialmente a los que ya tenemos una edad), me
sorprende el escaso número de Perrigalgos congregados junto al aguaducho (idem
de lo anterior) de la Toñi (pregunta IV Milenio: ¿por qué en ese y no en otro?).
Alguien me aclara que en esta ocasión he sido excesivamente puntual, de ahí mi
estado de asombro ante esta panorámica tan inusual. Efectivamente, de forma
progresiva van confluyendo por las distintas calles uno a uno el resto de
Perrigalgos, conformando un importante grupo. En la jornada dominguera pasada,
aparte de comprometerme a redactar la crónica, también manifesté mi intención
de poner la ruta que, además de
considerarla adecuada para un día como él de hoy, transcurre por un
paraje inédito para la mayoría, ya que a priori (luego aclararé este término)
sólo lo conocía yo, mi sobrino Pablo y unos seis o siete compañeros a los que
conduje en una salida oficiosa.
Como el tiempo apremia
y no conviene llegar muy tarde, iniciamos la marcha. Llegados a la pista del
canal, en esta ocasión dejamos por una vez la pista de Cuadradillo a nuestra
derecha para tirar por Alico. Consideré adecuado realizar un trazado por él que
hacía tiempo que no transitábamos, y que entre otros comprendía la subida al
olivar de Braulio, principal dificultad de la jornada. Uno tras otro vamos
llegando a la cima hasta que finalmente concluye el goteo con Nico y su cansino
pedaleo, jaleado por Javi. Lo ha conseguido, eso sí, a costa de pegarle un
soberano calentón al calderín. Alguien con guasa le suelta que si quiere un
cigarro.Éste, con los ojos fuera de sus cavidades y la boca abierta, como si
cada bocanada de aire fuera la última, logra elevar el brazo derecho y con un
lento pero repetido movimiento de izquierda a derecha de su dedo corazón (con
el índice no puede), pone de manifiesto lo que en su cabeza viene tamboreando
desde el inicio de la subida: “Maldita la hora en la que me enganché a la
nico-tina”.
Cruzamos el pedregoso
olivar hasta el pino de arriba. En esta ocasión bajamos el cortafuergos hacia
el pino de abajo, para subir nuevamente y volver a bajar el casi vertical tramo
hasta el puentecillo. Como el miedo es libre, cada uno realiza la bajada como
mejor puede. Tomamos el camino que trascurre por la vaguada hasta la mesa del
Capitán.
Como el monte es muy agradecido, el rocío de la mañana mantiene aún
cierto verdor en el lugar, pero la escasez de lluvias justifica que el curso
del arroyo permanezca seco, cuando en condiciones normales debía venir
rebosante de agua. Ya en la mesa, bajamos por la cuesta de las Mezquitas para
llegar al camino dirección a El Rugidero, pero en esta ocasión torceremos a la
izquierda, hacia a los Lomos. Tras varios subes y bajas y alguna que otra
cancela, llegamos a la casa de los Lomos de Guillén.
Bajamos hasta cruzar el
Fresneda, cuyo caudal es tan ínfimo que sólo muestra algún que otro charcón,
circunstancia ésta que no recuerdo haberla observado desde que llevamos
transitando por esta zona. Por fin avistamos la cancela, donde se inicia y
concluye el circuito que realizaremos por esta zona. Sorteada ésta, me cuesta
encontrar el camino que no llevará a la puerta de madera, lugar conocido por
ser aquí donde David Liviano encontró unos sorprendentes boletus de los que
dimos buena cuenta. A escasos metros
sale un camino a la izquierda que se empina y, en lugar de dejarle en la cima,
bajaremos recto por el mismo, siendo éste el inicio del tramo inédito, que no
lo era tanto (aquí viene la aclaración) pues parece ser, según luego me comentó
Pedro, él ya había estado por allí (dónde no haya estado éste). Ya sólo me cabe
la duda de quién de los dos tuvo el privilegio de ser el primer Perrigalgo en
pisar estas tierras. Tras dejar unas derruidas cochineras a nuestra izquierda,
debemos seguir un tramo hasta dar con una vereda que se adentra en un frondoso
paraje próximo a la margen del arroyo Fresneda, con mucha umbría y humedad,
resultando visualmente muy llamativo. Al ser un trazado con cierta dificultad,
primero Pablete y luego, como no, Diegui, dan los lomos en el suelo, sin
mayores consecuencias. Nos detenemos en una zona más abierta junto al arroyo
para comer y hacernos la foto.
