martes, 19 de junio de 2012

¡¡¡MENUDO BERENJENAL LA SUBIDA A PIORNAL!!!




Track ruta
http://www.endomondo.com/workouts/64311151


Deporte
Ciclismo, montaña
Hora de inicio 17-jun-2012 7:43
Distancia 66.51 km
Duración 3h:27m:39s
Velocidad Prom 19.2 km/h
Velocidad Máx 64.8 km/h
Calorías 3242 kcal
Altitud 515 m / 1327 m
Elevación 1349 m ↑ / 1325 m ↓


Videos
primer video:
http://youtu.be/Y4hDuw62PYI
segundo video:
http://youtu.be/EwRTLqemQ3w
tercer video:
http://youtu.be/9uOgf9Warxo
cuarto video:
http://youtu.be/_FFy8Vmk6zg
quinto video:
http://youtu.be/BgNjKdzT-9E

Crónica de Pedro Carrasco
 
Este domingo llegaba por fin el día D. Tocaba hazaña épica y los Perrigalgos se aprestan a tocar el cielo con la punta de los dedos: conquistar por la vertiente sur Piornal, el pueblo más alto de Extremadura.


El personal, haciéndole un corte de mangas a la crisis, ha aprovechado para irse con la familia y redondear un fin de semana lúdico-festivo-deportivo-turístico, y ya desde el viernes han ido acudiendo a Jarandilla de la Vera, más concretamente al camping La Jaranda, un enclave de ensueño que no debe diferir en mucho del que podemos imaginar en el ideario mental de lo que pueda ser el paraíso.

Tomás David y quien escribe hemos sido menos afortunados, y nos damos el madrugón padre (“ambiguas horas que mezclan al borracho y al madrugador”, que dice Sabina) para estar allí a las siete y media, hora establecida para la salida. Cuando llegamos vemos a varios compañeros montados en sus bicis calentando “motores” (piernas).

Están tan impacientes e intranquilos que parecen leones enjaulados, prestos a salir a la arena a devorar cristianos (kilómetros). Aunque llegamos vestidos de ciclista, mientras nos calzamos los guantes y el casco, vemos venir a Lalo con nuestras burras de la mano, que habían viajado en la tarde del sábado en el camión de Blanco, que si bien su porte (y sus carnes) sigue siendo más propio de un jóquey de primera, poco a poco se va aproximando a lo que sería un ciclista de tercera (hay dos categorías de Regional por debajo, que conste).

En el camping se queda a cargo de toda la familia perrigalguera (mujeres y niños) nuestro intendente, conductor y “ayudante de cámara”, Chiqui, un tipo con proclividad a la vida sosegada (que no contemplativa) que conjuga a la perfección altruismo con sibaritismo, y que entre sus axiomas preferidos parece estar el que reza “carrera que no da el galgo (o Perrigalgo) en el cuerpo la lleva”.

Antes de iniciar la ruta posamos para la foto. Nos la tira Antonia Mari, que tendrá que hacer tiempo hasta que se vayan desperezando las Perrigalgas, que no se han dignado siquiera a levantarse para despedir con abrazos, pañuelos y lágrimas de emoción a unos intrépidos maridos, a punto de emprender una titánica empresa que quedará para siempre en los anales (no tiene nada que ver con el ojo del culo) de la historia de la peña, y que solo Dios sabe si tendrá feliz término.


Cuando todo parecía indicar que por primera vez la homogeneidad de la foto iba a ser total con nuestro maillot verde brillando por bandera, Pablo hace polvo la armonía enfundado en una chambra de abrigo tan inútil (se la tuvo que quitar al momento de salir) como inoportuna (¡qué bien desfila mi niño; todos con el pie cambiado menos él!).

A las ocho menos cuarto se produce la salida neutralizada en dirección a Aldeanueva, y de inmediato atacamos las primeras cuestas de la sin par comarca verata. En Cuacos de Yuste giramos hacia la derecha, y pasamos por el monasterio jerónimo adonde se retiró a sufrir su padecimiento de gota y a morirse el emperador Carlos I.

