lunes, 27 de julio de 2009

Los Cuatro Pelagatos

( domingo, 26 de julio de 2009)

Asistentes a la ruta:

José María Almaraz Luna
Florencio Benítez-Cano
Marcos Nieto Dorado
Domingo Pablos Bautista

Pendiente de confirmar las faltas:


Tiempo empleado:2 h. 27 m.27 sg.

Velocidad Máxima:32,8 Km/h.

Velocidad Media: 18,5 Km/h.

Parciales: 45,56 Kms
Odómetro: 3.677,2 Kms.
Totales: 3.677,2 Kms.






Recorrido: Plaza de España. Nacional-430, Pista del Arroyo Cagánchez, Cañada Real Leonesa, Pista del Canal secundario número 3, Vía de servicio de la autovía, Pista del Arroyo del Hornillo, Alonso de Ojeda, Pista asfaltada, Pista de la acequia A-XXIV-24, Plaza de España.




Comentario:

A la hora de la salida sólo estábamos cuatro personas en la Plaza, y sin saber muy bien qué hacer, me encomendaron la ardua tarea de poner el recorrido de este día, así que me dije: vamos a hacer la Ruta de Cagánchez, sin saber muy bien como iba a salir ya que yo no la había hecho nunca, todo sería seguir el cauce de dicho Arroyo por las pistas laterales que tiene. Pero lo curioso es que de vez en cuando, una de estas pistas se separa del arroyo, porque desemboca otro arroyito en él, y así ocurrió nada más salir a las primeras de cambio, pero conseguimos reincorporarnos de nuevo al Arroyo Cagánchez por otro camino alternativo que descubrimos. La ruta se debería haber llamado en esta ocasión “La Ruta de Cagánchez”, pero en uno de aquellos momentos, me dio por decir que sólo íbamos en esta ocasión cuatro pelagatos, y ni corto ni perezoso el amigo Marcos concluyó que ese sería el nombre de la Ruta de este día: “Los Cuatro Pelagatos”. Cruzada la carretera de Valdehornillos-Vivares, coincide dicha ruta con la Calzada Real Leonesa, y también ocurre, que en un momento determinado, se termina las pistas de dicho arroyo y no se puede seguir. Así pues nos fuimos por otras pistas conocidas a medias, en plan de aventura, por consenso unánime, y llegamos sin darnos cuenta al Arroyo del Hornillos, así pues pedaleamos por las pistas que discurren también a lo largo de este arroyo, hasta que de igual manera se terminó en un maizal invasor. Regresamos a la localidad de Alonso de Ojeda y tomamos una pista asfaltada que nos llevaría de nuevo al Arroyo del Hornillo, el cual cruzamos para incorporarnos a la pista de la acequia que pasa por Plaza de Armas.




Andrés llamó por teléfono para interesarse por nuestra aventura, y poco después, a la altura de la Sierra Primera, nos salió al encuentro acompañado de sus churumbeles, aprovechando el momento para hacernos la foto, que al parecer nos había dado vergüenza de hacernos antes por la escasez de los componentes de esta ruta, que ni siquiera paramos a comer.




En la sede del bar de Alejandro nos entretuvimos un poco más de la cuenta para que nuestra familia no se preocuparan por haber llegado tan temprano, y nos fuimos casi merendados a casa con una soberbia ración de carne en salsa que nos puso Maricarmen.



Nota del Adm.: la escasa participación es debida a la intensa vida social y familiar de los participantes habituales, que en estas fechas no dan abasto, para cumplir en todos los frentes. Ya vendrán tiempos mejores.

lunes, 20 de julio de 2009

A las Cruces,
que nos fuimos
Domingo, 19 de Julio de 2009

Asistentes a la ruta:

Jose María Almaraz
Emiliano Andrade
Juan Manuel Barroso
Marcos Dorado
José Carlos Escobar
Pablo Gallego
Antonio Indias
Juan Carlos Muñoz
Mario Muñoz
José Gerardo Muñoz (Lalo)
Domingo Pablos
Javi Parejo

19 de Julio de 2009
Hora de salida: 9:00 h.
Hora de llegada: 12:30 h.
Tiempo empleado: 3h.y 30 min.
Velocidad Máxima: 39,50 Km/h.
Velocidad Media: 20,70 Km/h.
Distancia recorrida: 56,700 Kms.

Recorrido: Plaza de España, Ctra Ex-206, Coop. Río Búrdalo, Cañada Real Leonesa, Medellín, Mengabril, Retomamos la Cañada Real Leonesa, Ermita de la Virgen de las Cruces, Don Benito, Camino de San Isidro, Pistas diversas (¿?),Medellín, Ctra Ex 206, Plaza de España.