Se reanuda la marcha
para volver hasta la cancela que inicialmente tuvimos que sortear. Debido a que
arrastramos cierto retraso, alguno que otro manifiesta su contrariedad al
considerar que holgaba esta vuelta, arguyendo que tal circunstancia no llevará
a comer las migas a las tantas. Ante la oferta de volver por un camino que
recorte el recorrido y la callada por respuesta, como he sido yo quien propuso
la ruta, regresamos por donde tenía previsto. Seguimos dirección a El
Mentidero, para continuar por el camino de El Rugidero hasta el Entalle. Nico
va dando ostensibles muestras de cansancio, motivo por el cual, Paco y Manolo
se adelantan con el fin de tener preparadas las cosas para cuando llegue Diego
padre. En la bajada de la cuesta de Cuadradillo se produce el susto de la
jornada. José Luis, como suele ser habitual en él, baja una velocidad
endiablada, lo que provoca que al coger la curva se abra tanto a su izquierda
que por centímetros no se traga la valla, llegando incluso a oler el óxido de
los alambres y tras él, Antoñito. En esta ocasión no ha ocurrido nada, pero no
se puede tentar tanto la suerte. Llegados al canal nos reagrupamos y ya con un
ritmo más alegre llegamos al pueblo, donde nos dispersamos para quedar en la
nave de Paco a comernos las ansiadas migas.
Allí nos congregamos.
Diego Parejo, padre, como el año anterior, es el encargado de preparar un
generoso caldero de migas con sus correspondientes guindas, ajos y pancetas. En
torno a las dos (¿hora intempestiva para comer?), un “jartón” de Perrigalgos,
Perrigalguillos y una perrichucha nos ponemos como el Tío Quico con las
exquisitas migas, mientras charlamos, reímos y bebemos en tan agradable
compañía. Una fina lluvia comienza a caer, justificando lo propicio del
momento.
Sin más tela que cortar
(bueno, algo más se podría contar…), hasta la próxima.
Como siempre Juanlu tienes una pluma de oro. D. Pedro tiene un contrincante de altura a la hora de contar las rutas. Enhorabuena por el relato y por la ruta. Al unico que se le indigesto un poco fue a Nico, pero luego con los vasos largos aguanto mejor el jodio.
ResponderEliminarMuy bien Juan Luis en tu linea, no me defraudas nunca, con lo cual pocas son las cuatro crónicas que llevas este año, tomaré nota y te pondré más guardias el año que viene haber si me van acusar de enchufismo, jjjj. Y los quejicas que antes de ejercer dichas quejas se pongan en el lugar del otro, verás como iremos mejor. Las Migas estupendas la compañia mejor.
ResponderEliminarFenomenal relato Juanlu como nos tienes acostumbrados.
ResponderEliminarQué más da quien descubriera primero el paraje, lo que cuenta es que ya ha sido hollado por la rueda perrigalguera.
Gracias `por tu elogio de mi relato en la revista Lacipea. Como siempre, eres muy generoso conmigo. Pero eso no te exime de ser un degenerado en comandita con otra pléyade de Perrigalgos el día de autos. Jejeje...
Bueno, la verdad es que me hubiera encantado degenerarme con vosotros, pero otros menesteres menos placenteros me lo impidieron. Otra vez será.
Buenisima crónica Juanlu, como siempre, apostar por ti es apostar sobre seguro.
ResponderEliminarLas migas y el rato de las migas exagerao, si no es por el futbol a buen seguro que Pedro y yo hubiesemos tenido cogida y de las buenas