Fue el primer dignatario que intentó unir y poner de acuerdo a la vieja Europa, y cinco siglos después, tras una miríada de guerras y muchos millones de muertos, seguimos en las mismas.


Haciendo mil y un ringorrangos divisamos en una hondonada la población de Garganta la Olla. Nos detenemos en un mirador presidido por la estatua de la “Serrana de la Vera”, donde Lalo nos ilustra sobre sus andanzas. Se trata, según el mito, de una hermosa mujer con apariencia de cazadora o amazona que habitó por estos parajes. Cuenta la leyenda que vivía en los montes y se llevaba a los hombres con que se cruzaba a su cueva, para matarlos; eso sí, no tenía un pelo de tonta y, al parecer, antes de liquidarlos se los “cepillaba”.


En la entrada del pueblo, en la señal que anuncia su nombre, algún cafre ha pintado una P delante de Olla, por lo que esta preciosa localidad se convierte para el visitante no avisado en GARGANTA LA POLLA.

Un cartel anuncia a la salida del pueblo: PIORNAL 17. Ya sabemos lo que nos queda de dura y continua ascensión. Diego, el promotor y “padre de la preciosa criatura” que es esta etapa, se muestra exultante por momentos, viendo consumarse su propuesta de enseñarnos la ruta, y conecta su cámara de video cuando cree que la situación lo requiere.

Al poco de iniciarse las primeras rampas el pelotón se disgrega. Tácitamente se plantea el subir cada uno a su ritmo y nos fraccionamos en varios grupos. Me quedo encasillado momentáneamente en el segundo con Tomás David y Blanco, pero mi prurito personal me hace abandonarlos e intentar coger a los de cabeza.

¿Adivináis quiénes son? A saber: Javi, Domingo hijo (que no junior), Andrés y Pablo. Entre que yo hecho el resto y que ellos aflojan el ritmo, en un par de kilómetros llego a su altura. Javi, que me ve llegar levantado del sillín con mi pedaleo característico, exclama: “¡Ya está aquí el cansino!” El ritmo es exigente y Pablo comienza a descolgarse.


Nos anima a que tiremos para adelante, pero ya el equipo está consolidado y decidimos aminorar la marcha y subir juntos. Javi, que es un cachondo mental donde los haya, le recrimina: “¡Mira que te lo dije anoche, que no te arrimaras a la Mai!” Solo le faltó cantarle aquella de Los Chichos: “Yo quiero a Mai, mi vida para Mai…”.

La carretera es estrecha y sinuosa, ideal para la práctica del ciclismo por su ausencia de tráfico; tan solo una moto nos adelanta en toda la subida. Casi siempre a la sombra de un frondoso bosque de robles, jalonado por continuos arroyos de agua cristalina que se despeña por profundos barrancos, seguimos descontando kilómetros del total de los diecisiete de que consta el puerto.

La espesura del robledal produce un efecto multiplicador en los sonidos y en un momento dado, movido tal vez por un estado de euforia y exaltación, doy un grito y exclamo: “¡Ah, del Perrigalgo!” Inmediatamente oímos, tres herraduras por debajo, la voz de Blanco que nos contesta: “Ehhhh… ya vamos”.

Entre cuesco y cuesco del quinteto cabecero, Pablo, con su talante irónico y jocundo, emula a su hijo cuando van de viaje y pregunta: “Papa, cuanto falta pa llegar”.

A medida que ganamos altura el roble da paso al castaño, hasta que desaparece la arboleda y aparecen los piornos, unos arbustos leñosos que proliferan a partir de los mil metros de altitud (tampoco se han roto mucho la cabeza esta buena gente para ponerle nombre al pueblo).

Cuando hacemos cumbre decidimos volver grupas en busca de los demás. Pronto nos cruzamos con un rosario de Perrigalgos que, si no recuerdo mal, van en este orden: Blanco, Tomás David, Lalo, Diego, Liviano,  José Luis, Pedro Antonio… hasta que damos con el Triqui y Antonio Muñoz que, arreglo a su “caballaje”, hacen una ascensión memorable y digna de todo elogio. Javi les insufla ánimos a modo de comentarista de radio en los últimos metros, y todos reímos su ocurrencia.