Comentario:
Mañana de temperatura cálida, aunque no de calor. Aún faltando componentes por distintos motivos, algunos justificables, se dieron cita 12 bicicleteros con ganas, fuerzas e ilusión por hacer un buen, largo y variado recorrido.

Una vez reunidos en la Plaza y ante la falta de alguna propuesta de ruta, Domingo propone ejecutar la visita a la Ermita de las Cruces por la Cañada Real Leonesa, con la aprobación inmediata de los bicicleteros asistentes.

La salida se realizó a las 9:00 h., con el añadido de los cinco minutos de cortesía, que suelen ser costumbre en este grupo.

Partimos de la Plaza en dirección a la C/Ramón y Cajal, girando a la derecha enfilando el grupo a la carretera de Yelbes y desviándose por la Cañada Real Leonesa pasando por la Coop. Aguas Claras en dirección a Medellin.

Mañana fresca con tendencia al calentamiento conforme avanzara. El grupo marcaba un buen ritmo y con las buenas condiciones climáticas y el buen estado del firme avanzamos a gran velocidad, poniéndonos en un “ santiamén” en Medellin.

El grupo marchaba compacto por las calles de Medellín desviándonos por la Ctra de Mengabril en busca de la Cañada Real Leonesa.
En este punto el grupo paró, para preguntar a algún lugareño por el trazado de la Cañada, no consiguiendo la información, continuamos por la carretera hasta el puente de la Vía del tren en el cual giramos a la izquierda buscando la población de Mengabril.
Una vez enfilado el camino de entrada a la población aparece el cartel de Vía Pecuaria que habíamos estado buscando.

Cruzamos la población de Mengabril, con la sorpresa de que son las fiestas locales y el paso de estos bicicleteros, hay que hacerlo esquivando las atracciones de feria y las casetas.
Desde el centro de la Juventud de la localidad, nos llaman la atención un grupo de jóvenes que aún perduran celebrando las fiestas desde la noche anterior, invitándonos a dejar el deporte y unirnos a la fiesta. Resultando que en el grupo de jóvenes, hay varios amalienses festeros entre sus componentes.
Continuamos nuestra ruta no sin hacer algún comentario relativo a lo alargado de la fiesta del grupo de jóvenes amalienses en tierras mengabrileñas.

Dejando atrás por el Bar Manila, al pueblo de Mengabril con sus calles engalanadas para su fiesta local de Santa Margarita, el grupo comienza a tirar fuerte formándose dos grupos distanciados considerablemente, que ya no volverían a unirse hasta la llegada a la Ermita de la Cruces.

Al llegar a la ermita de las Cruces nos encontramos con nuestro lesionado compañero Jesús Beltrán que como oriundo de Don Benito que es, venía a pedir a la Virgen de las Cruces su pronta recuperación de las lesiones y la operación de muñeca.
Aprovechamos para tomar un tentempié mientras charlamos y nos hacemos la foto de rigor como recuerdo de esta visita.

Una vez terminado el descanso, y al emprender la marcha un pequeño grupo irrumpe, que porque no subimos la cuesta hasta arriba y sin más lo intentan, mientras otro grupo nos quedamos con cara de “y ahora que hacemos, esperamos o nos vamos”. El grupo disidente, desiste con prontitud de su actitud y ya con el grupo al completo se emprende el camino de vuelta.

A gran velocidad el grupo emprende la marcha hacia Don Benito por la Ctra de las Cruces. Es tal la velocidad, que Mario que ha pinchado, se queda solo en el puente próximo a la Ermita sin echarle en falta nadie.
Mario al no llevar consigo teléfono móvil, solo consigue parar a un coche, a cuyo conductor le pide que nos avise de su problema.

Como no podía ser de otra manera, me toco a mi recibir el aviso del problema, por mi estratégica situación en el grupo, con la ventaja de que yo si llevaba teléfono móvil y pude dar aviso a Lalo que iba en el grupo de cabeza.

De inmediato dimos media vuelta para socorrer a Mario, viendo de paso por el camino un par de “liebres” de considerable dimensión, en las que "curiosamente" nos fijamos todos los componentes del grupo.

Una vez solucionado el problema, emprendimos la marcha, pero resultando, que el pinchazo no se había solucionado definitivamente, ya que José Carlos no había revisado convenientemente la cubierta. Con lo cual volvió a pincharse la cámara. Una vez solucionado de nuevo el pinchazo emprendimos la marcha en dirección al polígono de San Isidro y a la busca del camino del mismo nombre.

