Ruta Cicloturista
Castillo de Medellín
( domingo, 19 de abril de 2009 )
Florencio Benítez-Cano Benítez-Cano.
Asistentes a la ruta:
Domingo Pablos
Moisés López
Alberto López
Jesús Beltrán
Pedro Cuesta
Diego Parejo
Javier Parejo
Emiliano Andrade
Juan Luis Capilla
Pablo Gallego
Gerardo Muñoz
Marcos Nieto
Juan Manuel Barroso
Pablo Carrascosa
Florencio Benítez
Domingo, 19 de abril de 2009
Tiempo empleado: 2 h. 19 m.25 s.
Velocidad Máxima: 50,800 Km/h.[1]
Velocidad Media: 19,00 Km/h.
Parciales: 44,150 Kms.
Odómetro: 1.188,110 Kms.
Acumulados: 1.188,110 Km.
Recorrido: Plaza de España, Pista de la Acequia XXIV-24, Cerro Mono, Carretera de Valdetorres, Camino de las Tiritañas, Estación de Ferrocarril de Medellín, Carretera de la Estación, Medellín, Subida al Castillo, Subida al Quinto Cecilio, Cañada Real Leonesa, Plaza de España.
©Florencio Benítez-Cano Benítez-Cano
Santa Amalia (Badajoz)
Marzo de 2009
Comentario:
Escuchando los comentarios del personal, bien podría haberse llamado este recorrido “La Rhjuta del Barrhjo”, pues mucho de este rojizo, resbaladizo y pegajoso elemento hubimos de quitar, con una manguera a presión, en la Cooperativa del padre del Tato, a punto de finalizar la ruta.
Pero por aquello de que nos gustan más los nombres propios, creo que en esta ocasión merece la pena que la pongamos la ruta del Castillo de Medellín.
Una ruta bonita y fácil, a no ser por el barro aludido anteriormente, y que posiblemente traiga cola, ya que mi señora se enfadó tanto al verme de esa guisa, que me echó una buena reprimenda, aludiendo que ahora tendría que lavar toda la ropa, y que a ver porqué no salgo yo solo, como hecho siempre y venía limpito a casa, como la patena. En fin, queridos compañeros perrigalgos, tendré que dejar de salir con vosotros, porque la familia está antes que todo, y los disgustos que parecen de poca monta llegan a convertirse en verdaderos problemas. Me duele mucho tener que tomar esta determinación, toda vez que estamos tan ilusionados con el nuevo traje de nuestro equipo, pero la vida es así, y así tenemos que aceptarla[2].
Dicho recorrido tuvo, al mismo tiempo, una parte más positiva, con un cierto desafío por las dos subidas de cierta consideración a dicho Castillo y al Quinto Cecilio, esta última más fácil, ya que el asfalto es más benévolo para el pedaleo regular de la bicicleta que la subida por los rollos a la atalaya metellinense. Y ojo con la cadenita que hay a la mitad del camino. Cuando se va subiendo, se ve bien, pero es difícil de rodear, y cuando se baja, hay que tener mucho cuidado porque si no te das cuenta y no la ves, te puedes pegar un castañazo morrocotudo. Ya me ha pasado a mí una vez, en la acera de Valdehornillos, la que va al cementerio, pues era muy temprano y no se veía bien y me di un buen castañazo.
Cuando pasamos el Cerro Mono, comenzaron los tirones desmedidos, y a la altura de la finca de la Isla de María Luisa, ya se veían bien lejos los primeros elementos del equipo, y los demás tirando detrás a un buen ritmo de casi treinta kilómetros por hora.
En esta ocasión, de no haber sido por el barro pegajoso que redujo la media de velocidad, ésta hubiera sido bien alta.
Lo del barro fue como una batalla campal. Al principio, teníamos algunas personas, un cierto temor a los salpicones, pero luego de que ves que ya tienes barro hasta en los ojos pues te pones a pedalear con un poco de más de entusiasmo y con un poco de menos temor.
¡MADRE MÍA, CÓMO SALTABAN LOS PIÑONES CON EL BARRO!
Paramos un momento en la Estación de Medellín, pero continuamos enseguida, aún ante el requerimiento de algunos golosos que ya estaban deseando de meter mano a las chocolatinas, pues se impuso de manera enérgica la potente voz de Javi Parejo que dijo sin vacilar: “La comida en el Castillo de Medelín”.
La bajada del Quinto Cecilio fue un poquito anárquica, ya que no todos sabíamos el recorrido previsto, ni la pista que rodea al Quinto Cecilio. Por otra parte se había hablado de regresar por la Sierra de Batanejo o por la Cañada Real Leonesa. Y por otra parte, Emiliano se había quedado abajo, cuando subimos al Quinto Cecilio, así que unos cuantos nos despistamos, y Emiliano, desesperado dando voces al pie de la carretera. Por fin, a duras penas, conseguimos reagruparnos de nuevo, al lado del reloj de sol, al final del Puente del Siglo XVII, y desde allí emprendimos el regreso por el Cordel, con algo más de organización.
Como indico anteriormente, estuvimos quitando el barro en el local del padre de Tato, con una buena manguera a presión, aunque yo decidí hacerlo luego, porque al final no se queda bien y hay que limpiarla de nuevo.
¡HASTA LA PRÓXIMA SALIDA!
[1] Al parecer, Javi Parejo había cogido la velocidad máxima de 60 Km/h. en al bajada del Quinto Cecilio.
[2] Espero que leáis las aclaraciones de “nota al pie”, para ver que todo ha sido una broma de la mente del escritor cuando su imaginación se desborda en aras de producir una sana intriga al querido lector de estas crónicas domingueras de los recorridos cicloturistas. Perdón.
lunes, 20 de abril de 2009
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Flore, dile a tu Maruja que en vez de reñirte, que te enseñe a poner la lavadora, sino la próxima vez, igual que hicimos con las bicis, te da Pablo Tato un enjuagón con la manguera a presión de " siñó José " (su padre)y asunto zanjado.
ResponderEliminarPor cierto, tenemos una felicitación para la peña en el foro de Santa Amalia, es una persona que vive en Cádiz, pero no sé la relación que tiene con el pueblo y la he contestado preguntandola que ¿quien es?. Bueno compañeros un saludo y hasta el Domingo, Marcos.
PD: Emiliano, te felicito por esta idea que tuvistes de crear el blog y tenernos informados y a Flore por el trabajo que le lleva semanalmente la descripción de la ruta y chascarrillos incluidos.