Con el grupo compacto y entre expresiones de júbilo y saludos por ver culminada la subida llegamos a Piornal, el pueblo donde se celebra cada 19 y 20 de Enero la fiesta de Jarramplas, declarada de Interés Turístico Regional. Se trata de un personaje ataviado con chaqueta y pantalón de la que cuelgan multitud de cintas multicolores; la cabeza va cubierta con una máscara cónica que contiene dos cuernos y una gran nariz. La diversión de los piornalegos se centra en algo tan prosaico como tirarle nabos al Jarramplas, hasta que aguante; se trata de un enigmático festejo que define la riqueza del acervo cultural del lugar.

Nos tiramos la foto de rigor en la señal de la entrada al pueblo y reponemos fuerzas. El Triqui se arranca con uno de sus “jerárquicos” batiburrillos, y mezcla a Mahoma con una suerte de bacanales de cerveza y desenfreno, como Dios le da a entender.

Apenas nos asomamos al “balcón del valle del Jerte”, iniciamos el descenso de catorce kilómetros a Pasarón de la Vera. José Luis sentencia, jadeante y sudoroso: “Ahora es cuando juego en mi terreno”. Y, en efecto, se lanza a tumba abierta para abajo, junto con otros, de forma temeraria. Y es que los Perrigalgos, subir no suben muy allá que digamos, ¡pero cómo bajan, los cabrones! Tanto bajan que en el cruce de Jaraíz se pasaron a Pasarón (¡cómo he hilvanado el juego de palabras, eh!).


Tras un repecho de un kilómetro la “serpiente verde” sigue descendiendo hasta Jaraíz de la Vera, que celebra este fin de semana la “fiesta de la tapa”, según vemos en un cartel. Ya en Cuacos de Yuste nuevamente desandamos el camino hasta Aldeanueva por un terreno “rompepiernas” de continuos toboganes.


Es en este punto cuando a José Luis se le acaba el “carrete” y los tirones y calambres hacen mella en sus piernas. Andrés, Pablo y yo nos amoldamos a su paso, y el resto del grupo se detiene de vez en cuando a esperar. El bueno de José Luis, ora se queda callado, ora explota con algún improperio por verse mermado. Finalmente, llegamos todos a Jarandilla cuando el reloj de la villa daba las doce en punto, sin pinchazos ni accidentes, pero henchidos de gozo y orgullo por la grata mañana de ciclismo del bueno que hemos echado.


Tocaba ducha reparadora, recoger tiendas, cargar bicis… y echar un ratito de los buenos departiendo entre risas y refrescándonos el gaznate con unas cervezas fresquitas. En el restaurante Robles, un secadero de tabaco reconvertido en casa rural, nos dieron de comer de lujo. A propósito, no recuerdo quién fue pero alguien, viendo las plantaciones de tabaco, dio una soberana lección de sus conocimientos sobre la flora y la agricultura al exclamar muy en su papel: “¡Cojones, qué montones de lechugas se siembran por aquí!”



Hasta la próxima, “correliebres”.

6 comentarios:

  1. pedazo de ruta..!!!!! esto si que es dar pedales sin descanso hsta coronar la cumbre.me pirro por la cantidad de historia que he visto en vuestra ruta,bien por enseñarla.un saludo..!!

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  2. Don Pedro me has hecho de subir dos veces el Piornal, fin de semana de los que se recordara mucho tiempo, fantastico. Un saludo Javi Parejo.

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  3. Desde luego Pedro tus crónicas hacen que las rutas sean mucho mejores, el año que viene otra de estas!!!!!

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  4. cronica impecable para un fin de semana de p.... madre con la familia perrigalga, solo se te ha olvidado recordar, seguro que porque el imprudente fuistes tu, bandido, que tocastes a un chotino que estaba en la carretera y la madre nos amago a pedro antonio y a mi que ibamos detrás, nos hubiera subido al piornal de golpe, jajajaj

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  5. buena rutita, que envidia. lastima que no pudiese ir pero bueno. el año que biene voy pase lo que pase.....

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  6. Enhorabuena por la crónica, videos y fotos. ¡Qué envidia!. El año que viene, marcada en rojo en el calendario.

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