Una vez localizado este, intentamos seguirlo, pero en algún punto se nos despisto una flecha de señalización y ante el despiste decidimos continuar con la orientación del Castillo en el horizonte, mediante el cual conseguimos plantarnos en Medellín, cruzando el puente y tomando la carretera Ex206 a toda velocidad, ya que el horario se había extendido en demasía y algunos componente pretendían haber llegado con mayor prontitud al pueblo.

En este tramo, el grupo fue bastante estirado debido a la velocidad, llegando con rapidez a la Plaza y cuando nos quisimos dar cuenta estábamos en el Bar Cidoncha tomando un refrigerio y un bocatita, que a la sazón, tenía preparado Mari Carmen para los sufridos componentes de esta Peña Cicloturista Amaliense, dando por concluida una nueva e intensa jornada de cicloturismo.

Por Emiliano Andrade

miércoles, 15 de julio de 2009

Fiesta local de "La Velada".



El recorrido de esta semana ha sido duro, pero con una perspectiva distinta a la deportiva.


Este fin de semana nos ha cogido por medio "La Velada" y los cuerpos no han acompañado a la práctica del cicloturismo. Ya vendrán tiempos mejores


Emiliano Andrade

Nota: También desde estas lineas, dar el pésame a nuestro compañero Pablo Carrascosa por el fallecimiento de su padre, de parte de todos los componentes del grupo.

miércoles, 8 de julio de 2009

DE PINO A PINO Y TIRO PORQUE ME TOCA

ASISTENTES A LA RUTA:
Jose Maria Almaraz Luna
Emiliano Andrade Rodríguez
Juan Luis Capilla Camacho
Pedro Carrasco Cuesta
Pablo Carrascosa Sánchez
Pedro Dorado de Mera
Pablo Gallego Casillas
Antonio Indias Fernández
Juan Carlos Muñoz Tapia
Mario Muñoz Tapia
Andrés Nieto Cortés
Domingo Pablos Bautista
Diego Parejo Jiménez

Distancia Recorrida: 38 km.
Tiempo empleado: unas 3 horas.
Velocidad media: + - 16 km/h.
Velocidad maxima: 49 km/h (claro esta, que ha sido bajando)


COMENTARIO:
Como hoy ha vuelto a faltar Flores, heme aquí de nuevo como cronista suplente haciendo inventario de la etapa; es lo que tiene esto de ser un “plumilla” aficionado.
Por motivos diversos, el caso es que en estas fechas el equipo de Perrigalgos se ve diezmado considerablemente. En esta etapa, tras esperar los cinco minutos de rigor (nunca falta algún camastrón) nos hemos juntado un grupo de doce más uno; el número ya daba mala espina a algún supersticioso.
Se pregunta por los que faltan y la causa de su ausencia. Andrés y yo departimos sobre el cuesco que pillamos el día de anterior, y Domingo tercia preguntando si nos cogió “la eléctrica”. Nos interesamos por las secuelas (postillones en la rodilla y puntos en la mano) de Juan Luis, causadas por un “aterrizaje” la semana pasada.
Se me anima a elegir la ruta y, tras mi negativa, es Pablo el que marca el recorrido. Nos ponemos en marcha con dirección al Búrdalo. Al cruzar el puente, giramos a la derecha. Pasamos por Marmedra, Don Rodrigo y Las Monjas, pedaleando con un ritmo liviano. Tato hace un comentario sobre el “gecogido” y alguien remeda su enrevesada dicción. Y es que, lejos de tratar de evitar las palabras que contengan la erre, parece que las busca adrede, el jodido. Pero es tan noble que él mismo se une a la burla, abundando en su tara, libre de cualquier trasnochado prejuicio.
Al poco de cruzar la autovía, nos adentramos en el monte por la carretera vieja Madrid- Badajoz, un camino por el que pasaban antaño las diligencias. Al pasar por unas ruinas, Domingo me informa que se trata de la famosa venta La Guía, un lugar equidistante entre Trujillo y Mérida donde se pernoctaba antiguamente y se cambiaban los caballos. Mi mente calenturienta se remonta por un momento a aquellos tiempos, y me imagino el lugar en plena ebullición y a estos montes infestados de bandoleros viviendo del pillaje y la rapiña.
Con un reconfortante vientecillo dándonos de cara, y tras varios giros y revueltas por unos caminos que se trocan por momentos en enrevesadas veredas, llegamos al punto donde se tenia previsto hacer la parada. Es una vaguada en pleno monte de encinas donde, de forma inopinada, se yerguen tres formidables pinos que se me antojan centenarios.
Nos metemos entre pecho y espalda el tentempié, bebemos, nos retrata Emiliano y charlamos de manera distendida. Se dan los primeros “pespuntes” a lo que pudiera ser algún día el abordar una empresa importante: ir a Santiago de Compostela en bici. Yo ya hago votos para que la idea fructifique.
Cuando nos disponemos a reanudar la marcha, me percato de que la rueda trasera de mi bici está en llanta. Mirando al cielo, no puedo evitar cagarme cuarenta veces en “todos los santos que almuerzan”. Y es que temo más a un pinchazo que a una vara verde; más que nada por mi condición de manazas. Pero allí estaban los compañeros para sacarme del paso y entre Andrés, Domingo y Juan Luis solucionan el problema en menos que se santigua un cura loco.
Finalmente en marcha, se cambian los papeles entre caballos y caballeros. En vez de llevarnos las bicis a nosotros, como es preceptivo, somos nosotros los que nos las tenemos que echar a cuestas o llevarlas de cabestro para salvar, campo a través, una pendiente imposible plagada de espinosas “arbulagas” (el nombre correcto de este arbusto es aulaga; lo digo por si algún repipi...).
Cuando al fin podemos montar, atacamos una rampa empinada en la que Andrés a punto está de dar con los tocinos en el suelo.
Al poco hacemos cumbre mismamente en el conocido pino de Alico (en mi pueblo siempre se ha dicho el Lico), donde tenemos que pasar las bicicletas por encima de una pared de piedra para seguir ruta por un cortafuegos.
Domingo explica a los legos que este paraje es el Lico, lindero con La Reyerta y con Las Mesas del Capitán, un terreno aparentemente yermo que estuvo poblado de eucaliptos.
Al girar a la derecha por un camino pedregoso en bajada, justo al lado de otro mayestático pino, se produce otro pinchazo. En esta ocasión ha sido Pablo, otro “artista” de la mecánica como yo.
Mientras los “mecánicos de cámara” de la peña hacen su labor, Emiliano, en su asumida condición de ciclista de menor “caballaje”,comenta con jocundidad: “Bueno, pensándolo bien, no viene nada mal un pinchacillo que otro de vez en cuando”. El Tato, que se había adelantado, nos espera a lo lejos en el fondo de un barranco. Viéndole manotear a lo lejos, Mario le espeta a voces, haciendo mofa de su corta estatura, grande para enano pero chico para persona normal: “Espéranos ahí, que hemos pinchao. ¡Pero ponte de pie, coño!”.
Reiniciamos la marcha, ya con la querencia de volver para casa, por un camino que cruza interminables encinares y desembocamos en la llamada cuesta de La Novia, bautizada así en su día por un ocurrente Perrigalgo.
Por el camino de Cuadradillo, todo en bajada, el grupo se disgrega. Los más temerarios bajan a toda mecha, mientras que los precavidos (léase miedosos) nos tomamos nuestras precauciones.
Ya en el Canal de Orellana, volvemos a reagruparnos. Al hacer recuento comenta Domingo, con evidente rechifla: “Estamos todos. Estando aquí Emiliano...”. Pero no. Faltaba Juan Luis, que se había dado la vuelta para ir a buscar el cronómetro que se le había caído. A la sombra de los pinos (como en aquella famosa sevillana), esperamos a que llegue. Lo hace al rato con retraso...y sin cronómetro.
Son poco más de las doce cuando llegamos al pueblo. Andrés hace un comentario ocurrente a un grupo de mozas “pintonas” que van de baño a la piscina.
Ya “ancá” Moniato, nos bebemos un reparador refresco mientras se charla sobre si se saldrá el próximo domingo (está La Velada por medio). La mujer de Alejandro nos saca una bandeja de pequeños bocadillos, dando un par de revezos, que nos vienen como polla al culo (sin perdón). Por la calle pasan dos meretrices que prestan sus servicios en El Calipso y Moniato comenta: “¡Eso sí que son un par de bicicletas, no las vuestras!”.
Aparecen por el bar Marcos, Jesús Beltrán y Pedrito Cuesta, que hoy han “hecho cordones”, a interesarse por el recorrido y por cómo se nos ha dado. Finalmente el grupo de Perrigalgos se dispersa por los cuatro puntos cardinales, con la satisfacción pintada en el rostro tras consumar una nueva etapa de ciclismo.

PEDRO CARRASCO CUESTA